“Dos camaradas viejos de partido se ven, y uno dice a otro:
- ¿Has visto? Todo lo que nos contaban del comunismo era
mentira.
- No es peor cosa. Peor cosa es que todo lo que nos contaban
del capitalismo era verdad.”
Una forma de mostrar el funcionamiento actual del reino del
anticristo, es mostrar como el sistema económico no sólo esclaviza psicológicamente
a los ciudadanos del mundo sumergiéndolos en el consumismo mas exasperante,
sino también como el mismo tortura, mata y finalmente esclaviza en el mas
profundo y terrible significado de dicha palabra.
Primero, ¿acaso creíamos que el comunismo estaba muerto?
La respuesta es NO.
El comunismo sigue persiguiendo a las personas según lo que
piensan, encarcelando, torturando, asesinando, y también, para “readaptarlos” creando
campos de concentración. ¿Pero dónde ocurre hoy ello?. En muchos lados, y no
solo lo hacen los comunistas, pero en este caso los abordaremos a ellos, y
principalmente al régimen chino, que tanta aceptación posee de la comunidad
internacional.
El régimen comunista chino, responsable de las mayores
masacres de la historia de la humanidad, superando a la mismísima URSS, hoy,
persigue, encarcela, tortura, asesina y esclaviza a minorías religiosas, los
Uighur que son musulmanes (ver segundo artículo debajo). Un millón de
deportados, esclavizados, algunos muertos, otros haciendo trabajos forzados en
condiciones infrahumanas, y finalmente, otros en fábricas que trabajan para los
capitalistas de oriente y occidente.
Viven en la esclavitud.
Producen esclavitud.
Exportan esclavitud.
Y el mundo, importa esclavitud.
La República Popular China es parte del sistema capitalista.
Todos hablan de ella. De su poder económico, de sus potencialidades, de su
injerencia en el mercado internacional. Y el mundo entero los trata bien, como
en su momento lo hicieron con Stalin y continuadores, con Mao Tse Tung y
continuadores, con Ho Chi Min y continuadores, con Pol Pot, con Fidel Castro,
con Corea del Norte y tantos otros.
Pero al parecer a los “gerentes” de este mundo, aquellos que
se mueven según de los titiriteros del inframundo, no tienen escrúpulos de
utilizar la mano de obra barata (esclava) en China para producir. Empresas de
todo el mundo, se radican en China o subcontratan sus servicios (como vemos en
el primer artículo de abajo).
Que dirían los libertarios de ayer, hoy y siempre, que el
amado capitalismo utiliza los medios de producción de la barbarie comunista.
Dos sistemas metafísicamente iguales: materialistas, con un dios monetario triturador
y consumista.
Retornamos aparentemente a los tiempos pre-cristianos, donde
la esclavitud es el motor de la economía mundial. Lo que confirma qué en los
tiempos actuales, denominarse "cristiano" para muchos, es pura
fachada, cuando en el fondo, se respalda el totalitarismo ateo.
Este es el régimen del Anticristo.
Como hijos de Nuestro Señor Jesucristo, hemos de tomar la espada
que nos trajo (Mateo 10:34-36) y defender la VERDAD.
Vladyka TEOFANO, Juan M. Garayalde
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en el Extranjero
China está usando a la población uighur en fábricas de
trabajo forzado y el escándalo afecta también a Ikea y a H&M
Javier Taeño
Yahoo Finanzas16 de julio de 2019
https://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/china-esta-usando-a-la-poblacion-uighur-en-fabricas-de-trabajo-forzado-y-el-escandalo-afecta-tambien-a-ikea-y-a-hm-103438115.html
Desde hace meses, las principales organizaciones de derechos humanos han ido documentando la persecución que sufre la población uighur (una minoría musulmana) en China. Las ONG’s señalan que esta etnia vive en unas condiciones similares a una prisión después de que las autoridades asiáticas detuviera a un millón de personas y las encerrara en campos de internamiento conocidos como centros de reeducación. Estos son lugares de lavado de cerebro, tortura y castigo, tal y como denuncia Amnistía Internacional.
Ahora una investigación de Four Corners en la televisión
australiana ABC ha ido un paso más allá. Este programa, centrado en las
noticias de carácter internacional que se lleva emitiendo desde 1961, ha
intentado arrojar un poco de luz sobre qué les ocurre a los uighur cuando son
detenidos en la provincia china de Xinjiang, que es donde se asientan, y sus
revelaciones no han dejado indiferente a nadie.
En los últimos meses China había intensificado su campaña de
internamiento masivo, vigilancia intrusiva, adoctrinamiento político y
asimilación cultural forzada contra las minorías étnicas, especialmente los
uighur. El canal australiano ha mostrado que más allá de tener a los presos en
esos centros de reeducación, también son obligados a hacer trabajos forzados en
fábricas del país. Unos hallazgos que además señalan a seis grandes marcas, ya
que estos prisioneros habrían elaborado algunos productos textiles para ellas.
Las empresas señaladas
El reportaje señala que Ikea, H&M, Dangerfield,
Jeanswest, Cotton On y Target se surten de algodón en la región de Xinjiang,
aunque lo hacen a través de subcontratas, es decir, en principio ninguna de
ellas trata de forma directa con los proveedores de este producto que procede
del trabajo forzado. Estas compañías han asegurado que van a investigar sus
cadenas de suministro y han resaltado que se toman muy en serio este tipo de
esclavitud moderna.
Four Corners también ha compartido algunos testimonios que
muestran la difícil situación a la que se enfrentan los detenidos. Una mujer ha
contado que la han obligado a limpiar la fábrica debido a que su mala visión le
impedía hacer los bordados complejos. Otras han tenido que sufrir registros
telefónicos y corporales cuando llegaban y salían de la fábrica.
Una muestra más de una represión masiva que según Amnistía
Internacional ha destrozado a cientos de miles de familias que ni siquiera
saben qué ha sido de sus seres queridos y viven en una continua angustia. Las
revelaciones del programa australiano echan aún más fuego a una situación que
se sigue manteniendo en el tiempo.
ARTICULO II:
China: Familiares de hasta un millón de personas detenidas
durante una campaña de “reeducación” masiva exigen respuestas
24 septiembre 2018, 15:37 UTC
https://www.amnesty.org/es/latest/news/2018/09/china-xinjiang-families-of-up-to-one-million-detained-demand-answers/
https://www.amnesty.org/es/latest/news/2018/09/china-xinjiang-families-of-up-to-one-million-detained-demand-answers/
Familiares de desaparecidos
• Se estima
que hasta un millón de personas, en su mayoría musulmanas, se encuentran
recluidas en campos de internamiento en Sin-kiang, en el noroeste de China
• Las
familias han hablado con Amnistía Internacional de su desesperación por recibir
noticias de sus seres queridos desaparecidos
China debe poner fin a la campaña de represión sistemática y
revelar la suerte de hasta un millón de personas, en su mayoría musulmanas,
detenidas en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, ha dicho Amnistía
Internacional en un nuevo informe publicado hoy.
Esta represión masiva ha destrozado a cientos de miles de
familias. Están desesperadas por saber qué ha pasado con sus seres queridos y
ya es hora de que las autoridades chinas les den respuestas.
Nicholas Bequelin, director regional para Asia Oriental de
Amnistía Internacional
En el último año se ha intensificado la campaña
gubernamental de internamiento masivo, vigilancia intrusiva, adoctrinamiento
político y asimilación cultural forzada contra las personas de etnias uigur y
kazaja y los miembros de otros grupos étnicos de la región, en su mayoría
musulmanes. La mayoría de las familias de las personas detenidas desconocen la
suerte de sus seres queridos y a menudo tienen miedo de alzar la voz.
“No debe permitirse que el gobierno de China continúe esta
brutal campaña contra las minorías étnicas en el noroeste del país. Los
gobiernos de todo el mundo deben hacer que las autoridades chinas rindan
cuentas por la pesadilla que se está viviendo en la Región Autónoma Uigur del
Sin-kiang”, ha dicho Nicholas Bequelin, director regional de Amnistía
Internacional para Asia Oriental.
“Las familias ya han sufrido bastante. Esta represión masiva
ha destrozado a cientos de miles de ellas. Están desesperadas por saber qué ha
pasado con sus seres queridos y ya es hora de que las autoridades chinas les
den respuestas.”
En su nuevo informe, China: Where are they? Time for answers
about mass detentions in Xinjiang Uighur Autonomous Region, Amnistía
Internacional pone de relieve la angustia de quienes han perdido el contacto
con sus familiares y amigos en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang y temen
que hayan sido detenidos.
La organización ha entrevistado a más de 100 personas fuera
de China cuyos familiares en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang todavía se
encuentran en paradero desconocido, así como a personas que fueron torturadas
cuando se encontraban recluidas en campos de detención en la misma región.
La Región Autónoma
Uigur del Sin-kiang, en el noroeste de China, tiene una población de casi 22
millones de personas.
El internamiento de grupos étnicos, en su mayoría
musulmanes, en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang se ha intensificado desde
marzo de 2017, cuando se aprobó la “Normativa Antirradicalización” en dicha
región. Las muestras públicas —o incluso privadas— de afiliación religiosa y
cultural, como llevar una barba “extraña”, cubrirse la cabeza con un velo o un
pañuelo, orar frecuentemente, ayunar o evitar el alcohol, o tener libros o
artículos sobre el islam o la cultura uigur pueden considerarse conductas
“radicales” en virtud de esta normativa.
Otros motivos importantes de sospecha son viajar al
extranjero por trabajo o estudios, en especial a países de mayoría musulmana, o
estar en contacto con personas fuera de China. Hombres y mujeres, jóvenes y
personas de edad avanzada, residentes en zonas rurales y urbanas... Todos
corren peligro de ser detenidos.
Los ubicuos controles de seguridad, que ahora forman parte
de la rutina diaria en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, ofrecen amplias
oportunidades para buscar contenidos sospechosos en los teléfonos móviles de la
gente o comprobar su identidad utilizando programas informáticos de
reconocimiento facial.
Las personas pueden ser identificadas como sospechosas a
través del control rutinario de mensajes enviados en aplicaciones de redes
sociales como WeChat, que no usan la encriptación de extremo a extremo. El uso
de aplicaciones de mensajería que sí utilizan la encriptación, como WhatsApp,
también puede ser en un motivo de detención.
Las autoridades se refieren a los campos como centros de
“transformación a través de la educación”, pero mucha gente simplemente los
llama “campos de reeducación”. Las personas recluidas en los campos de
detención no son sometidas a juicio ni tienen acceso a asistencia letrada o
derecho a impugnar la decisión. Pueden permanecer detenidas durante meses, ya
que son las autoridades quienes deciden cuándo la persona se ha “transformado”.
A Kairat Samarkan lo enviaron a un campo de detención en
octubre de 2017 tras regresar a la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang después
de una visita breve al vecino Kazajistán. La policía le dijo que estaba
detenido porque se lo acusaba de tener doble nacionalidad y de haber
traicionado a su país. Quedó en libertad en febrero de 2018.
Kairat dijo a Amnistía Internacional que, cuando lo
detuvieron, lo encapucharon, le pusieron grilletes en los brazos y las piernas
y lo obligaron a permanecer de pie en una posición fija durante 12 horas. Había
cerca de 6.000 personas recluidas en el mismo campo, donde se las obligaba a
cantar canciones políticas y a estudiar los discursos del Partido Comunista
Chino. No podían hablar entre ellas y, antes de las comidas, debían corear
“larga vida a Xi Jinping”. Kairat contó a Amnistía Internacional que el trato
recibido lo llevó a intentar suicidarse justo antes de ser puesto en libertad.
Quienes se resisten o no demuestran que han cambiado lo
suficiente se enfrentan, según informes, a castigos que van desde los insultos
a la privación de alimentos, la reclusión en régimen de aislamiento, las
palizas, y el uso de instrumentos de coerción y posturas de tensión. Se han
recibido informes de muertes en los centros, incluidos casos de suicidios de personas
que no han podido aguantar los malos tratos.
Las autoridades justifican estas medidas extremas basándose
en la necesidad de luchar contra el terrorismo y garantizar la seguridad
nacional. Sin embargo, las medidas dirigidas a proteger a los ciudadanos de
ataques deben ser necesarias y proporcionales, y lo más concretas y
restringidas posible para hacer frente a una amenaza específica.
“Los centros de detención masiva son lugares de lavado de
cerebro, tortura y castigo. El hecho de que por enviar un mensaje a tus
familiares en el extranjero puedas acabar detenido pone de manifiesto lo
absurdas, injustificadas y totalmente arbitrarias que son las acciones de las
autoridades chinas”, ha afirmado Nicholas Bequelin.
Familias destrozadas
Bota Kussaiyn está
desesperada por la falta de noticias de su padre, Kussaiyn Sagymbai,
desaparecido en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang.
Durante meses, los familiares de las personas que se
encuentran en paradero desconocido ocultaron su angustia. Tenían la esperanza
de que la pérdida de contacto con sus seres queridos fuera algo temporal.
Temían empeorar las cosas si buscaban ayuda externa. Ahora, sin que se
vislumbre un final claro a su tormento, cada vez más personas están dispuestas
a alzar su voz.
Bota Kussaiyn, una estudiante kazaja de la Universidad
Estatal de Moscú, habló por última vez con su padre, Kussaiyn Sagymbai, por
WeChat en noviembre de 2017. Su familia, originaria de la Región Autónoma Uigur
del Sin-kiang, se reasentó en Kazajistán en 2013.
El padre de Bota regresó a China a finales de 2017 para
recibir atención médica, pero las autoridades le confiscaron el pasaporte
cuando llegó a la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang. Bota supo más tarde a
través de sus familiares que lo habían enviado a un “campo de reeducación”.
Tal era el miedo de su familia en la Región Autónoma Uigur
del Sin-kiang a convertirse en sospechosa si mantenía el contacto que, después
de aquello, cortaron toda comunicación con ella.
Bota dijo a Amnistía Internacional: “Mi padre es un
ciudadano corriente. Antes de que lo detuvieran, éramos una familia feliz. Nos
reíamos juntos. Ahora ya no lo hacemos y no podemos dormir por la noche.
Vivimos con miedo todos los días. Esto ha hecho mucho daño a mi madre. No
sabemos dónde está. Ni siquiera sabemos si está vivo. Quiero volver a ver a mi
padre.”
Muchos familiares y amigos en el extranjero indican que se
sienten culpables porque son precisamente estas conexiones internacionales las
que, en muchos casos, parecen ser la causa de que sus seres queridos en la
Región Autónoma Uigur del Sin-kiang estén bajo sospecha. Las autoridades los
acusan de tener vínculos con grupos externos que, según el gobierno chino,
promueven opiniones religiosas “radicales” o planean “actividades terroristas”.
Ahora ya no nos reímos juntos y no podemos dormir por la
noche. Vivimos con miedo todos los días. No sabemos dónde está. Ni siquiera
sabemos si está vivo. Quiero volver a ver a mi padre.
Kussaiyn Sagymbai, padre de Bota Kussaiyn, está en paradero
desconocido en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang y se teme que haya sido
detenido.
Para evitar despertar sospechas, las personas de etnias
uigur y kazaja, y otras en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, han cortado
todo vínculo con sus amigos y familiares que viven fuera de China. Han
advertido a sus conocidos de que no llamen y han eliminado sus contactos de
fuera del país de las aplicaciones de redes sociales. Al no poder obtener
información fiable de casa, muchas personas que viven en el extranjero
inevitablemente se temen lo peor.
Cuando se llevan a los padres, son los hijos e hijas quienes
sufren, y muchas familias atraviesan dificultades económicas. Los niños y niñas
mayores pueden ser enviados a centros estatales de formación profesional, y los
más pequeños pueden acabar en uno de los “centros de asistencia” masivos que se
han construido desde 2017.
Espionaje
La presión sobre quienes residen en el extranjero se ve
acentuada por los esfuerzos agresivos de los funcionarios de seguridad para
reclutar a espías en las comunidades fuera del país. A quienes son blanco de
los funcionarios de seguridad, según informes, se los amenaza con detener a sus
familiares en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang si no cooperan. Por el
contrario, si lo hacen, se les promete que se tratará a sus seres queridos con
indulgencia.
El hecho de no saber qué miembros de la comunidad en el
extranjero informan a los funcionarios de seguridad de China siembra la
sospecha y la desconfianza, y fomenta aún más la sensación de aislamiento y
temor.
“La campaña sistemática de represión de las autoridades
chinas tiene un efecto devastador en las vidas de millones de personas. Es hora
de que las autoridades digan la verdad sobre los campos y permitan que las
familias se reúnan,” ha dicho Nicholas Bequelin.
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