miércoles, 22 de enero de 2025

San Felipe Metropolita de Moscu

EL MODELO DE JUSTICIA Y GOBERNANZA BAJO UN SISTEMA POLITICO CRISTIANO ORTODOXO

EL EJEMPLO DE SAN FELIPE, METROPOLITA DE MOSCU

 

22 de enero / 09 de enero – Calendario Eclesiástico

 


San Felipe II. Metropolita de Moscú

I – LEGADO

 

La iglesia ortodoxa conmemora en este día al Santo Metropolita Felipe de Moscú, que con su  martirio enseño al mundo lo que era la fidelidad al Monarca y al Pueblo, en tanto supo enseñar al soberano las virtudes de un gobernante cristiano ortodoxo, aun cuando corriera riesgo su propia vida.

 

II – SUS ORIGENES

 

Nació el 11 de febrero de 1507 con el nombre Feodor Stefanovich Kolychov en la prospera población de Galich al borde de un gran lago que también lleva su nombre, en el oblast de Kostromá, Rusia.

 

Feodor descendía de una importante familia de boyardos con importantes conexiones con la ciudad de Moscú. Su padre, Stepan Ivanovich era un hombre de formación intelectual y con formación militar. Por su parte, su madre, Varvara, le infundió las enseñanzas de la Santa Iglesia Ortodoxa, que marcaron su vida. Su madre misma, habiendo quedado viuda, optara por ingresar en un monasterio en el cual pasará el resto de su vida.

 

En la adolescencia, el joven Feodor estuvo formándose en la corte del Príncipe Basilio III (1479-1533), hijo de  Iván III el “Grande”.

 

III – EL NACIMIENTO DE UNA AMISTAD

 

Al fallecer el Príncipe Basilio III, dejo  a cargo del gobierno al joven de tres años, Iván IV, que pasaría a la historia como Iván “el Terrible”. Diferentes regentes gobernarían a nombre de Iván IV, viviendo un tiempo en que menospreciado y maltratado por boyardos oportunistas que se convertían en favoritos de los regentes. 

 

Este joven niño, conocerá a Feodor en una época en que se acercará a la iglesia frente al desprecio de aquellos que gobernaban en su nombre. En ello, coincidía con Fedor, que a pesar de su buena posición económica, rechazaba todo tipo de voluptuosidades que la vida cortesana ofrecía a los inescrupulosos. Fiodos se sumergía en los libros y en la vida ascética, algo que sería muy admirado por el joven Iván, quien años después se dejaría guiar por el Metropolitano  Macario (1482-1563), quien en 1947, entronizaría a Ivan IV como el primer ZAR de Rusia.

 

Iván no volvió a saber nada de su amigo Feodor, ya que este abandonará  la ciudad de Moscú para iniciar un camino en soledad. Vivirá un tiempo en el poblado de Khizna cerca del lago Onega, trabajando en tareas pastoriles, para finalmente arribar al Monasterio de Solovetski, en medio del Mar Blanco.

 

IV – EN EL MONASTERIO DE SOLOVETSKI

 

Feodor ingreso con 31 años cumplidos al Monasterio de Solovetski, un lugar inhóspito donde la vida religiosa era probada con suma dureza. Al principio, Feodor se encargó de todas las tareas que ayudaban al monasterio a funcionar: cortando leña,  arreglando techos y paredes, trabajando la tierra y el molino.

 

Un año y medio pasaron, y finalmente, el abad Alexei, viendo la piedad y mansedumbre con la que se identificaba Feodor, es tonsurado y brindado el nombre de FELIPE, dejándolo bajo la guía del staretz Jona Shamina.  En ese segundo periodo de su vida en el Monasterio, se le encargo trabajos en la herrería del Monasterio y en la panadería del mismo.  En el primero, el monje Felipe combinaba la fuerza física del trabajo con la oración y el ayuno, y con la panadería, la fuerza de sus manos amasaba las futuras prósforas que sus hermanos consagrarían.

 

Ya muy temprano en la mañana, iniciaba sus oraciones y sus actividades en la panadería, para luego continuar con la herrería, y sin faltar a los oficios litúrgicos que le correspondían.  Estas pruebas de fuego lo llevaron a que sus autoridades le permitieran iniciar un camino al desierto, ocupándose solo de sí mismo y de su relación con Nuestro Señor Jesucristo, teniendo como horizonte el blando de las nubes y el blanco de los mares cubiertos de hielo.

 


Monasterio de Solovetski


V – HIGÚMENO DEL MONASTERIO

 

El camino al desierto, devolvió al monje Felipe con una enorme sabiduría, la cual fue vista por sus pares y por sobre todo por el Achieparca Teodosio de Novgorod,  quien designará al Monje Felipe, en 1946 como Higúmeno del Monasterio de Solovestk a la muerte del staretz Alexei.

 

En su primer año, se dedicó a buscar reliquias de los padres fundadores del Monasterio Savvaty, Herma y Zosima. Lograron hallar los monjes un antiguo icono traido por sus primeros pobladores, una Madre de Dios Hodighitria. Luego, la cruz de piedra que tuvo la primera celda de Savvaty, y el salterio del Monje Zosima (+1478). Asi, un año después de asumir como Hegumeno, y bajo el Metropolita Macario, son canonizados los monjes Savvaty y Zosima, hacedores  del Monasterio de Solovetsky.

 

El monasterio revivió espiritualmente. Para regular la vida en el monasterio, se adoptó una nueva ustav (regla monástica).

 

En poco tiempo, se inició la construcción de piedra del Monasterio, a lo cual le siguió la construcción de la Iglesia de la Asunción (1552-1557) con su refectorio y su sótano.  Un año después, iniciaron la construcción de la Catedral de la Transfiguración (1558-1566).

 

La obra del Hegúmeno Felipe no solo fue en materia eclesiástica. También pensó en mejorar la infraestructura de la Iglesia para recibir mayor cantidad de peregrinos, lográndose inaugurar en la isla de Bolshoy Zayatksy el primero puerto de piedra en Rusia para embarcaciones marítimas.  Ello acompañado con la construcción de un sistema de canales para tener agua potable en el monasterio y poblaciones de la isla principal. 

 

En todo ello, no solo estuvo la ayuda del Metropolita Macario de Moscú, sino también de un viejo admirador, que lo recordaba de su infancia: Iván IV.

 

En todo ese período, el ahora Hegúmeno Felipe, no abandonaba sus momentos de soledad. Se retiraba a una playa solitaria cercana del Monasterio. Ese lugar, luego fue llamado el “desierto de FIlippov”.

 

VI – METROPOLITA DE MOSCU

 

Al fallecer el Metropolita Macario de Moscú, fue insistente el Za4r Iván IV de su ese viejo confidente que ahora era Hegúmeno de un monasterio venga a acompañarlo a Moscú como su nuevo Metropolita. Sin embargo, el Higúmeno Felipe, ya conocía sobre el carácter de Iván, ya que eran muy conocidas sus accesos irracionales de ira y por momentos una furia mística que lo envolvía.

 

Iván fue entronizado como ZAR de Rusia por el Metropolita Macario en 1547, y desde entonces, comenzó a crear un poder despótico sofocante. Triunfador en sus campañas militares contra boyardos esquivos a su autoridad, y sumándose la epopeya de la conquista de Siberia y la destrucción de varios kanatos al norte del Mar Negro.

 

En ese momento de auge del Zar, esperaba encontrar en su viejo amigo Felipe, confesor y un consejero, a sentirse rodeado de intrigas y falsedades de parte de la casta de los boyardos. Insistió de tal manera, que el hegumeno Felipe acepto el cargo, sabiendo que de aquí en mas seria su función sanar el alma del gobernante de todas las Rusias y proteger a su pueblo del despotismo. 

 

El 25 de julio de 1566 tuvo lugar la consagración del nuevo Metropolita de Moscú, Felipe a la sede de los santos jerarcas de Moscú.

 

VII – EL ZAR Y LA FE

 

 Iván el Terrible, es considerado una de las figuras más grandes y contradictorias de la historia rusa, Fue un hombre culto, un escritor talentoso y amante de la buena lectura, e investigador. A él se le debe la compilación de Crónicas de la historia de su ciudad capital, Moscú.

 

Siendo joven, había acompañado al Metropolita Macario en visita a monasterios, en donde se familiarizo con la práctica de reglas monástica, las cuales aplicaba a su vida cotidiana. Acontecía que cuando tomaba decisiones cruentas, entraba en penitencia sintiéndose pecador pero de alguna manera, destinado a serlo por la Providencia Divina que pedía de él ese sacrificio para el engrandecimiento de su nación.

 

Para cumplir su misión, creo la OPRICHNIKI, una policía secreta, que Iván deseaba que funcione como una hermandad monástica con una misión sagrada de eliminar a los enemigos del régimen político. Los Oprichniki debían vestir el hábito monástico y asistir a los oficios religiosos, largos y agotadores, que duraban de cuatro a diez de la mañana. A los "hermanos" que no se presentaban a las cuatro de la mañana, el zar les imponía una penitencia.

 

La actividad espiritual y la sobriedad monástica de Iván el Terrible se revelan de manera más clara en su "Synodikon": poco antes de su muerte, por orden suya, se compilaron listas completas de las personas asesinadas por él y sus oprichniki. Los cuales fueron luego distribuidos por todos los monasterios rusos. Iván tomó sobre sí todos sus pecados contra la nación y rogó a los santos monjes que oraran a Dios por el perdón de su alma atormentada.

 

IX  - LA MISIÓN DE LA CASTA SACERDOTAL

 

Todo gobernante, debe ser sabio a la hora de tomar decisiones que involucran el bienestar de su pueblo. Este, no debe confundir la gloria personal, con la gloria de una Nación, y más una tierra teofora como lo es Rusia. Reúne en si, el poder temporal y espiritual, es por lo tanto, un pontifex, un hacedor de puentes, responsable último del camino de su pueblo a la realización espiritual, al camino a la eternidad. Por lo tanto, a su lado, siempre estará la casta sacerdotal, que le ayudará en ese camino, orientándolo, enseñando la VIRTUD  en la que debe estar imbuido el gobernante. 

 

En todas las tradiciones religiosas, junto al MONARCA, esta aquel que tiene la función de enseñar el correcto camino. Esta concepción del PODER, la hereda Rusia del Imperio Romano de Oriente, del Basileus y del Patriarca. Es este, un MODELO IDEAL donde se logra un equilibrio espiritual y material, que muchas veces flaquea, por el despotismo del monarca o por un clero obsecuente que elude su función, por pereza o por miedo.

 

No es este sin embargo el modelo que impero en el Occidente Romano, que luego de la doctrina de las dos espadas del Papa Gelasio I (+496) que pondría las bases de un Patriarcado como Roma, que repelería a los gobernantes, convirtiendo la propia iglesia Romana, en un poder político independiente de los gobernantes (hoy, un “grupo de presión”), desacralizando los principios políticos que debían regir un pueblo.

 

Volviendo a nuestra historia: el Metropolita Felipe, hace HONOR a la historia de aquellos mártires que cumplieron su deber de enseñar al soberano la VIRTUD aun cuando ello le cueste la muerte. Muy diferente a los últimos Patriarcas de Moscú que han sido serviles a poderes despóticos, genocidas y ateos.

 

X – MARTIRIO DEL METROPOLITA FELIPE

 

El Metropolita Felipe, apenas duro tres años en su cargo. Eran los tiempos más oscuros del Zar Iván IV, y a pesar de los repetidos consejos y cuestionamientos que le brindaba al Zar, este no cambiaba de actitud, por el contrario, comenzaría a desconfiar de su admirado monje, penando que estaría confabulando con los boyardos para deponerlo del poder, o peor, asesinarlo. 

 

El Metropolita Felipe comenzó criticando las acciones criminales de los Oprichniki. Había entre ellos asesinos declarados, curtidos en derramamientos de sangre ilegales, y aprovechados de ellos a cambio de recompensas, arraigados en el pecado y la transgresión.

 

En varias instancias, el Metropolita Felipe, salió en defensa de condenados a muerte. El Zar veía en ello un apoyo a aquellos que planeaban su muerte. La desconfianza aumentaba más y más.

 

La ruptura definitiva entre el Zar y su Metropolita, se produjo en la primavera de 1568: El Domingo de la Veneración de la Santa Cruz, el 2 de marzo de 1568, cuando el zar entró con sus opríchniki en la catedral de la Dormición, como era su costumbre, vestido con ropa monástica, el Metropolita, se negó a bendecirlo y comenzó a denunciar abiertamente los actos ilegales de los opríchniki. Las acusaciones del Metropolita  rompieron la armonía del servicio religioso. Iván el Terrible, furioso, estalló: "¿Quieres oponerte a nosotros? Veremos tu firmeza. He sido demasiado blando contigo". Esa fue, la sentencia de muerte.

 

El Zar convoco a la Duma con el objeto de  celebrar un juicio contra el Primado de la Iglesia rusa. Se constituyó un tribunal catedralicio para juzgar al Metropolitano Felipe en presencia de autoridades leales al Zar.  La parodia de juicio, con testigos falsos u otros obligados por la fuerza y la tortura, testificaron contra el Metropolita.

 

El zar fue condenado, sin embargo, se lo dejo libre para sufrir mayores humillaciones: el 8 de noviembre de 1568. En medio de un oficio liturico, los oprichniki irrumpieron en el templo, leyeron públicamente la sentencia de condena del concilio y luego insultaron al santo, le arrancaron las vestiduras jerárquicas, lo vistieron con harapos, lo arrastraron fuera de la iglesia y lo llevaron en un simple trineo de campesinos al monasterio de Teofanía.

 

Durante mucho tiempo oprimieron al mártir en los sótanos de los monasterios de Moscú, le metieron los pies al anciano en el cepo, lo mantuvieron encadenado y le pusieron una pesada cadena al cuello. Finalmente, lo llevaron al monasterio de Tver Otroch. Y allí, un año después, el 23 de diciembre de 1569, el santo aceptó la muerte por estrangulación,  a manos de uno de los carniceros de la Opríchnina, Maliuta Skuratov.

 


Maliuta Skuratov ingresando a la celda a asesinar a San Felipe de Moscu


XI – SANTIDAD

 

Las reliquias del santo fueron trasladadas al monasterio de Solovetsk en 1591 y posteriormente a Moscú en 1652, cinco años luego de la muerte de Iván IV.

 

La memoria de San Felipe fue celebrada por la Iglesia rusa desde el año 1591, el día de su muerte como mártir, el 23 de diciembre. A partir de 1660, la celebración se trasladó al 9 de enero.

 

Su martirio nos enseña que Dios nos brinda una misión en la vida, a la cual no podemos por comodidad rechazar. San Felipe, podía haber declinado muchas más veces, su designación como Metropolita de Moscú y haberse despedido de este mundo mirando la inmensidad desde su playa en el desierto de Filippov. Acepto su destino, y no tuvo miedo de enfrentar a una de las figuras más importantes de la historia universal en un intento de devolverlo a la VIRTUD, y lograr ese equilibrio tan difícil de conseguir, que es que toda una nación, junto a su timonel, logre ascender la Santa Escala, siendo dignos a los ojos de Dios.

 

En el juicio, sabiendo la parodia a la que enfrentaba, dijo:

 

"He venido a la tierra, como todos mis antepasados dispuesto a sufrir por la verdad".

 

Aquí estamos, no solo para recordar a San Felipe, Metropolita de Ivan IV “El Terrible”, sino para saber cuál será por siempre, la misión de un cristiano en este mundo.

 

QUE SU MEMORIA SEA ETERNA

 

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos