REFLEXIONES SOBRE LA PANDEMIA IV
Leandro Pinkler: "Es un problema que el mundo
occidental hoy ignore todo sobre la religión"
Para este estudioso de la Antigüedad clásica, el pensamiento
actual es "débil e individualista", excesivamente volcado al cliché,
y está inmerso en una sociedad donde el consumo supera a la reflexión.
Buenos Aires - 13 de junio de 2020 – Diario LA NACION.
Estudioso de la lengua y la cultura griegas, Leandro Pinkler
(Buenos Aires, 1956) se dedica desde hace tiempo al pensamiento filosófico. Más
que un cambio de intereses, esta progresión no es para nada insólita en el
campo de las ideas. Tradujo dos de las grandes obras de Sófocles sobre el
poder, Antígona y Edipo rey , y Las dionisíacas , de Nono de Panópolis. Fue
investigador del Conicet y en la actualidad da clases en la Academia del Sur,
la Fundación Centro de Estudios Psicoanalíticos, la Universidad de Palermo y el
Malba; en este último espacio brinda un seminario online sobre el Renacimiento,
la cosmología y la alquimia en Giordano Bruno, Pico della Mirandola y William
Shakespeare.
Para Pinkler, los intelectuales y pensadores tienen que
examinar acontecimientos (como el de la pandemia) en el marco de un horizonte
histórico e interpretarlos sin caer en clichés ni repetir guiones. Por otro
lado, le resulta evidente que la situación actual exige la intervención de los
Estados en el cuidado de la salud, la educación y la justicia social,
cuestiones que, en su opinión, "no pueden quedar libradas a un laissez
faire aunque resurjan los espectros de Ayn Rand y su virtud del egoísmo".
Próximamente, en la editorial El Hilo de Ariadna publicará La fuente sagrada,
sobre los cultos y rituales místicos de la Antigüedad y sus vínculos con el
cristianismo.
¿Cómo observa esta circunstancia inédita de la cuarentena
que se vive actualmente?
Se trata de un tiempo de devastación, de crisis tremenda. Y
los momentos críticos pueden despertar una capacidad de transformación muy
grande o llevar a la destrucción total. Por eso se recuerda la sentencia del
poeta Hölderlin: "Cuando crece el peligro, también crece lo que
salva". Es una circunstancia que nos interpela a todos. Pero se dan
ejemplos lastimosos de lo que José Ortega y Gasset llamó "la hemiplejia
moral", determinada por una mirada mezquina centrada en los propios
intereses, que no está a la altura de la situación. Otros auguran la
intervención de una solidaridad a nivel internacional, como si eso fuera
posible. Puede ser un deseo ingenuo o una hipocresía, pero no una realidad
política humana. En mi vida individual, puedo aprovechar mi tiempo y sigo
trabajando. No creo que sea momento de quejarse por incomodidades cuando mucha
gente se está muriendo.
¿Y el prolongado aislamiento social, que fue criticado por
algunos intelectuales y científicos?
Todo reside en ver qué sentido tiene. Si uno comprende que
tiene un verdadero sentido, puede dejar de lado su malestar y abrirse a la
percepción realista de que la cuarentena es absolutamente necesaria para el
conjunto social. Por supuesto que uno sufre al ver las consecuencias terribles
que tiene para tanta gente que no puede trabajar. Pero la multiplicación de la
muerte es un costo mayor que no soluciona la economía. La disyuntiva planteada
por algunos opinionmakers entre una vigilancia totalitaria y la libertad
ciudadana, entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global es
totalmente irresponsable o malintencionada.
¿Qué papel desempeñan los filósofos en esta situación y de
cuáles de ellos se siente más cerca?
En principio me resulta más efectivo hablar de pensadores en
lugar de filósofos porque la palabra está cargada del ocaso de una cierta forma
de hacer filosofía que es propia de la Modernidad. En términos auténticos,
puede surgir un pensador desde otra disciplina que no sea estrictamente la
filosofía académica. Entendemos que la función del pensar es poder manifestar
el significado de los hechos y su carácter histórico en un horizonte profundo,
más allá de las elucubraciones pragmáticas y los vaticinios más inmediatistas.
Y esta búsqueda del sentido está ausente en la mayor parte de los referentes
contemporáneos. Por ejemplo, Slavoj Zizek insiste en videos y en su ebook
Pandemia en predecir "el fin del capitalismo del desastre"
reemplazado por "un comunismo" forzado por la necesidad de una
cooperación internacional. Resulta increíble que el supuesto transgresor Zizek
postule una cooperación que nunca existió. La tesis principal del best seller
Yuval Noah Harari , en Homo Deus , se centró en que la estirpe humana está
superando los males del hambre, la guerra y la peste. Una superación que se
circunscribe a una nueva especie, surgida no por una evolución genética sino
por la biotecnología y la plutocracia. Y si puede parecer realista que una
porción de la especie humana goce de una vida excelente a expensas del resto,
esto no constituye ninguna profecía futurista sino algo que viene ocurriendo
hace tiempo. Pero la broma de mal gusto de la victoria sobre la peste ha sido
ahora refutada por hechos lamentables. Y eso no impide que el autor, que ha
sido calificado como "el intelectual mascota de Silicon Valley", siga
siendo consultado en los medios como el gran visionario del futuro de la
humanidad. Y así el marxista Zizek y el dataísta Harari se exhiben en las
cámaras comentando cosas mordaces y recibiendo aplausos.
¿Los pensadores están en déficit y solo repiten sus guiones?
El pensar no puede ser narcisismo, porque el que lo ejerce
tiene una deuda con la colectividad. El pensador tiene que llegar a ser, como
lo expresó el joven Nietzsche, "el médico de la cultura". En las
presentes circunstancias existe una responsabilidad muy grande para el
intelectual. Tiene que transmitir algo que a la gente le sirva para recordar el
sentido trascendente de la existencia humana. La dimensión trascendente no
significa un abandono de la cuestión política sino una metapolítica
existencial. Por metapolítica se entienden los fundamentos de una política
auténtica, más allá de los especuladores de turno, que involucra esencialmente
una justicia social. Uno no puede dejar de expresar un sentimiento de rechazo
ante la indigencia general del pensamiento actual, la avidez de influir en la
opinión pública y la proclamación de una libertad mal entendida que consiste en
emitir juicios terminantes acerca de lo que no se tiene conocimiento. En un
contexto en el que se ponen como referentes a Harari, que no es un filósofo, y
las elucubraciones de Sloterdjik, Zizek, Agamben y otros, se extraña la
potencia de un pensamiento más esencial. Soy consciente de que en los autores
mencionados hay muchas diferencias de nivel, pero todos se mueven en un
repertorio que no llega a penetrar la coraza externa del comentario de los
hechos.
¿Usted se considera un filósofo?
No soy un filósofo sino un profesor y una persona de estudio
que confía en la formación y en la búsqueda de conocimiento, no en las
opiniones. Uno siente cercanía con la obra de los grandes del siglo pasado: con
la mirada de René Guénon, de Carl Gustav Jung, de Ernst Jünger, del mismo
Martin Heidegger, de todos aquellos que han sabido percibir que la raíz de lo
humano solo puede crecer en el suelo de lo sagrado. Y que su olvido lleva
necesariamente al extravío.
¿Qué diferencia específica introducen los intelectuales en
la conversación pública?
El problema reside en que habitualmente no cumplen con esta
diferencia específica y devienen una mezcla de epidemiólogo con especialista en
los big data , conocedor de las relaciones comerciales internacionales y la
tasa del PBI. El pensador tiene que articular los acontecimientos en un
horizonte histórico, interpretar los hechos sin caer en clichés, no crear
clichés nuevos. En el filósofo Markus Gabriel se pueden encontrar notas de una
mirada más abarcadora, al expresar que antes de la explosión de la pandemia la
situación de la vida humana ya era absolutamente alarmante, por lo que el
retorno a esa "normalidad" no es algo deseable.
¿Sobre qué cuestiones habría que mantenerse alerta?
El peligro del hipnotismo colectivo en los términos de un
mundo gobernado por los multimedia, en el que cientos de millones de seres en
décimas de segundos pasan a repetir como autómatas las mismas sandeces, y las
llevan a sus vidas sin ninguna reflexión ni criterio, es una de las cuestiones
más alarmantes. Siempre existió la manipulación porque es connatural a la
sugestionabilidad humana, pero hoy se encuentra en su punto más alto. La
pérdida de las identidades nacionales en el desenvolvimiento de la llamada
globalización tiene como natural consecuencia el desvanecimiento de la
identidad individual y social en el que la persona solo es operativa como
consumidor. No solo se trata de cómo es reconocido el individuo en el llamado
"sistema", sino además de cuál es la relación de cada persona consigo
misma, la falta de interioridad. El predominio de la mente mecánica anula todo
tipo de elección auténtica. Toda posición es respetable, pero el horror comienza
cuando se descubre que detrás de tanta opinión no hay una verdadera posición,
que el único "sujeto" es un ser dormido.
¿Cuál es el lugar reservado a las religiones?
Hace ya más de diez años tuve oportunidad de escribir y
compilar el libro La religión en la época de la muerte de Dios . La intención
fue mostrar que la expresión de Nietzsche acerca de "la muerte de
Dios" es muy veraz en la crítica a la civilización occidental, en la que
la presencia de Dios se ha borrado de la vida de los individuos. No significa
que haya más o menos seres humanos que profesen una religión, sino que se vive
lo sagrado en falso. No ocurre lo mismo en el islam, donde los problemas son
otros. Cuenta con más de mil quinientos millones de creyentes y la vida
devocional permanece como base principal de los lazos sociales. El problema
reside en que en el mundo contemporáneo la ignorancia acerca de la religión es
total. Y hablar mal de la religión resulta socialmente correcto. Pero en verdad
la fuerza de la religión, cuando está viva, infunde un sentido auténtico a la
existencia y una justicia social que ninguna teoría intelectual puede lograr.
Ha estudiado la obra de Byung Chul-Han, ¿por qué cree que su
pensamiento resulta tan atractivo hoy?
En gran parte se debe a que escribe libros cortos y en un
lenguaje comprensible. Tiene una buena formación en la filosofía germánica y
produce un diálogo con la tradición filosófica en sentido fuerte, Hegel y
Heidegger, y a la vez con autores de referencia en las últimas décadas como
Foucault, Deleuze, Agamben, Derrida. Presenta además una mirada sobre la
estética contemporánea y una interesante raigambre oriental. Sus libros
describen la sociedad tecnologizada contemporánea, la paradoja de la exposición
personal y el aislamiento psíquico de las redes sociales, los nuevos
dispositivos de poder de los big data . El núcleo central de su pensamiento
revela que el dispositivo de sujeción predominante en la actualidad es un
hechizo de la libertad: los individuos, al creerse más libres, cada vez obedecen
más a una matrix consumista y autoexigente. En la concepción de Han lo que él
denomina el neoliberalismo se introduce en la psique misma para producir
sujetos autoesclavizados que se creen cada vez más libres, mientras responden
automáticamente al imperativo de la época. Plantea el paso de un paradigma
inmunológico, propio del siglo XX y el sida, a un paradigma neurológico propio
del siglo XXI y la excitación del sistema nervioso. Por supuesto que
actualmente tuvo que rever este abandono de lo inmunológico por la pandemia.
Ante los hechos actuales, Han previene acerca del peligro de un retorno a la
sociedad disciplinaria ya superada, y se posiciona en defensa de una revolución
representada por individuos racionales, sin especificar muy bien el uso de la palabra
"revolución". En resumidas cuentas, vemos que no se aparta del
pensamiento débil, individualista, de las últimas décadas, y que muy
frecuentemente se mimetiza con aquello que critica. Sus textos pueden ser
sugestivos para la visión del transhumanismo tecnológico y la idiosincrasia de
las sociedades europeas, pero no para las de América Latina, y poco tienen que
aportar a una visión más abarcadora.
¿Hay amenazas a la libertad de pensamiento en la actualidad?
Siempre existen restricciones a la manifestación de ciertas
ideas. La supresión de voces incómodas opera especialmente por el hecho simple
de no darles cabida en los principales canales de difusión. Por otra parte, la
confusión total de la diseminación de ideas demenciales por las redes es algo indominable.
Entendemos que el tema fundamental es la responsabilidad de los medios de
difusión en su colaboración con lo colectivo. Por cierto, soy consciente de que
esto es una expresión de deseo y no algo realizable.
Por: Daniel Gigena
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/leandro-pinkler-es-un-problema-que-el-mundo-occidental-hoy-ignore-todo-sobre-la-religion-nid2377740
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