SOBRE EL HESICASMO IV
EL SONIDO DEL CORAZÓN
Un Padre del Desierto aseveraba:
"El silencio ha de encontrarse en el fondo del corazón:
entonces todo ruido exterior resulta como las olas del mar: éstas son
extraordinarias y terribles para quien se halla en la superficie del agua, pero
inexistentes para quien vive abajo, escondido, en la profundidad."
El SILENCIO, la hēsykhía, ha de ser aquello que se hace
presente en el corazón del peregrino que busca a Cristo.
Es su idioma, que lo eleva más allá de los sonidos
embriagantes de la tierra de los caídos, y al mismo tiempo, una sonoridad muy
familiar, a quien recuerda su origen. Es el idioma, con el cual Cristo nos
habla.
Irradia calor, irradia amor, revela el camino de la
Santidad. Es capaz de salir al exterior y calmar todas las tormentas que nos
acechan.
¡Que útil es trabajar ese silencio! Muchos vivimos en el campo, pero debemos ir a trabajar a las grandes ciudades. El desafío del cristiano ortodoxo es poder llevarse ese SILENCIO en el interior. Allí lo encontraremos a Jesús aunque estemos en la más transitada de las calles urbanas.
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