SANTA ISIDORA, LOCA DE CRISTO
23 de mayo de 2024 / 10 de mayo de 2024 – Calendario
Eclesiástico
I – FUENTES DE SU HISTORIA
La asombrosa y santa historia de Isidora, se la puede hallar
en la obra “Historia Lausiaca”, escrita entre 418 y el 420, por el obispo Paladio de Galacia, de
Helenópolis de Bitnia, quién había sido discípulo de Evagrio Póntico. En dicha obra, se relata los primeras épocas
del monacato cristiano en Egipto, tanto del periodo anacoreta como posterior a
la aparición del San Pacomio y su monacato cenobítico.
II – LLEGADA AL MONASTERIO
La vida de la Santa Isidora, comprende el siglo IV. No se
conoce fecha de su nacimiento, tampoco de su fallecimiento. Sin embargo, lo que
acontece en su vida es de una belleza y sabiduría que solo el CRISTIANISMO
puede brindar a la historia de la humanidad.
La obra de Paladio de Galacia, no indica a que edad, ni en
qué año ingresa Isidora al Monasterio de Tabennisi en Egipto, uno de los tantos
complejos monásticos que se construyeron en los tiempos de Pacomio (+348),
Petronio (+348), Horsieso y Teodoro
(+367), que llegaron a albergar en la región más de 4.000 monjes y monjas.
Cuando Isidora llego al monasterio, comenzó a realizar
tareas de lo más básicas e inferiores dentro de las responsabilidades en todo
monasterio; o sea, encargada de la limpieza, principalmente en la cocina.
III – AL MARGEN DE TODO
Isidora tomo los votos monásticos pero desde un inicio se
diferenció por su forma de ser y trabajar del resto de sus hermanas. Ella usaba
un paño de cocina sobre su cabeza en lugar del velo oscuro que usaban sus
hermanas. Durante años, Isidora cumplió funciones de limpieza. Se la llamaba
“la esponja del monasterio”.
Durante ese tiempo, sus hermanas intentaban evitarla. La
consideraban una persona con “pocas luces” y por lo tanto, no apta para el
trabajo monástico, relegándola a tareas menos dignas. Muchas veces, sus
hermanas se burlaban o maltrataban a la monja Isidora. Prácticamente, no la
consideraban como parte del Monasterio.
IV – LOCA DE CRISTO
El tiempo paso, y en lugar de ir integrándose a la
comunidad, Isidora se aislaba más. Algunas hermanas, a causa de su
comportamiento torpe, la consideraban “demente” y hasta llegaron a afirmar que
estaba “poseída por un demonio”. Sin
embargo, en la obra de Paladio, se afirmó que Isidora “simulaba locura y la
posesión de un demonio”, pero como medio para mantener alejadas a sus hermanas
y poder vivir mejor su soledad.
La trataban con desprecio y burlescamente. Sin embargo, de
su boca no salía queja alguna. Ella, por ejemplo, no solía comer junto con sus
hermanas. Su comida consistía en los restos de lo que limpiaba de las mesas y
las ollas.
De alguna manera, Isidora, resguardaba su Fe de una manera
muy especial. Hacia afuera, era servicial y obediente con sus hermanas,
soportando también las injusticias. En ningún momento su alma flaqueo ante
ello.
La tradición de la Iglesia, considera a Isidora como “loca
de Cristo” según los testimonios recogidos. ¿Qué significa ser un “loco” por
Cristo?
Las Santas Escrituras nos dan la respuesta: “Pues si estamos
fuera de nosotros, es por Dios, si estamos en estado normal, es por vosotros”
(2 Cor 5,13). Debido al celo que tenemos hacia el Señor, los “locos de Cristo”
toman distancia de lo “normal”, aquello que es del Mundo, convirtiéndonos para
el mismo, en locos, en dementes. San
Pablo agregará: “Que nadie se engañe; si alguno cree ser sabio entre vosotros
en este siglo, que se haga necio, para que llegue a ser sabio” (1 Cor. 3,18)
¿Cómo llegan los “locos de Cristo” a tener influencias sobre
las personas si se apartan de todos, hasta de la necesidad de enseñar el mensaje
del Evangelio?
Hay muchas respuestas, más veamos en este caso, lo que nos
enseñó la Santa Isidora.
V – UNA VISITA INESPERADA
Bajo una vida solitaria volcada al ascetismo, vivía San
Piterum de Porfirita. Muchas gente lo respetaba, y acudía a visitarlo para
escuchar sus consejos. Sin embargo, cierto día, mientras oraba, un ángel se le
apareció y le cuestionó su orgullo. El ángel lo puso a prueba
desafiándolo:
"Ve al monasterio de Tabennisi. Allí verás a una
hermana que lleva en la cabeza un trapo de cocina. Ella los sirve a todos con
amor y soporta su desprecio sin quejarse. Su corazón y sus pensamientos descansan siempre en Dios.
En comparación, tú te sientas en soledad, pero tus pensamientos aletean por
todo el mundo".
Sin dudarlo, el anciano San Piterum partió hacia el
Monasterio de Tabennisi a buscar a la enigmática monja.
Al arribar al monasterio, Piterum pidió conocer a todas las
hermanas. Tomase su tiempo para ir conociendo a cada una, pero ninguna podía
asemejarse a lo que el ángel le había descrito. Descorazonado, volvió a
preguntar si ya había conocido a todas las hermanas del Monasterio. Estas,
extrañadas con el pedido, solo atinaron a indicar que había otra persona más,
pero que poseía problemas mentales; estaba loca y alejada de las actividades
más importantes del Monasterio.
El anacoreta, Piterum, pidió verla también y las hermanas
comenzaron a llamarla, pero Isidora no respondía al llamado. Estas tuvieron que
ir a buscarla y forzarla a llevarla frente al monje Piterum, quién al observar
su penoso aspecto, de repente tendrá la visión que ese humilde trapo con el cual
cubría su cabeza, era en realidad una corona de santidad. Con lágrimas en sus
ojos, se arroja a los pies de Isidora pidiéndole la bendición. Isidora,
conmovida, se postro frente al monje pidiendo también su bendición.
VI – REGRESO AL DESIERTO
Luego del acontecimiento entre el Monje Piterum y Santa
Isidora, las monjas quedaron atónitas y sin entender, trataban de explicar al
monje que estaba cometiendo un error de juicio, a lo que él les responderá:
“¡Sois vosotras las locas!” (…) "¡Isidora ante Dios está más alta que
todas nosotras!" (…) “¡Ella es vuestra amma –madre espiritual-
tanto mía como vuestra!”.
Avergonzadas, las hermanas pidieron disculpas al visitante y
a la hermana Isidora. Su actitud hacia ella, cambio de manera rotunda. Primero,
pidieron al monje que las confesara de todos los pecados que habían cometido
con saña, consientes o
inconscientes contra Isidora. El monje
Piterum, las escucho a todas, oro por ellas, se despidió de Isidora y se retiró
del Monasterio.
Tras la partida del anacoreta, la vida de Isidora cambió
dramáticamente, en tanto que ahora se había convertido en el centro ascético de
todo el monasterio. No solo sus hermanas, sino también los peregrinos
comenzaron a querer hablar con ella y pedir su bendición y consejos.
Al poco tiempo, la monja Isidora, decidió partir del
Monasterio para volver a recuperar su paz interior. Su destino final permaneció
desconocido. Se cree que vivió sus últimos años en una eremita solitaria en el
desierto, situando la tradición de la Iglesia, como su fecha de fallecimiento,
el año 365.
Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos
No hay comentarios:
Publicar un comentario