domingo, 5 de octubre de 2025

San KOZMA el ermitaño del Monasterio de Zografou

 

SAN KOZMA EL ERMITAÑO DEL MONASTERIO DE ZOGRAFOU

05 de octubre / 22 de septiembre – Calendario Eclesiástico

 


San Kozma de Zografou (+1323)


I – ATHOS: CONTRA TODA ADVERSIDAD

 

Nacido en tierras búlgaras cuando el Imperio Romano de Oriente todo lo cubría en esa región,  tuvo una educación privilegiada gracias a su familia. Ahí aprendió griego y solía frecuentar las iglesias  y capillas de su tierra. Ahí escucho hablar del Monte Athos, una ciudad de monasterios que estaba a mitad de camino entre este mundo y el Reino de los Cielos.

 

Ya llegado a la edad adulta, eludiendo un matrimonio arreglado, se escabullo de su casa y marcho rumbo al Monte Athos. 

 

Durante ese viaje, el Maligno hizo su aparición en sus sueños, para hacerlo desistir de su Camino. En el sueño, Kozma se encontraba ante un valle profundo y estrecho cubierto de agua, una gran profunda herida en la tierra para sortear. Del otro lado, estaba la Montaña Sagrada. Cruzarlo era imposible. Ahí, Kozma se preguntaba cómo era posible que los monjes pudieran vivir sin provisiones u otras necesidades, al  no poder nadie atravesar esa profunda fosa. Entonces, ante de caer en la desesperación, se sienta a orar de la siguiente manera:

 

“¡Señor Jesucristo! Por tu inmaculada Madre, revélame el camino por el cual quienes desean la vida desértica en la Montaña Sagrada llegan a ella”.

 

Tan pronto como oró así, la visión demoníaca se desvaneció de inmediato y se abrió ante él un paso que sorteo un mar embravecido. San Kozma luego despertó, y dio gracias a Dios por darle fuerzas en vencer aquellas fuerzas demoníacas que le querían hacer desistir de su meta.

 

II – MONASTERIO DE ZOGRAFOU

 

San Kozma arribará al Monasterio búlgaro de ZOGRAFOU. El mismo fue fundado alrededor del Siglo X, por tres hermanos búlgaros, Moises, Ioannis y Aaron, de la ciudad de Ohrid (Macedonia del Norte). El nombre del Monasteiro está relacionado con la veneración de un icono de San Jorge de los siglos XIII o XIV, un aqueropita que produjo milagros. Asimismo, el nombre “zografou” deriva del griego que significaría “pintor”.

 

En la memoria del Monasterio, todavía estaba presente la profunda herida producida cuando tropas almogávares al servicio del Papado, saquearon varios monasterios del Monte Athos y provocaron la muerte de 26 monjes en Zografou, que se negaron a rendirse y murieron quemados en una torre del Monasterio. Todo ello a causa de su rechazo del segundo concilio de Lyon entre la Iglesia Romana y la Ortodoxa, donde la primera quedaba como autoridad máxima de toda la Iglesia. Decisión desesperada del Emperador Bizantino Miguel VIII Paleólogo quién en el 1260 había logrado recuperar la ciudad de Constantinopla de los papistas, e intentaba lograr con el Segundo Concilio de Lyon de 1274, que el Papado quedara satisfecho con su claudicación, y no se alentara  nuevas “cruzadas” para tomar nuevamente la ciudad.

 

III – LLEGADA DE KOZMA

 

Con alegría, Kozma arribó a  la Montaña Sagrada y llegó sin obstáculos al Monasterio de Zografou. Allí, conmovido por la amabilidad de los hermanos monásticos al notar en él la severidad de su vida, decidió quedarse e iniciar su camino monástico.

 

Pasó el tiempo, y Kozma fue aprendiendo en el desempeño de sus deberes para con sus hermanos en el Monasterio y para con el culto. Por su buen trato con las personas, fue nombrado ECLESIARCA (kliuchar),  o sea “portero” del Monasterio.

 

 


Monasterio athonita de Zografou - La actualidad


IV – LA VISIÓN EN EL MONASTERIO DE VATOPEDI

 

Durante los primeros años, la vida del monje Kozma fue ejemplar. Era muy apreciado por sus hermanos monjes.  Con el paso del tiempo, comenzaron a hacerse presente signos del camino que lo llevaría a Kozma a la santidad: 

 

Durante la celebración a la Madre de Dios en la fiesta de la Anunciación que congregaba a todos los monjes de la Santa Montaña al monasterio de VATOPEDI, Kozma, tuvo la visión de una hermosa mujer de belleza y majestuosidad divina. Quedo afectado por esa aparición sin saber quién había sido. Confundido, al finalizar la ceremonia litúrgica, regresa al Monasterio y visita a su geronta, contándole su visión.

 

El sabio anciano le preguntará:  "¿Qué apariencia tiene esta mujer? ¿Qué atuendo lleva?", preguntó el anciano. Y cuando Cosmas describió a la desconocida, comentó con un suspiro: "¿Y no reconociste a la Mujer que se te apareció en el monasterio dedicado a la Divina María? ¡Viste a la Reina de nuestra Montaña y de toda la creación!".

 

Al oír esto, Cosmas marcho con su corazón henchido de fuego, y se arrodillo ante un icono de la Theotokos y agradeció a la Señora Celestial por dignarse aparecérsele de esa manera.

 

V – HACIA EL DESIERTO

 

Después de algún tiempo, fue ordenado diácono, y luego le fue concedido el sacerdocio, lo que fue un nuevo incentivo para mayores desafíos y para el cumplimiento incondicional de su deber sagrado y de las demás obediencias monásticas.

 

Pero, sobrevendría una prueba importante para su vida: un día, estando solo orando en la Iglesia frente al icono de la Theotokos, repetía: ¡Santísima Theotokos! Ruega a tu Hijo y a Dios para que me guíe por el camino de la salvación!. Finalmente, se escuchará la respuesta de la Theotokos: “¡Hijo mío y Dios mío! Enseña a tu siervo cómo salvarse” y enseguida, escucho: “Que abandone el monasterio para guardar silencio”.

 

La toda Santa Theotokos intercedió ante el Señor para que Kozma diera un nuevo paso en su vida espiritual: la ida el DESIERTO.

 

Por voluntad divina, con la bendición del Hegúmeno, San Kozma se retiró a una de las ermitas vecinas y excavó una cueva en la roca, la cual era visible desde las ventanas del monasterio, al oeste.  Inicio a partir de ese momento, un camino solitario, de pureza, de riguroso ascetismo, por el cual terminaría recibiendo el don de la previsión y la clarividencia.

 

VI – LA SERPIENTE Y LOS VISITANTES

 

Uno de los relatos que se conocieron de las personas que visitaron al Santo Monje, fue la de la visita de dos sacerdotes provenientes del Monasterio de Hilandar, que llegaron hasta la eremita de San Kozma por curiosidad, para conocerlo a él y a su estilo de vida. Sin embargo, antes de llegar a la eremita y para no ascender muy cargado de cosas,  en el camino, escondieron una calabaza con vino en el bosque, con la intención de llevársela cuando iniciaran el descenso, pero esto no pasó inadvertido para el ermitaño.

 

Al despedirse de sus invitados, San Kozma les comentó a los sacerdotes visitantes:   “Rompan la calabaza con vino que escondiste en el camino, porque una serpiente se metió secretamente en el vino y liberó en ella su veneno.”

 

Asombrados por tal visión, los hilandarios aplastaron la calabaza y, efectivamente, encontraron allí un nido de serpiente. Alabando a Dios por librarlos del veneno mortal, también agradecieron a San Kozma.

 

VII – UNA VISIÓN DESDE LOS INFIERNOS

 

Otra de las visiones que tuvo San Kozma, fue la de presenciar la acción de los Demonios sobre las almas que iban camino al Cielo. 

 

Una vez, temprano el Jueves Santo, vio el alma del Hegúmeno del Monasterio atónita de Hilandar luchando con demonios en el aire y envió a un discípulo al monasterio con la noticia y la petición de que rezaran a Dios por los difuntos.

 

Cuando el mensajero informó en el Monasterio de Hilandar  las palabras de Kozma y su visión, los ancianos del monasterio respondieron con incredulidad:

 

“Acabamos de ver a nuestro abad, después de Maitines, que ahora quiere celebrar la Liturgia. ¿De dónde sacó tu anciano semejante disparate? ¡Está loco! ¡Se hace pasar por santo!”

 

Pero, por curiosidad, fueron a la celda del abad para transmitirle las palabras del engañado ermitaño y, en efecto, vieron que su abad había muerto repentinamente.

 

VIII – AQUEL QUE NO DEBIO ABANDONAR SU CELDA

 

Cerca del Monasterio athonita de ESPHIGMENOU, al noroeste, se alza una montaña llamada Samaria. Allí, el monje Damián vivía en soledad, teniendo, entre otras cosas, un mandamiento de su superior espiritual: «nunca pernoctar ni dormir en la celda de otro».

 

Sucedió que, por un recado personal, fue a ver a un hermano vecino, y como este estaba ausente, Damián tuvo que esperarlo hasta la noche. Finalmente, el hermano llegó, y Damián, habiendo satisfecho su necesidad, se apresuró a marchar hacia su celda para pasar la noche.

 

En vano su amigo le rogó que se quedara allí, alegando los peligros del viaje nocturno y la llegada de la lluvia. Damián, fiel a la orden de su superior, se mantuvo firme. Los temores de su amigo no fueron en vano. Debido a la extrema oscuridad y la lluvia torrencial, Damián se perdió por completo y no sabía dónde estaba ni adónde iba.

 

En esta situación desesperada, clamó al Señor: "¡Señor! ¡Sálvame, me estoy muriendo!". Y de repente se vio de pie fuera de su celda. Ingreso a la misma y se encendió un fuego en su cocina para darse calor, mientras trataba de pensar en el milagro que había acontecido.

 

Al poco tiempo, acudió a visitar a San Kozma y le contó lo sucedido. El Santo, lo escucho atentamente, y le dijo: «Hermano, guarda el mandamiento que te formulara tu anciano», “no pernoctes en la celda de otros”, «y Dios te salvará de la muerte». Este relato muestra que San Kozma estar también muy respetuoso de los gerontas que vivían en el Monte Athos, y que siendo padres espirituales, conocían a la perfección el corazón de aquellos a los cuales guiaba.

 

 

IX – EL AGUILA Y EL PESCADO

 

Un día, el santo enfermó gravemente y, debido a su debilidad humana, desarrolló un fuerte deseo de pescado. ¿Qué sucedió? Dios, quien había alimentado a Elías a través de los cuervos, también consoló a San Kozma con su providencia paternal: San Kozma vio de repente un águila del desierto que, descendiendo de lo alto, depositó pescado fresco cerca de su cueva. San Kozma dio las gracias antes semejante regalo. Se puso a cocinarlo y  cuando se preparaba para comer oyó una voz misteriosa que le dijo: “Deja un poco del pescado cocido para Cristóbal, porque era su propiedad”.

 

Así es: cercano a donde vivía el monje Kozma, vivía el anciano monje Cristóbal quién estaba preparando el pescado que le habían entregado para su propia comida. Mientras lo lavaba, un águila descendió en picada, y le arrebató el pescado de las manos y desapareció con él.

 

Al día siguiente Cristóbal se le aparece al santo, y tan pronto como dijo una oración ante la puerta de su cueva, San Kozma  le dijo: “Bienvenido, padre, te estaba esperando y me ha quedado algo del pescado que preparaste para fortalecer tus fuerzas en el ayuno”.

 

Cuando Kozma le contó a Cristóbal cómo Dios le había dado el pez, y cuando Cristóbal a su vez le contó sobre la depredación del águila, se regocijaron espiritualmente y glorificaron a Dios, quien tan maravillosamente cuidaba de ellos.

 


X – EL ANUNCIO

 

Los días previos a la muerte de San Kozma fueron los últimos y más difíciles de todas las pruebas terrenales, pues Satanás, con permiso de Dios, lo rodeó con su horda y lo golpeó y hirió de tal manera que apenas pudo recuperarse.

 

Su viejo y sabio amigo, el monje Cristóbal, llegó un día a visitarlo, pero antes de ingresar a su eremita,  oyó a alguien conversando con el Monje Kozma.  El monje Cristóbal, se quedó afuera esperando. Como vio que nadie salía, y la conversación había cesado, entonces llamó a la puerta.

 

La puerta de la cueva se abrió y los amigos se saludaron, entraron y, tras orar, se sentaron. El monje Cristóbal, al no ver a nadie con el santo, le preguntó con quién había hablado. Después de alguna reflexión, San Kozma, movido por un sentimiento de amistad hacia el anciano y no pudiendo ocultarle la visita del Señor, respondió humildemente:

 

“Cristo, nuestro Dios, me ha visitado y, entre otras cosas, al fortalecer mi debilidad, me informó que, con su permiso y los destinos secretos de la salvación que solo él conoce, Satanás y sus hordas me atacarán y atormentarán mi carne pecadora, y esto será presagio y promesa de mi inminente partida para heredar su Reino. Precisamente por eso fuiste enviado a mí. Así que ahora nos separaremos, pues siento la necesidad de soledad y silencio”

 

El monje Kozma le dio una fecha al anciano Cristóbal para que lo vuelva a visitar. Conmovido por la noticia, Cristóbal se retiró con tristeza de San Kozma, esperando el día señalado para visitarlo.

 

XI – LA ETERNIDAD QUE PROCEDE DEL COMBATE

 

Llego el día que el monje Kozma le había indicado el anciano Cristóbal. Este fue a ver a su amigo, y lo encontró casi expirando sus últimos suspiros. Cristóbal le pregunto que había acontecido durante esos días, a lo que San Kozma responderá:

 

“Una noche, Satanás apareció aquí con una multitud de demonios, respirando malicia y furia, rugiendo de envidia y fracaso, y gritando amenazadoramente a sus hordas: "¡Descuidados y débiles! ¡Y hasta ahora, ninguno de ustedes ha podido derrotar y aplastar a este enemigo de mi poder y fuerza! ¿Así tratan a nuestro destronador, quien nos ha derrotado y humillado tan repetida y constantemente?".

 

“Enfurecido, Satanás me atacó y me golpeó terriblemente, como pueden ver por las heridas que aún tengo en el cuerpo.”

 

Su Hermano Cristóbal, puso en aviso a los hermanos del Monasterio de ZOGRAFOU, y lo rodearon para asistirlo física y espiritualmente.  Al tercer día después de los azotes satánicos, tras recibir los Misterios más puros, entregó pacíficamente su espíritu al Señor en alabanza y oración, el 22 de septiembre de 1323.

 

XII – UN CORTEJO ESPECIAL

 

Cuando la noticia de la muerte de Kozma se extendió por los desiertos y monasterios circundantes, una multitud de padres y hermanos se reunió para enterrar sus sagrados restos.

 

Al mismo tiempo, Dios, que glorifica a quienes lo glorifican, glorificó milagrosamente a San Kozma tras su muerte, porque mientras se llevaba a cabo el entierro del santo, animales del desierto acudieron en masa a su cueva: aves emplumadas volaron desde todas direcciones; y todas estas criaturas mudas, como si comprendieran la pérdida compartida de la Montaña Sagrada, rodearon en silencio al justo enterrado, con la mirada fija en él.

 

Cuando el cuerpo fue bajado a la tumba y cubierto con tierra, cada animal emitió su propio grito lastimero y, tras rendir tan maravilloso honor al santo de Dios, se dispersaron a sus lugares desiertos.

 

Más tarde, al cumplirse los cuarenta días de la conmemoración del justo difunto, los hermanos del monasterio de ZOGRAFOU se reunieron en su cueva, celebraron allí una vigilia nocturna y decidieron desenterrar los restos sagrados para trasladarlos con honor al monasterio, pero no los encontraron.

 

Qué fue de ellos, nadie lo sabe hasta el día de hoy; solo Dios, que reina sobre todo y en todo, por los siglos de los siglos, lo sabe. Amén.

 

Compilación y Corrección: Patriarcal Ateneo San Marcos

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