SAN KOZMA EL ERMITAÑO DEL MONASTERIO DE ZOGRAFOU
05 de octubre / 22 de septiembre – Calendario Eclesiástico
I – ATHOS: CONTRA TODA ADVERSIDAD
Nacido en tierras búlgaras cuando el Imperio Romano de
Oriente todo lo cubría en esa región,
tuvo una educación privilegiada gracias a su familia. Ahí aprendió
griego y solía frecuentar las iglesias y
capillas de su tierra. Ahí escucho hablar del Monte Athos, una ciudad de
monasterios que estaba a mitad de camino entre este mundo y el Reino de los
Cielos.
Ya llegado a la edad adulta, eludiendo un matrimonio
arreglado, se escabullo de su casa y marcho rumbo al Monte Athos.
Durante ese viaje, el Maligno hizo su aparición en sus
sueños, para hacerlo desistir de su Camino. En el sueño, Kozma se encontraba
ante un valle profundo y estrecho cubierto de agua, una gran profunda herida en
la tierra para sortear. Del otro lado, estaba la Montaña Sagrada. Cruzarlo era
imposible. Ahí, Kozma se preguntaba cómo era posible que los monjes pudieran
vivir sin provisiones u otras necesidades, al
no poder nadie atravesar esa profunda fosa. Entonces, ante de caer en la
desesperación, se sienta a orar de la siguiente manera:
“¡Señor Jesucristo! Por tu inmaculada Madre, revélame el
camino por el cual quienes desean la vida desértica en la Montaña Sagrada
llegan a ella”.
Tan pronto como oró así, la visión demoníaca se desvaneció
de inmediato y se abrió ante él un paso que sorteo un mar embravecido. San
Kozma luego despertó, y dio gracias a Dios por darle fuerzas en vencer aquellas
fuerzas demoníacas que le querían hacer desistir de su meta.
II – MONASTERIO DE ZOGRAFOU
San Kozma arribará al Monasterio búlgaro de ZOGRAFOU. El
mismo fue fundado alrededor del Siglo X, por tres hermanos búlgaros, Moises,
Ioannis y Aaron, de la ciudad de Ohrid (Macedonia del Norte). El nombre del
Monasteiro está relacionado con la veneración de un icono de San Jorge de los
siglos XIII o XIV, un aqueropita que produjo milagros. Asimismo, el nombre
“zografou” deriva del griego que significaría “pintor”.
En la memoria del Monasterio, todavía estaba presente la
profunda herida producida cuando tropas almogávares al servicio del Papado,
saquearon varios monasterios del Monte Athos y provocaron la muerte de 26
monjes en Zografou, que se negaron a rendirse y murieron quemados en una torre
del Monasterio. Todo ello a causa de su rechazo del segundo concilio de Lyon
entre la Iglesia Romana y la Ortodoxa, donde la primera quedaba como autoridad
máxima de toda la Iglesia. Decisión desesperada del Emperador Bizantino Miguel
VIII Paleólogo quién en el 1260 había logrado recuperar la ciudad de
Constantinopla de los papistas, e intentaba lograr con el Segundo Concilio de
Lyon de 1274, que el Papado quedara satisfecho con su claudicación, y no se
alentara nuevas “cruzadas” para tomar
nuevamente la ciudad.
III – LLEGADA DE KOZMA
Con alegría, Kozma arribó a
la Montaña Sagrada y llegó sin obstáculos al Monasterio de Zografou.
Allí, conmovido por la amabilidad de los hermanos monásticos al notar en él la
severidad de su vida, decidió quedarse e iniciar su camino monástico.
Pasó el tiempo, y Kozma fue aprendiendo en el desempeño de
sus deberes para con sus hermanos en el Monasterio y para con el culto. Por su
buen trato con las personas, fue nombrado ECLESIARCA (kliuchar), o sea “portero” del Monasterio.
IV – LA VISIÓN EN EL MONASTERIO DE VATOPEDI
Durante los primeros años, la vida del monje Kozma fue
ejemplar. Era muy apreciado por sus hermanos monjes. Con el paso del tiempo, comenzaron a hacerse
presente signos del camino que lo llevaría a Kozma a la santidad:
Durante la celebración a la Madre de Dios en la fiesta de la
Anunciación que congregaba a todos los monjes de la Santa Montaña al monasterio
de VATOPEDI, Kozma, tuvo la visión de una hermosa mujer de belleza y
majestuosidad divina. Quedo afectado por esa aparición sin saber quién había
sido. Confundido, al finalizar la ceremonia litúrgica, regresa al Monasterio y
visita a su geronta, contándole su visión.
El sabio anciano le preguntará: "¿Qué apariencia tiene esta mujer? ¿Qué
atuendo lleva?", preguntó el anciano. Y cuando Cosmas describió a la
desconocida, comentó con un suspiro: "¿Y no reconociste a la Mujer que se
te apareció en el monasterio dedicado a la Divina María? ¡Viste a la Reina de
nuestra Montaña y de toda la creación!".
Al oír esto, Cosmas marcho con su corazón henchido de fuego,
y se arrodillo ante un icono de la Theotokos y agradeció a la Señora Celestial
por dignarse aparecérsele de esa manera.
V – HACIA EL DESIERTO
Después de algún tiempo, fue ordenado diácono, y luego le
fue concedido el sacerdocio, lo que fue un nuevo incentivo para mayores
desafíos y para el cumplimiento incondicional de su deber sagrado y de las
demás obediencias monásticas.
Pero, sobrevendría una prueba importante para su vida: un
día, estando solo orando en la Iglesia frente al icono de la Theotokos,
repetía: ¡Santísima Theotokos! Ruega a tu Hijo y a Dios para que me guíe por el
camino de la salvación!. Finalmente, se escuchará la respuesta de la Theotokos:
“¡Hijo mío y Dios mío! Enseña a tu siervo cómo salvarse” y enseguida, escucho:
“Que abandone el monasterio para guardar silencio”.
La toda Santa Theotokos intercedió ante el Señor para que
Kozma diera un nuevo paso en su vida espiritual: la ida el DESIERTO.
Por voluntad divina, con la bendición del Hegúmeno, San
Kozma se retiró a una de las ermitas vecinas y excavó una cueva en la roca, la
cual era visible desde las ventanas del monasterio, al oeste. Inicio a partir de ese momento, un camino
solitario, de pureza, de riguroso ascetismo, por el cual terminaría recibiendo
el don de la previsión y la clarividencia.
VI – LA SERPIENTE Y LOS VISITANTES
Uno de los relatos que se conocieron de las personas que
visitaron al Santo Monje, fue la de la visita de dos sacerdotes provenientes
del Monasterio de Hilandar, que llegaron hasta la eremita de San Kozma por
curiosidad, para conocerlo a él y a su estilo de vida. Sin embargo, antes de
llegar a la eremita y para no ascender muy cargado de cosas, en el camino, escondieron una calabaza con vino
en el bosque, con la intención de llevársela cuando iniciaran el descenso, pero
esto no pasó inadvertido para el ermitaño.
Al despedirse de sus invitados, San Kozma les comentó a los
sacerdotes visitantes: “Rompan la
calabaza con vino que escondiste en el camino, porque una serpiente se metió
secretamente en el vino y liberó en ella su veneno.”
Asombrados por tal visión, los hilandarios aplastaron la
calabaza y, efectivamente, encontraron allí un nido de serpiente. Alabando a
Dios por librarlos del veneno mortal, también agradecieron a San Kozma.
VII – UNA VISIÓN DESDE LOS INFIERNOS
Otra de las visiones que tuvo San Kozma, fue la de
presenciar la acción de los Demonios sobre las almas que iban camino al
Cielo.
Una vez, temprano el Jueves Santo, vio el alma del Hegúmeno
del Monasterio atónita de Hilandar luchando con demonios en el aire y envió a
un discípulo al monasterio con la noticia y la petición de que rezaran a Dios
por los difuntos.
Cuando el mensajero informó en el Monasterio de
Hilandar las palabras de Kozma y su
visión, los ancianos del monasterio respondieron con incredulidad:
“Acabamos de ver a nuestro abad, después de Maitines, que
ahora quiere celebrar la Liturgia. ¿De dónde sacó tu anciano semejante
disparate? ¡Está loco! ¡Se hace pasar por santo!”
Pero, por curiosidad, fueron a la celda del abad para
transmitirle las palabras del engañado ermitaño y, en efecto, vieron que su
abad había muerto repentinamente.
VIII – AQUEL QUE NO DEBIO ABANDONAR SU CELDA
Cerca del Monasterio athonita de ESPHIGMENOU, al noroeste,
se alza una montaña llamada Samaria. Allí, el monje Damián vivía en soledad,
teniendo, entre otras cosas, un mandamiento de su superior espiritual: «nunca
pernoctar ni dormir en la celda de otro».
Sucedió que, por un recado personal, fue a ver a un hermano
vecino, y como este estaba ausente, Damián tuvo que esperarlo hasta la noche.
Finalmente, el hermano llegó, y Damián, habiendo satisfecho su necesidad, se
apresuró a marchar hacia su celda para pasar la noche.
En vano su amigo le rogó que se quedara allí, alegando los
peligros del viaje nocturno y la llegada de la lluvia. Damián, fiel a la orden
de su superior, se mantuvo firme. Los temores de su amigo no fueron en vano.
Debido a la extrema oscuridad y la lluvia torrencial, Damián se perdió por
completo y no sabía dónde estaba ni adónde iba.
En esta situación desesperada, clamó al Señor: "¡Señor!
¡Sálvame, me estoy muriendo!". Y de repente se vio de pie fuera de su
celda. Ingreso a la misma y se encendió un fuego en su cocina para darse calor,
mientras trataba de pensar en el milagro que había acontecido.
Al poco tiempo, acudió a visitar a San Kozma y le contó lo
sucedido. El Santo, lo escucho atentamente, y le dijo: «Hermano, guarda el
mandamiento que te formulara tu anciano», “no pernoctes en la celda de otros”,
«y Dios te salvará de la muerte». Este relato muestra que San Kozma estar también
muy respetuoso de los gerontas que vivían en el Monte Athos, y que siendo
padres espirituales, conocían a la perfección el corazón de aquellos a los
cuales guiaba.
IX – EL AGUILA Y EL PESCADO
Un día, el santo enfermó gravemente y, debido a su debilidad
humana, desarrolló un fuerte deseo de pescado. ¿Qué sucedió? Dios, quien había
alimentado a Elías a través de los cuervos, también consoló a San Kozma con su
providencia paternal: San Kozma vio de repente un águila del desierto que,
descendiendo de lo alto, depositó pescado fresco cerca de su cueva. San Kozma
dio las gracias antes semejante regalo. Se puso a cocinarlo y cuando se preparaba para comer oyó una voz
misteriosa que le dijo: “Deja un poco del pescado cocido para Cristóbal, porque
era su propiedad”.
Así es: cercano a donde vivía el monje Kozma, vivía el
anciano monje Cristóbal quién estaba preparando el pescado que le habían
entregado para su propia comida. Mientras lo lavaba, un águila descendió en
picada, y le arrebató el pescado de las manos y desapareció con él.
Al día siguiente Cristóbal se le aparece al santo, y tan
pronto como dijo una oración ante la puerta de su cueva, San Kozma le dijo: “Bienvenido, padre, te estaba
esperando y me ha quedado algo del pescado que preparaste para fortalecer tus
fuerzas en el ayuno”.
Cuando Kozma le contó a Cristóbal cómo Dios le había dado el
pez, y cuando Cristóbal a su vez le contó sobre la depredación del águila, se
regocijaron espiritualmente y glorificaron a Dios, quien tan maravillosamente
cuidaba de ellos.
X – EL ANUNCIO
Los días previos a la muerte de San Kozma fueron los últimos
y más difíciles de todas las pruebas terrenales, pues Satanás, con permiso de
Dios, lo rodeó con su horda y lo golpeó y hirió de tal manera que apenas pudo
recuperarse.
Su viejo y sabio amigo, el monje Cristóbal, llegó un día a
visitarlo, pero antes de ingresar a su eremita,
oyó a alguien conversando con el Monje Kozma. El monje Cristóbal, se quedó afuera
esperando. Como vio que nadie salía, y la conversación había cesado, entonces
llamó a la puerta.
La puerta de la cueva se abrió y los amigos se saludaron,
entraron y, tras orar, se sentaron. El monje Cristóbal, al no ver a nadie con
el santo, le preguntó con quién había hablado. Después de alguna reflexión, San
Kozma, movido por un sentimiento de amistad hacia el anciano y no pudiendo
ocultarle la visita del Señor, respondió humildemente:
“Cristo, nuestro Dios, me ha visitado y, entre otras cosas,
al fortalecer mi debilidad, me informó que, con su permiso y los destinos
secretos de la salvación que solo él conoce, Satanás y sus hordas me atacarán y
atormentarán mi carne pecadora, y esto será presagio y promesa de mi inminente
partida para heredar su Reino. Precisamente por eso fuiste enviado a mí. Así
que ahora nos separaremos, pues siento la necesidad de soledad y silencio”
El monje Kozma le dio una fecha al anciano Cristóbal para
que lo vuelva a visitar. Conmovido por la noticia, Cristóbal se retiró con
tristeza de San Kozma, esperando el día señalado para visitarlo.
XI – LA ETERNIDAD QUE PROCEDE DEL COMBATE
Llego el día que el monje Kozma le había indicado el anciano
Cristóbal. Este fue a ver a su amigo, y lo encontró casi expirando sus últimos
suspiros. Cristóbal le pregunto que había acontecido durante esos días, a lo
que San Kozma responderá:
“Una noche, Satanás apareció aquí con una multitud de
demonios, respirando malicia y furia, rugiendo de envidia y fracaso, y gritando
amenazadoramente a sus hordas: "¡Descuidados y débiles! ¡Y hasta ahora,
ninguno de ustedes ha podido derrotar y aplastar a este enemigo de mi poder y
fuerza! ¿Así tratan a nuestro destronador, quien nos ha derrotado y humillado
tan repetida y constantemente?".
“Enfurecido, Satanás me atacó y me golpeó terriblemente,
como pueden ver por las heridas que aún tengo en el cuerpo.”
Su Hermano Cristóbal, puso en aviso a los hermanos del
Monasterio de ZOGRAFOU, y lo rodearon para asistirlo física y
espiritualmente. Al tercer día después
de los azotes satánicos, tras recibir los Misterios más puros, entregó
pacíficamente su espíritu al Señor en alabanza y oración, el 22 de septiembre
de 1323.
XII – UN CORTEJO ESPECIAL
Cuando la noticia de la muerte de Kozma se extendió por los
desiertos y monasterios circundantes, una multitud de padres y hermanos se
reunió para enterrar sus sagrados restos.
Al mismo tiempo, Dios, que glorifica a quienes lo
glorifican, glorificó milagrosamente a San Kozma tras su muerte, porque mientras
se llevaba a cabo el entierro del santo, animales del desierto acudieron en
masa a su cueva: aves emplumadas volaron desde todas direcciones; y todas estas
criaturas mudas, como si comprendieran la pérdida compartida de la Montaña
Sagrada, rodearon en silencio al justo enterrado, con la mirada fija en él.
Cuando el cuerpo fue bajado a la tumba y cubierto con
tierra, cada animal emitió su propio grito lastimero y, tras rendir tan
maravilloso honor al santo de Dios, se dispersaron a sus lugares desiertos.
Más tarde, al cumplirse los cuarenta días de la
conmemoración del justo difunto, los hermanos del monasterio de ZOGRAFOU se
reunieron en su cueva, celebraron allí una vigilia nocturna y decidieron
desenterrar los restos sagrados para trasladarlos con honor al monasterio, pero
no los encontraron.
Qué fue de ellos, nadie lo sabe hasta el día de hoy; solo
Dios, que reina sobre todo y en todo, por los siglos de los siglos, lo sabe.
Amén.
Compilación y Corrección: Patriarcal Ateneo San Marcos