martes, 28 de mayo de 2024

SAN PACOMIO EL GRANDE

 

SAN PACOMIO EL GRANDE

28 de mayo / 15 de mayo – Calendario Eclesiástico

 


 

I – SUS INICIOS 


Pacomio nació en Kenobsoskion (actual Nag Hammadi), en el Alto Egipto, en el seno de una familia muy modesta, con un bajo nivel educativo y sin conocimientos de las principales corrientes filosóficas y religiosas de la época. Sólo hablaba y escribía copto; el siríaco y el griego, las principales lenguas a las que se había traducido la Biblia en Oriente a partir del siglo III, le eran desconocidas. Pacomio no supo prácticamente nada del cristianismo hasta la edad adulta.

 

En el año 312 él fue tomado al servicio del ejército del Emperador Maximino, quien se levantó contra los Emperadores Constantino y Licinio.

 

Pacomio nunca cuestionó su paganismo en la primera parte de su vida: a la edad de 20 años, fue reclutado a la fuerza en el ejército imperial de Constantino que luchaba contra los persas, aunque otras versiones nos habla que fue al servicio del ejército del Emperador Maximiliano Daya (308-313), quien se habría levantado contra los Emperadores Constantino y Licinio.

 

Durante este contexto militar, no modificó en nada sus creencias y no conoció a ningún cristiano.

 

II – SU CAMINO AL DESIERTO

 

Mientras estaba en el ejército, Pacomio fue hecho prisionero en Tebas. Durante su cautiverio fue consolado por los cristianos del lugar, que no lo conocían, siendo alimentado en secreto por ellos. Conmovido por esta dedicación desinteresada a un extraño, preguntó a uno de ellos quién le mandó hacer eso, y le dijeron que fue el Dios que está en el Cielo. Aquella noche el prisionero rezó con los cristianos a ese Dios, sintiéndose inclinado a seguir tan bella doctrina.

 

Cuando se vio libre, volvió a Egipto y se bautizó. Aún sin saber qué rumbo tomar, se puso al servicio de una comunidad cristiana, que le permitiría practicar la caridad con la que había sido tratado durante su prisión. Pero esto no le satisfacía, pues quería dedicarse por completo a Dios. Le informaron que un anciano llamado Palemón servía a Dios en el desierto. Fue en su búsqueda y se puso bajo su dirección.

 

De san Palemón, dice el Martirologio Romano Monástico del día 11 de enero: “En la Tebaida, alrededor de 330, san Palemón eremita, que inició a san Pacomio en la vida monástica y le dio sus principios fundamentales: vigilar y orar en el ayuno y en la soledad”.

 

Nada había preparado a este antiguo soldado para convertirse en monje solitario, arriesgando su vida en el proceso.

 

Entonces llegó su encuentro con el otro "gigante" egipcio: San Antonio el Grande (+356). Pacomio recibió así una "formación" completa, no de instituciones educativas (inexistentes en aquella época), sino de boca de dos santos monjes.

 

 

III – SU GRAN MISION

 

La última etapa de su itinerario interior fue el milagro de la "voz" de un ángel que le pedía que fundara su propia comunidad de monjes. Pacomio imaginó un modo de vida totalmente nuevo para los monjes y redactó una regla que influiría en toda la cristiandad: ninguno de los Padres latinos del monacato criticaría o modificaría sustancialmente a San Pacomio.

 

Después de 15 años de ascetismo espiritual secreto, el Señor lo inspiró para que reúna bajo una misma norma general a los ermitaños, que vivían por separado. En una isla del río Nilo (Tavena) él comenzó a organizar un monasterio. De esta manera, el primer monasterio, fundado en Tabennesi en 323, se convirtió en pocas décadas en el centro del monacato egipcio.

 

Al poco tiempo ese monasterio no podía albergar más a las personas deseosas de salvarse bajo la dirección de San Pacomio, y él se vio obligado a fundar más monasterios sobre la costa del río Nilo, no lejos uno del otro. Él estableció el primer convento de monjas, donde su hermana fue la primera abadesa (superiora).

 

IV – REGLAS DE CONVIVENCIA

 

En sus monasterios él llevaba un reglamento obligatorio para todos. Esto será conocido como la Regla de Pacomio, escrita en copto, y posteriormente traducida al siríaco y al griego (y transmitida así al mundo bizantino), y luego al latín por san Jerónimo (+420), lo que permitió su difusión por toda la parte occidental del Imperio romano.

 

Este reglamento se basaba fundamentalmente en la: castidad, humildad, renunciamiento a todo lo mundano y una sumisión incondicional a su abad. Los monjes vivían de a tres.

 

En cada celda, juntos comían y realizaban sus labores. Todos usaban la misma vestimenta (la interior de hilo, sin mangas, la exterior de cuero, en la cabeza un gorrito de tejido de crines, en los pies sandalias). Unas cuantas veces al día al sonido de un instrumento, los monjes en silencio eran llamados a la Iglesia. Aquí leían las Sagradas Escrituras, escuchaban las enseñanzas del superior, rezaban y cantaban Salmos.

 

Los domingos venia un presbítero del pueblo vecino que oficiaba la Liturgia y daba la comunión a los monjes. San Pacomio no tomaba el sacerdocio ni tampoco permitía a otros, tomar esa dignidad, para que no caigan en orgullo o ámen el poder. Salían a trabajar todos en orden y en silencio junto a su superior. Nadie podía comenzar una nueva labor ni cambiarse de lugar sin la bendición del superior. El trabajo realizado por un hermano pertenecía a la comunidad, y no a él.

 

Se alimentaban una sola vez al día — al mediodía, y su alimento se componía de pan, frutas y verduras. El domingo se podía cenar. Para que todas estas normas fuesen cumplidas por los monjes, sin cambios, San Pacomio determinó recibir a las personas deseosas de ingresar al monasterio, no antes de haberlos sometido a un año de prueba. Durante la vida de San Pacomio la organización monacal establecida por él, aumentó a siete mil monjes, y cien años después, a cincuenta mil personas.

 

V – LA REGLA

 

Las intuiciones de Pacomio sientan las bases de todas las formas de organización de la vida de las comunidades monásticas que siguen existiendo hoy en día: noviciado, vestimenta única de los monjes, comidas en común y en silencio, oración continua durante el día y la noche (Liturgia de las Horas), servicio divino (misa), obediencia a los superiores, pobreza absoluta y puesta en común de los bienes, periodo de prueba para los postulantes, trabajo obligatorio proporcional a las capacidades de cada uno, atención especial a los enfermos, deber de hospitalidad y separación del convento de monjas.

 

VI – EL FIN DE UNA ERA

 

La aparición del "cenobitismo" (del griego koinos bios, "vida en común") en el siglo IV es tanto más increíble cuanto que en Egipto no existía entonces ninguna forma similar de vida contemplativa.

 

Los "anacoretas" (solitarios) y los "giróvagos" (monjes errantes) dominaron hasta la llegada de Pacomio.

 

Se puede decir que la vida monástica en Egipto nació con san Pacomio. No se trataba ya de un líder carismático que reunía a los ermitaños en pequeños grupos en torno de sí, sino de una comunidad de religiosos con reglas precisas de vida en común en la oración, la contemplación y el trabajo, a ejemplo de los Apóstoles.

 

San Pacomio fue agraciado por Dios con el don de milagros. Sin embargo, curaba diversas enfermedades o aflicciones con una condición: solo si era por el bien del alma. También fue favorecido con el don de la profecía.

 

El gran san Atanasio de Alejandría (296-373) quiso ordenarlo sacerdote, pero Pacomio decidió permanecer como laico por humildad.

 

Murió víctima de una plaga que asoló a Egipto. El lugar exacto de su entierro siempre ha sido desconocido, porque antes de su muerte había recomendado a sus discípulos más fieles que lo enterraran en un lugar secreto, para evitar la veneración de muchos de sus seguidores.

 

A su muerte, ya existían nueve monasterios masculinos y dos femeninos, cada uno con al menos treinta personas. A finales del siglo IV había varios miles de monjes de este tipo. En el siglo VI, 24 monasterios formaban el legado dejado por Pacomio en su tierra natal.

 

 



VII – EL MOVIMIENTO CENOBITICO SE EXPANDE

 

El monasticismo se propagó por muchos lados. En aquella época, cuando San Pacomio, estableció un monasterio en Tavena, uno de sus discípulos Amón, fundó una nueva comunidad para los monjes cerca de Alejandría, sobre el monte Nitria (este monte se denominó así por la gran cantidad de nitro, o salitre.). Al final del siglo 4, aquí se contaban, más de 50 monasterios y hasta 5.000 monjes.

 

Detrás del monte de Nitria estaba el desierto de Libia. Cuándo hubo estrechez sobre el monte de Nitria, Amón con la bendición de San Antonio, trasladó las celdas al desierto de Libia, a partir de ese momento ese desierto pasó a denominarse kelias (celdas).

 

Más allá del monte de Nitria se encontraba distante el monasterio de Sckit (nombre del lugar, que significa valle largo y seco) en donde San Macario de Egipto fundó la vida monacal.

 

Hacia allí no existía ningún sendero, para encontrar el camino se guiaban por las estrellas. Hilarion, uno de los discípulos de San Antonio trasladó, el monaquismo a su tierra natal, a Palestina (Tierra Santa), y en la cercanía de Gaza fundó un monasterio. De aquí el monasticismo se propagó por toda Siria y Palestina.

 

VIII – SAN BASILIO EL GRANDE Y SAN SAVVA EL BENDITO

 

San Basilio el Grande, terminada su instrucción y luego de recorrer Egipto y Palestina, difundió la vida monacal, en Capadocia (En Asia Menor, actualmente Turquía): tanto de mujeres como de hombres. Allí estableció un reglamento para los monjes que pronto se propagó por el oriente haciéndose universal.

 

Uno de los ascetas del siglo IV San Savva el Bendito, estableció un monasterio cerca de Jerusalén en la gruta del torrente del Cedrón, introdujo aquí el reglamento de oficios llamado “Tipicón”, el cual a través del tiempo fue completado y perfeccionado, siendo el cimiento actual de los oficios religiosos de la ortodoxia.

 

IX – ATHOS, LA MONTAÑA SAGRADA

 

El monasticismo oriental encontró un refugio especial en los montes Olímpo y Athos. En este último se encuentran aproximadamente: 20 monasterios cenobíticos, alrededor de 100 monasterios y celdas de ermitaños y cerca de 8.000 ascetas. Aquí se pueden observar distintos modos de vida monacal, desde los que se refugian solitariamente en grutas y celdas hasta los que viven en grandes comunidades (llamadas en ruso Lavra). Desde aquí el monasticismo se trasladó a Rusia.

 

X – OTROS LINAJES MONÁSTICOS

 

El modo de vida monacal, tanto ermitaña como en comunidad, fueron las que más se propagaron en Oriente. Pero existen otras formas de ascetismo como, el estilita que son monjes dedicados a la oración, sobre una columna, por ej. en el siglo V — San Simeón “el estilita,” en el siglo VII —San Alepio “el estilita”; la de los “no durmientes”; y “la de los locos en Cristo”(ascetas que por Cristo se hacían pasar por locos, a fin de elevarse espiritualmente, doblegándose y soportando la humillación del trato, para no caer en el orgullo, consiguiendo así, un total desapasionamiento, como San Simeón “el loco en Cristo”.

 

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos

 


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