EL MODELO DE JUSTICIA Y GOBERNANZA BAJO UN SISTEMA POLITICO
CRISTIANO ORTODOXO
EL EJEMPLO DE SAN FELIPE, METROPOLITA DE MOSCU
22 de enero / 09 de enero – Calendario Eclesiástico
I – LEGADO
La iglesia ortodoxa conmemora en este día al Santo
Metropolita Felipe de Moscú, que con su
martirio enseño al mundo lo que era la fidelidad al Monarca y al Pueblo,
en tanto supo enseñar al soberano las virtudes de un gobernante cristiano ortodoxo,
aun cuando corriera riesgo su propia vida.
II – SUS ORIGENES
Nació el 11 de febrero de 1507 con el nombre Feodor
Stefanovich Kolychov en la prospera población de Galich al borde de un gran
lago que también lleva su nombre, en el oblast de Kostromá, Rusia.
Feodor descendía de una importante familia de boyardos con
importantes conexiones con la ciudad de Moscú. Su padre, Stepan Ivanovich era
un hombre de formación intelectual y con formación militar. Por su parte, su
madre, Varvara, le infundió las enseñanzas de la Santa Iglesia Ortodoxa, que
marcaron su vida. Su madre misma, habiendo quedado viuda, optara por ingresar
en un monasterio en el cual pasará el resto de su vida.
En la adolescencia, el joven Feodor estuvo formándose en la
corte del Príncipe Basilio III (1479-1533), hijo de Iván III el “Grande”.
III – EL NACIMIENTO DE UNA AMISTAD
Al fallecer el Príncipe Basilio III, dejo a cargo del gobierno al joven de tres años,
Iván IV, que pasaría a la historia como Iván “el Terrible”. Diferentes regentes
gobernarían a nombre de Iván IV, viviendo un tiempo en que menospreciado y
maltratado por boyardos oportunistas que se convertían en favoritos de los
regentes.
Este joven niño, conocerá a Feodor en una época en que se
acercará a la iglesia frente al desprecio de aquellos que gobernaban en su
nombre. En ello, coincidía con Fedor, que a pesar de su buena posición
económica, rechazaba todo tipo de voluptuosidades que la vida cortesana ofrecía
a los inescrupulosos. Fiodos se sumergía en los libros y en la vida ascética,
algo que sería muy admirado por el joven Iván, quien años después se dejaría
guiar por el Metropolitano Macario
(1482-1563), quien en 1947, entronizaría a Ivan IV como el primer ZAR de Rusia.
Iván no volvió a saber nada de su amigo Feodor, ya que este
abandonará la ciudad de Moscú para
iniciar un camino en soledad. Vivirá un tiempo en el poblado de Khizna cerca
del lago Onega, trabajando en tareas pastoriles, para finalmente arribar al
Monasterio de Solovetski, en medio del Mar Blanco.
IV – EN EL MONASTERIO DE SOLOVETSKI
Feodor ingreso con 31 años cumplidos al Monasterio de
Solovetski, un lugar inhóspito donde la vida religiosa era probada con suma
dureza. Al principio, Feodor se encargó de todas las tareas que ayudaban al
monasterio a funcionar: cortando leña,
arreglando techos y paredes, trabajando la tierra y el molino.
Un año y medio pasaron, y finalmente, el abad Alexei, viendo
la piedad y mansedumbre con la que se identificaba Feodor, es tonsurado y
brindado el nombre de FELIPE, dejándolo bajo la guía del staretz Jona
Shamina. En ese segundo periodo de su
vida en el Monasterio, se le encargo trabajos en la herrería del Monasterio y
en la panadería del mismo. En el
primero, el monje Felipe combinaba la fuerza física del trabajo con la oración
y el ayuno, y con la panadería, la fuerza de sus manos amasaba las futuras
prósforas que sus hermanos consagrarían.
Ya muy temprano en la mañana, iniciaba sus oraciones y sus
actividades en la panadería, para luego continuar con la herrería, y sin faltar
a los oficios litúrgicos que le correspondían.
Estas pruebas de fuego lo llevaron a que sus autoridades le permitieran
iniciar un camino al desierto, ocupándose solo de sí mismo y de su relación con
Nuestro Señor Jesucristo, teniendo como horizonte el blando de las nubes y el
blanco de los mares cubiertos de hielo.
V – HIGÚMENO DEL MONASTERIO
El camino al desierto, devolvió al monje Felipe con una
enorme sabiduría, la cual fue vista por sus pares y por sobre todo por el
Achieparca Teodosio de Novgorod, quien
designará al Monje Felipe, en 1946 como Higúmeno del Monasterio de Solovestk a
la muerte del staretz Alexei.
En su primer año, se dedicó a buscar reliquias de los padres
fundadores del Monasterio Savvaty, Herma y Zosima. Lograron hallar los monjes
un antiguo icono traido por sus primeros pobladores, una Madre de Dios
Hodighitria. Luego, la cruz de piedra que tuvo la primera celda de Savvaty, y
el salterio del Monje Zosima (+1478). Asi, un año después de asumir como
Hegumeno, y bajo el Metropolita Macario, son canonizados los monjes Savvaty y
Zosima, hacedores del Monasterio de
Solovetsky.
El monasterio revivió espiritualmente. Para regular la vida
en el monasterio, se adoptó una nueva ustav (regla monástica).
En poco tiempo, se inició la construcción de piedra del
Monasterio, a lo cual le siguió la construcción de la Iglesia de la Asunción
(1552-1557) con su refectorio y su sótano.
Un año después, iniciaron la construcción de la Catedral de la
Transfiguración (1558-1566).
La obra del Hegúmeno Felipe no solo fue en materia
eclesiástica. También pensó en mejorar la infraestructura de la Iglesia para
recibir mayor cantidad de peregrinos, lográndose inaugurar en la isla de
Bolshoy Zayatksy el primero puerto de piedra en Rusia para embarcaciones
marítimas. Ello acompañado con la
construcción de un sistema de canales para tener agua potable en el monasterio
y poblaciones de la isla principal.
En todo ello, no solo estuvo la ayuda del Metropolita
Macario de Moscú, sino también de un viejo admirador, que lo recordaba de su
infancia: Iván IV.
En todo ese período, el ahora Hegúmeno Felipe, no abandonaba
sus momentos de soledad. Se retiraba a una playa solitaria cercana del
Monasterio. Ese lugar, luego fue llamado el “desierto de FIlippov”.
VI – METROPOLITA DE MOSCU
Al fallecer el Metropolita Macario de Moscú, fue insistente
el Za4r Iván IV de su ese viejo confidente que ahora era Hegúmeno de un
monasterio venga a acompañarlo a Moscú como su nuevo Metropolita. Sin embargo,
el Higúmeno Felipe, ya conocía sobre el carácter de Iván, ya que eran muy
conocidas sus accesos irracionales de ira y por momentos una furia mística que
lo envolvía.
Iván fue entronizado como ZAR de Rusia por el Metropolita
Macario en 1547, y desde entonces, comenzó a crear un poder despótico
sofocante. Triunfador en sus campañas militares contra boyardos esquivos a su
autoridad, y sumándose la epopeya de la conquista de Siberia y la destrucción
de varios kanatos al norte del Mar Negro.
En ese momento de auge del Zar, esperaba encontrar en su
viejo amigo Felipe, confesor y un consejero, a sentirse rodeado de intrigas y
falsedades de parte de la casta de los boyardos. Insistió de tal manera, que el
hegumeno Felipe acepto el cargo, sabiendo que de aquí en mas seria su función
sanar el alma del gobernante de todas las Rusias y proteger a su pueblo del
despotismo.
El 25 de julio de 1566 tuvo lugar la consagración del nuevo
Metropolita de Moscú, Felipe a la sede de los santos jerarcas de Moscú.
VII – EL ZAR Y LA FE
Iván el Terrible, es
considerado una de las figuras más grandes y contradictorias de la historia
rusa, Fue un hombre culto, un escritor talentoso y amante de la buena lectura,
e investigador. A él se le debe la compilación de Crónicas de la historia de su
ciudad capital, Moscú.
Siendo joven, había acompañado al Metropolita Macario en
visita a monasterios, en donde se familiarizo con la práctica de reglas
monástica, las cuales aplicaba a su vida cotidiana. Acontecía que cuando tomaba
decisiones cruentas, entraba en penitencia sintiéndose pecador pero de alguna
manera, destinado a serlo por la Providencia Divina que pedía de él ese
sacrificio para el engrandecimiento de su nación.
Para cumplir su misión, creo la OPRICHNIKI, una policía
secreta, que Iván deseaba que funcione como una hermandad monástica con una
misión sagrada de eliminar a los enemigos del régimen político. Los Oprichniki
debían vestir el hábito monástico y asistir a los oficios religiosos, largos y
agotadores, que duraban de cuatro a diez de la mañana. A los
"hermanos" que no se presentaban a las cuatro de la mañana, el zar
les imponía una penitencia.
La actividad espiritual y la sobriedad monástica de Iván el
Terrible se revelan de manera más clara en su "Synodikon": poco antes
de su muerte, por orden suya, se compilaron listas completas de las personas
asesinadas por él y sus oprichniki. Los cuales fueron luego distribuidos por
todos los monasterios rusos. Iván tomó sobre sí todos sus pecados contra la nación
y rogó a los santos monjes que oraran a Dios por el perdón de su alma
atormentada.
IX - LA MISIÓN DE LA
CASTA SACERDOTAL
Todo gobernante, debe ser sabio a la hora de tomar
decisiones que involucran el bienestar de su pueblo. Este, no debe confundir la
gloria personal, con la gloria de una Nación, y más una tierra teofora como lo
es Rusia. Reúne en si, el poder temporal y espiritual, es por lo tanto, un
pontifex, un hacedor de puentes, responsable último del camino de su pueblo a
la realización espiritual, al camino a la eternidad. Por lo tanto, a su lado,
siempre estará la casta sacerdotal, que le ayudará en ese camino, orientándolo,
enseñando la VIRTUD en la que debe estar
imbuido el gobernante.
En todas las tradiciones religiosas, junto al MONARCA, esta
aquel que tiene la función de enseñar el correcto camino. Esta concepción del
PODER, la hereda Rusia del Imperio Romano de Oriente, del Basileus y del
Patriarca. Es este, un MODELO IDEAL donde se logra un equilibrio espiritual y
material, que muchas veces flaquea, por el despotismo del monarca o por un
clero obsecuente que elude su función, por pereza o por miedo.
No es este sin embargo el modelo que impero en el Occidente
Romano, que luego de la doctrina de las dos espadas del Papa Gelasio I (+496)
que pondría las bases de un Patriarcado como Roma, que repelería a los
gobernantes, convirtiendo la propia iglesia Romana, en un poder político
independiente de los gobernantes (hoy, un “grupo de presión”), desacralizando
los principios políticos que debían regir un pueblo.
Volviendo a nuestra historia: el Metropolita Felipe, hace
HONOR a la historia de aquellos mártires que cumplieron su deber de enseñar al
soberano la VIRTUD aun cuando ello le cueste la muerte. Muy diferente a los
últimos Patriarcas de Moscú que han sido serviles a poderes despóticos,
genocidas y ateos.
X – MARTIRIO DEL METROPOLITA FELIPE
El Metropolita Felipe, apenas duro tres años en su cargo.
Eran los tiempos más oscuros del Zar Iván IV, y a pesar de los repetidos
consejos y cuestionamientos que le brindaba al Zar, este no cambiaba de
actitud, por el contrario, comenzaría a desconfiar de su admirado monje,
penando que estaría confabulando con los boyardos para deponerlo del poder, o
peor, asesinarlo.
El Metropolita Felipe comenzó criticando las acciones
criminales de los Oprichniki. Había entre ellos asesinos declarados, curtidos
en derramamientos de sangre ilegales, y aprovechados de ellos a cambio de
recompensas, arraigados en el pecado y la transgresión.
En varias instancias, el Metropolita Felipe, salió en
defensa de condenados a muerte. El Zar veía en ello un apoyo a aquellos que
planeaban su muerte. La desconfianza aumentaba más y más.
La ruptura definitiva entre el Zar y su Metropolita, se produjo
en la primavera de 1568: El Domingo de la Veneración de la Santa Cruz, el 2 de
marzo de 1568, cuando el zar entró con sus opríchniki en la catedral de la
Dormición, como era su costumbre, vestido con ropa monástica, el Metropolita,
se negó a bendecirlo y comenzó a denunciar abiertamente los actos ilegales de
los opríchniki. Las acusaciones del Metropolita
rompieron la armonía del servicio religioso. Iván el Terrible, furioso,
estalló: "¿Quieres oponerte a nosotros? Veremos tu firmeza. He sido
demasiado blando contigo". Esa fue, la sentencia de muerte.
El Zar convoco a la Duma con el objeto de celebrar un juicio contra el Primado de la
Iglesia rusa. Se constituyó un tribunal catedralicio para juzgar al
Metropolitano Felipe en presencia de autoridades leales al Zar. La parodia de juicio, con testigos falsos u
otros obligados por la fuerza y la tortura, testificaron contra el Metropolita.
El zar fue condenado, sin embargo, se lo dejo libre para
sufrir mayores humillaciones: el 8 de noviembre de 1568. En medio de un oficio
liturico, los oprichniki irrumpieron en el templo, leyeron públicamente la
sentencia de condena del concilio y luego insultaron al santo, le arrancaron
las vestiduras jerárquicas, lo vistieron con harapos, lo arrastraron fuera de
la iglesia y lo llevaron en un simple trineo de campesinos al monasterio de
Teofanía.
Durante mucho tiempo oprimieron al mártir en los sótanos de
los monasterios de Moscú, le metieron los pies al anciano en el cepo, lo
mantuvieron encadenado y le pusieron una pesada cadena al cuello. Finalmente,
lo llevaron al monasterio de Tver Otroch. Y allí, un año después, el 23 de
diciembre de 1569, el santo aceptó la muerte por estrangulación, a manos de uno de los carniceros de la
Opríchnina, Maliuta Skuratov.
XI – SANTIDAD
Las reliquias del santo fueron trasladadas al monasterio de
Solovetsk en 1591 y posteriormente a Moscú en 1652, cinco años luego de la
muerte de Iván IV.
La memoria de San Felipe fue celebrada por la Iglesia rusa
desde el año 1591, el día de su muerte como mártir, el 23 de diciembre. A
partir de 1660, la celebración se trasladó al 9 de enero.
Su martirio nos enseña que Dios nos brinda una misión en la
vida, a la cual no podemos por comodidad rechazar. San Felipe, podía haber
declinado muchas más veces, su designación como Metropolita de Moscú y haberse
despedido de este mundo mirando la inmensidad desde su playa en el desierto de
Filippov. Acepto su destino, y no tuvo miedo de enfrentar a una de las figuras
más importantes de la historia universal en un intento de devolverlo a la
VIRTUD, y lograr ese equilibrio tan difícil de conseguir, que es que toda una
nación, junto a su timonel, logre ascender la Santa Escala, siendo dignos a los
ojos de Dios.
En el juicio, sabiendo la parodia a la que enfrentaba, dijo:
"He venido a la tierra, como todos mis antepasados
dispuesto a sufrir por la verdad".
Aquí estamos, no solo para recordar a San Felipe,
Metropolita de Ivan IV “El Terrible”, sino para saber cuál será por siempre, la
misión de un cristiano en este mundo.
QUE SU MEMORIA SEA ETERNA
Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos