Y VENDRÁN COMO SIEMPRE LOS REYES MAGOS
Darío Horacio Garayalde
(Publicado en el Diario El Heraldo Enero 2015 - Concordia, Provincia de Entre Ríos - ARGENTINA)
Cuando los reyes de oriente vinieron a ver al Mesias y el mundo conoció al futuro Salvador de la Humanidad
Y VENDRAN COMO SIEMPRE LOS REYES MAGOS
Por Darío H. Garayalde
para El Heraldo
Les contaré a los lectores una historia de hace
mucho tiempo, cuando yo era niño pero lo
juro; fue cierta. Tan cierta como que pasó a la madrugada siguiente a una
noche como todas las otras noches. Pero
esta era la noche de Reyes, cuando el sueño no quería llegar o nos visitaba
a ráfagas, sobresaltados por la impertinencia de la ansiedad.
Éramos una pandilla de varios gurises, nacidos
y criados puerta por medio en una de las vecindades antiguas de la ciudad, en
la calle Sarmiento, a media cuadra del mercado. Esas mañanas fueron siempre radiantes. No recuerdo mañanas de Reyes
con lluvia. En uno de esos despertares, don José, el papá de uno de los
amiguitos de la infancia, nos llevó al patio de su casa. Y nos cautivó con su
trofeo: nos mostró en el piso las
huellas que habían dejado los camellos de los Magos, que describió con
prolijidad de memorioso navegante de rutas históricas.
Después, los chicos cumplimos el rito de
siempre. Salimos a la vereda con nuestros juguetes, trofeos magníficos de una
ilusión siempre nueva. No recuerdo una
imagen mejor de felicidad. Los Reyes fueron siempre muy generosos con los
chicos vecinos y también con nosotros. Solo que estábamos con la amenaza
pendiente de no saber si para los Reyes nos habíamos portado bien (nuestros
padres nos tenían acorralados).
Y el tiempo pasó. Muy rápido se nos pasó. Por
eso no me animé a reprocharles nada el día que dejaron de venir, unos meses
antes de empezar la secundaria. Pasaban sí, pero uno ya no los esperaba. Traían cosas como de compromiso y se las dejaban en mano a los papás. Un par de medias,
una corbata para empezar la escuela. Esas cosas.
Muchísimos años después, quisiera junto a los
lectores honrar aquella ceremonia de la Epifanía. Dejemos atrás las
controversias menores. Somos grandes. Sabemos
que los Reyes Magos existen. Y ya no están nuestros padres con sus
recomendaciones de buena conducta. Sepamos entonces ver otra vez la huella de
los camellos. Dejemos de nuevo los zapatos al sereno. Escribámosles la cartita
con nuestros propios pedidos y compromisos, para construir un país más justo,
más solidario y sin divisiones artificiales. Un país mejor.
Un país donde la ilusión y la fantasía no cedan lugar en nuestros corazones.
Para que nunca dejemos de lado la capacidad de soñar y de creer que todo pude
ser posible
Todo niño viene al mundo con cierto
sentido del amor, pero depende de los padres, de los amigos, que este amor
salve o condene. (Graham Greene 1904-1991)
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