SER UNO MISMO
1 - Hemos de volver a ser PERSONAS, no meros INDIVIDUOS.
Ser persona es ser concebido como una unidad orgánica, en un
entorno donde Dios está presente en cada latido de nuestro corazón. Es saber
cuál es el lugar que debe ocupar en la sociedad que se sostiene con un centro
metafísico, espiritual, que emana de Dios, Uno y Trino.
En cambio, ser individuo, es vivir fragmentado: un ser
artificial, masificado, invisible como sujeto trascendente, visible como
estadística de la sociedad de consumo, engranaje de un colectivo mecanicista de
este mundo contemporáneo.
2 - ¿Cómo dejo de ser un individuo fragmentado?
Los santos Padres del Desierto, nos enseñaron el COMBATE
ESPIRITUAL, despojándose de todo aquello que les impedía iniciar un camino de
descenso, sobre uno mismo, para encontrarse, y en ese silencio interior, dejar
que la divinidad se revele, iluminando nuestra oscuridad (Salmo 138)
En nuestras vidas cotidianas, hemos de desapegarnos de lo
superfluo. Todas aquellas cosas que nos esclavizan en nuestra existencia,
convierten nuestros pies en pesados bloques de piedra. Cada parte de nuestro
ser fragmentado, anhela algo, una comida, ropa nueva, un celular más moderno,
una casa más grande, y muchas veces, avanzamos sobre nuestros seres queridos,
anhelando que sean lo que mi fragmentada y enferma personalidad quiere.
Construimos un mundo ramificado, donde cada deseo se sostiene
sobre otros, donde cada desilusión se vuelve sedimento de otras por venir.
Anestesiamos nuestra vida, caminamos en la oscuridad al borde de un escarpado
risco.
Hemos de rebelarnos, respirar profundo y ABRIR los ojos,
para que todas esas búsquedas que regían nuestra vida, desaparezcan como un mal
sueño del cual no podíamos despertar.
3 – La Oración como eje de la PERSONA, del “HOMBRE NUEVO”
Esta enfermedad que fragmenta al SER HUMANO, es una forma de
adicción. Anhelamos muchas cosas, ninguna esencial. Hemos primero de reaccionar
a esa “llamado” de ir detrás de todo. Un mundo en frenético movimiento, que
habla de una falsa LIBERTAD a conseguir, aquella que muestra un mundo donde
todas las pasiones pueden encontrar su realización.
Nuestro oído se llena de voces, y todas vienen de afuera.
Ya no escuchamos las que provienen de adentro nuestro.
Ruido que aturde, ausencia del SILENCIO.
La Oración debe ser el único sonido que, desde nuestro
interior, ha de estar llamando. Es la que, como lluvia fresca, apaga el fuego
de las más feroces pasiones que se arremolinan.
La Oración libera las pasiones, nos libera de sus
asechanzas. La Oración es la que nos enseña la verdadera LIBERTAD, la que
destruye todas las armas y tretas del Maligno.
La Oración, y toda la asistencia que vendrá a través de
ella, proveniente de las ALTURAS, es la que edificará una PERSONA, un ser
integro, que, al elevar sus ojos al cielo, podrá ver más allá de las estrellas
y conocer el Reino al cual pertenece.
¡Xristos Anesti!
Vladyka TEOFANO, Juan M. Garayalde
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en el Extranjero
Archieparquía de la República Argentina
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