ALCANZAR LA ETERNIDAD DEL PRESENTE
Imagen: Atardecer del Río Paraná, Rep. Argentina
A una determinada edad de nuestras vidas, uno ya no debe
buscar el significado de todas las cosas, aunque esa búsqueda persista, quizás
en algún viejo libro que toca el alma, al leer las enseñanzas de hombres
formidables que vencieron el dolor.
A una determinada edad de nuestras vidas, uno comienza a no
cuestionarse aquellas decisiones que nos han llevado por caminos equivocados,
por el contrario, deja sanar su alma, fundiéndose, a veces, en una Liturgia que
se celebra cuando el sol tiñe de rojo el horizonte llamando al sosiego y al
silencio.
A una determinada edad de nuestras vidas, ya no nos preocupa
el futuro, porque desea que el presente dure, como el murmullo del viento que
danza entre los árboles, o en la sonrisa de un ser amado.
A una determinada edad de nuestras vidas, la mente que tanto
le cuesta descansar de sus preocupaciones, finalmente, comienza a escuchar a su
corazón y descansa, arrullándose en sus latidos.
Y aquí estoy, a la espera de ese momento.
+TEOFANO
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