LA CRUZ Y LA ESPADA
“Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”
(Mt. 16:18)
A lo largo de la historia, la CRUZ y la ESPADA guardan un
fuerte simbolismo, principalmente en las ordenes de caballería que
principalmente en Occidente se desarrollaron, y con ello, leyendas áureas donde
nos habla de una ESPADA en la PIEDRA.
Tanto para dar inicio a una guerra contra los enemigos de la
FE, o en defensa de lugares sagrados, es necesario que un verdadero Caballero
pueda extraer la espada de la “piedra” que simbólicamente representaría a
Cristo, y, por lo tanto, a la Iglesia nacida en el Pentecostés.
La espada en la piedra, de la cual llegan como el viento que
trae la marea del mar, leyendas de las islas británicas donde el Santo Grial
paso bajo custodia.
Esto puede ser interpretado por algunos como lograr el consentimiento
de la autoridad religiosa, que otorgue a los guerreros la libertad de empuñar
una espada para combatir a los enemigos de Cristo y de su Ecclesia (o sea, de
su pueblo). La Iglesia a ungido a sus guerreros para que cabalguen contra el
enemigo, enfrentando la muerte cara a cara.
Victoria o Paraíso ha sido la meta a conquistar.
“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he
venido para traer paz, sino espada. (…) El que halla su vida, la perderá; y el
que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” (Mt. 10:34, 10:39)
Recordamos al monje Aleksandr Peresvet, que en los momentos
previos de la batalla de Kulikovo (1380) contra las ultimas huestes del Imperio
Mongol, aceptaría el desafío de luchar cara a cara contra un campeón bárbaro,
en el cual perecerían los dos, aunque el monje quedaría luego del fatal
encuentro, montado sobre su caballo a pesar de no haber usado armadura alguna.
Y el combate se ganó, y la Santa Rusia se vio liberada. La
Cruz volvió a levantarse, las campanas a resonar y las voces de antiguos cantos
litúrgicos, a elevarse a los cielos.
Estos hechos, encierran el misterio del HÉROE que puede
levantar la espada de modo autentico, sin odio, pero implacable para realizar
la voluntad de Dios en la tierra.
Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos
No hay comentarios:
Publicar un comentario