miércoles, 17 de junio de 2020

Pandemia - REFLEXIONES IV



REFLEXIONES SOBRE LA PANDEMIA IV

Leandro Pinkler: "Es un problema que el mundo occidental hoy ignore todo sobre la religión"

Para este estudioso de la Antigüedad clásica, el pensamiento actual es "débil e individualista", excesivamente volcado al cliché, y está inmerso en una sociedad donde el consumo supera a la reflexión.

Buenos Aires - 13 de junio de 2020 – Diario LA NACION.



Estudioso de la lengua y la cultura griegas, Leandro Pinkler (Buenos Aires, 1956) se dedica desde hace tiempo al pensamiento filosófico. Más que un cambio de intereses, esta progresión no es para nada insólita en el campo de las ideas. Tradujo dos de las grandes obras de Sófocles sobre el poder, Antígona y Edipo rey , y Las dionisíacas , de Nono de Panópolis. Fue investigador del Conicet y en la actualidad da clases en la Academia del Sur, la Fundación Centro de Estudios Psicoanalíticos, la Universidad de Palermo y el Malba; en este último espacio brinda un seminario online sobre el Renacimiento, la cosmología y la alquimia en Giordano Bruno, Pico della Mirandola y William Shakespeare.

Para Pinkler, los intelectuales y pensadores tienen que examinar acontecimientos (como el de la pandemia) en el marco de un horizonte histórico e interpretarlos sin caer en clichés ni repetir guiones. Por otro lado, le resulta evidente que la situación actual exige la intervención de los Estados en el cuidado de la salud, la educación y la justicia social, cuestiones que, en su opinión, "no pueden quedar libradas a un laissez faire aunque resurjan los espectros de Ayn Rand y su virtud del egoísmo". Próximamente, en la editorial El Hilo de Ariadna publicará La fuente sagrada, sobre los cultos y rituales místicos de la Antigüedad y sus vínculos con el cristianismo.

¿Cómo observa esta circunstancia inédita de la cuarentena que se vive actualmente?

Se trata de un tiempo de devastación, de crisis tremenda. Y los momentos críticos pueden despertar una capacidad de transformación muy grande o llevar a la destrucción total. Por eso se recuerda la sentencia del poeta Hölderlin: "Cuando crece el peligro, también crece lo que salva". Es una circunstancia que nos interpela a todos. Pero se dan ejemplos lastimosos de lo que José Ortega y Gasset llamó "la hemiplejia moral", determinada por una mirada mezquina centrada en los propios intereses, que no está a la altura de la situación. Otros auguran la intervención de una solidaridad a nivel internacional, como si eso fuera posible. Puede ser un deseo ingenuo o una hipocresía, pero no una realidad política humana. En mi vida individual, puedo aprovechar mi tiempo y sigo trabajando. No creo que sea momento de quejarse por incomodidades cuando mucha gente se está muriendo.

¿Y el prolongado aislamiento social, que fue criticado por algunos intelectuales y científicos?

Todo reside en ver qué sentido tiene. Si uno comprende que tiene un verdadero sentido, puede dejar de lado su malestar y abrirse a la percepción realista de que la cuarentena es absolutamente necesaria para el conjunto social. Por supuesto que uno sufre al ver las consecuencias terribles que tiene para tanta gente que no puede trabajar. Pero la multiplicación de la muerte es un costo mayor que no soluciona la economía. La disyuntiva planteada por algunos opinionmakers entre una vigilancia totalitaria y la libertad ciudadana, entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global es totalmente irresponsable o malintencionada.

¿Qué papel desempeñan los filósofos en esta situación y de cuáles de ellos se siente más cerca?

En principio me resulta más efectivo hablar de pensadores en lugar de filósofos porque la palabra está cargada del ocaso de una cierta forma de hacer filosofía que es propia de la Modernidad. En términos auténticos, puede surgir un pensador desde otra disciplina que no sea estrictamente la filosofía académica. Entendemos que la función del pensar es poder manifestar el significado de los hechos y su carácter histórico en un horizonte profundo, más allá de las elucubraciones pragmáticas y los vaticinios más inmediatistas. Y esta búsqueda del sentido está ausente en la mayor parte de los referentes contemporáneos. Por ejemplo, Slavoj Zizek insiste en videos y en su ebook Pandemia en predecir "el fin del capitalismo del desastre" reemplazado por "un comunismo" forzado por la necesidad de una cooperación internacional. Resulta increíble que el supuesto transgresor Zizek postule una cooperación que nunca existió. La tesis principal del best seller Yuval Noah Harari , en Homo Deus , se centró en que la estirpe humana está superando los males del hambre, la guerra y la peste. Una superación que se circunscribe a una nueva especie, surgida no por una evolución genética sino por la biotecnología y la plutocracia. Y si puede parecer realista que una porción de la especie humana goce de una vida excelente a expensas del resto, esto no constituye ninguna profecía futurista sino algo que viene ocurriendo hace tiempo. Pero la broma de mal gusto de la victoria sobre la peste ha sido ahora refutada por hechos lamentables. Y eso no impide que el autor, que ha sido calificado como "el intelectual mascota de Silicon Valley", siga siendo consultado en los medios como el gran visionario del futuro de la humanidad. Y así el marxista Zizek y el dataísta Harari se exhiben en las cámaras comentando cosas mordaces y recibiendo aplausos.

¿Los pensadores están en déficit y solo repiten sus guiones?

El pensar no puede ser narcisismo, porque el que lo ejerce tiene una deuda con la colectividad. El pensador tiene que llegar a ser, como lo expresó el joven Nietzsche, "el médico de la cultura". En las presentes circunstancias existe una responsabilidad muy grande para el intelectual. Tiene que transmitir algo que a la gente le sirva para recordar el sentido trascendente de la existencia humana. La dimensión trascendente no significa un abandono de la cuestión política sino una metapolítica existencial. Por metapolítica se entienden los fundamentos de una política auténtica, más allá de los especuladores de turno, que involucra esencialmente una justicia social. Uno no puede dejar de expresar un sentimiento de rechazo ante la indigencia general del pensamiento actual, la avidez de influir en la opinión pública y la proclamación de una libertad mal entendida que consiste en emitir juicios terminantes acerca de lo que no se tiene conocimiento. En un contexto en el que se ponen como referentes a Harari, que no es un filósofo, y las elucubraciones de Sloterdjik, Zizek, Agamben y otros, se extraña la potencia de un pensamiento más esencial. Soy consciente de que en los autores mencionados hay muchas diferencias de nivel, pero todos se mueven en un repertorio que no llega a penetrar la coraza externa del comentario de los hechos.

¿Usted se considera un filósofo?

No soy un filósofo sino un profesor y una persona de estudio que confía en la formación y en la búsqueda de conocimiento, no en las opiniones. Uno siente cercanía con la obra de los grandes del siglo pasado: con la mirada de René Guénon, de Carl Gustav Jung, de Ernst Jünger, del mismo Martin Heidegger, de todos aquellos que han sabido percibir que la raíz de lo humano solo puede crecer en el suelo de lo sagrado. Y que su olvido lleva necesariamente al extravío.

¿Qué diferencia específica introducen los intelectuales en la conversación pública?

El problema reside en que habitualmente no cumplen con esta diferencia específica y devienen una mezcla de epidemiólogo con especialista en los big data , conocedor de las relaciones comerciales internacionales y la tasa del PBI. El pensador tiene que articular los acontecimientos en un horizonte histórico, interpretar los hechos sin caer en clichés, no crear clichés nuevos. En el filósofo Markus Gabriel se pueden encontrar notas de una mirada más abarcadora, al expresar que antes de la explosión de la pandemia la situación de la vida humana ya era absolutamente alarmante, por lo que el retorno a esa "normalidad" no es algo deseable.

¿Sobre qué cuestiones habría que mantenerse alerta?

El peligro del hipnotismo colectivo en los términos de un mundo gobernado por los multimedia, en el que cientos de millones de seres en décimas de segundos pasan a repetir como autómatas las mismas sandeces, y las llevan a sus vidas sin ninguna reflexión ni criterio, es una de las cuestiones más alarmantes. Siempre existió la manipulación porque es connatural a la sugestionabilidad humana, pero hoy se encuentra en su punto más alto. La pérdida de las identidades nacionales en el desenvolvimiento de la llamada globalización tiene como natural consecuencia el desvanecimiento de la identidad individual y social en el que la persona solo es operativa como consumidor. No solo se trata de cómo es reconocido el individuo en el llamado "sistema", sino además de cuál es la relación de cada persona consigo misma, la falta de interioridad. El predominio de la mente mecánica anula todo tipo de elección auténtica. Toda posición es respetable, pero el horror comienza cuando se descubre que detrás de tanta opinión no hay una verdadera posición, que el único "sujeto" es un ser dormido.

¿Cuál es el lugar reservado a las religiones?

Hace ya más de diez años tuve oportunidad de escribir y compilar el libro La religión en la época de la muerte de Dios . La intención fue mostrar que la expresión de Nietzsche acerca de "la muerte de Dios" es muy veraz en la crítica a la civilización occidental, en la que la presencia de Dios se ha borrado de la vida de los individuos. No significa que haya más o menos seres humanos que profesen una religión, sino que se vive lo sagrado en falso. No ocurre lo mismo en el islam, donde los problemas son otros. Cuenta con más de mil quinientos millones de creyentes y la vida devocional permanece como base principal de los lazos sociales. El problema reside en que en el mundo contemporáneo la ignorancia acerca de la religión es total. Y hablar mal de la religión resulta socialmente correcto. Pero en verdad la fuerza de la religión, cuando está viva, infunde un sentido auténtico a la existencia y una justicia social que ninguna teoría intelectual puede lograr.

Ha estudiado la obra de Byung Chul-Han, ¿por qué cree que su pensamiento resulta tan atractivo hoy?

En gran parte se debe a que escribe libros cortos y en un lenguaje comprensible. Tiene una buena formación en la filosofía germánica y produce un diálogo con la tradición filosófica en sentido fuerte, Hegel y Heidegger, y a la vez con autores de referencia en las últimas décadas como Foucault, Deleuze, Agamben, Derrida. Presenta además una mirada sobre la estética contemporánea y una interesante raigambre oriental. Sus libros describen la sociedad tecnologizada contemporánea, la paradoja de la exposición personal y el aislamiento psíquico de las redes sociales, los nuevos dispositivos de poder de los big data . El núcleo central de su pensamiento revela que el dispositivo de sujeción predominante en la actualidad es un hechizo de la libertad: los individuos, al creerse más libres, cada vez obedecen más a una matrix consumista y autoexigente. En la concepción de Han lo que él denomina el neoliberalismo se introduce en la psique misma para producir sujetos autoesclavizados que se creen cada vez más libres, mientras responden automáticamente al imperativo de la época. Plantea el paso de un paradigma inmunológico, propio del siglo XX y el sida, a un paradigma neurológico propio del siglo XXI y la excitación del sistema nervioso. Por supuesto que actualmente tuvo que rever este abandono de lo inmunológico por la pandemia. Ante los hechos actuales, Han previene acerca del peligro de un retorno a la sociedad disciplinaria ya superada, y se posiciona en defensa de una revolución representada por individuos racionales, sin especificar muy bien el uso de la palabra "revolución". En resumidas cuentas, vemos que no se aparta del pensamiento débil, individualista, de las últimas décadas, y que muy frecuentemente se mimetiza con aquello que critica. Sus textos pueden ser sugestivos para la visión del transhumanismo tecnológico y la idiosincrasia de las sociedades europeas, pero no para las de América Latina, y poco tienen que aportar a una visión más abarcadora.

¿Hay amenazas a la libertad de pensamiento en la actualidad?

Siempre existen restricciones a la manifestación de ciertas ideas. La supresión de voces incómodas opera especialmente por el hecho simple de no darles cabida en los principales canales de difusión. Por otra parte, la confusión total de la diseminación de ideas demenciales por las redes es algo indominable. Entendemos que el tema fundamental es la responsabilidad de los medios de difusión en su colaboración con lo colectivo. Por cierto, soy consciente de que esto es una expresión de deseo y no algo realizable.

Por: Daniel Gigena

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/leandro-pinkler-es-un-problema-que-el-mundo-occidental-hoy-ignore-todo-sobre-la-religion-nid2377740

viernes, 12 de junio de 2020

La caída de Constantinopla


LA CAÍDA DE CONSTANTINOPLA

ENTRADA A LA ETERNIDAD DEL EMPERADOR CONSTANTINO XI

S.E. Vladyka TEOFANO, Juan M. Garayalde.

Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en el Extranjero


11 de junio de 2020 / 29 de mayo de 2020 – Calendario Eclesiástico



Su Majestad Imperial San Constantino XI Paleólogo (1405-1453)



I – GLORIA Y OCASO DE UN IMPERIO CRISTIANO ORTODOXO.

El Imperio Romano de Oriente, heredero del antiguo imperio que dominó el Mediterráneo y sus regiones aledañas, había alcanzado en diversos momentos los viejos límites del imperio pagano, habiendo sido difusor y organizador de la Cristiandad en todo el mundo, a través de la convocatoria de los Santos Concilios Ecuménicos, y de la difusión de la cultura heleno-cristiana.

Hasta el siglo XI, fue el defensor de Europa contra la embestida del Islam. Sin embargo, el occidente europeo comenzó a atacar sus fronteras por lo que el imperio en algunos momentos tuvo ayuda de los pueblos normandos (“hombres del norte”, o comúnmente llamado vikingos), los cuales aprovecharon para enriquecerse y luego asestar golpes brutales contra sus antiguos aliados. Así fue lo acontecido en Italia en el siglo XI, donde los bizantinos perdieron el control de la península.

La situación se complicó para el Imperio cuando el Patriarcado de Roma, rompe la comunión con el resto de los patriarcados orientales, el mismo tiempo que el papado llamaba a la guerra santa contra el Islam dejando a un lado el papel histórico del Imperio Romano de contener dicha expansión musulmana. Finalmente, el golpe de gracia lo dio la cuarta cruzada en el 1204 que entró en Constantinopla a saquearla y poner un gobierno servil a los intereses “latinos”, aquellos en comunión con el papado.

A pesar de durar medio siglo la ocupación latina en Constantinopla, nunca más el Imperio Romano de Oriente volvería a recuperar sus antiguas fronteras. Ello solo favoreció la expansión del imperio otomano, que en el año 1453, aún a costa de perder casi todo su ejército, el Sultán Mehmed II se adueña de la ciudad y pone fin a más de doce siglos del mayor imperio cristiano de la Historia.

Seis siglos le costará a la Europa Romana -junto a sus diversas subdivisiones religiosas- expulsar al Imperio Otomano y reducirlo a cenizas (1923), más sin embargo, sigue bajo su poder, la ciudad de Constantinopla (hoy Estambul), como símbolo de una cristiandad condenada al olvido y al martirio.

La caída de Constantinopla, sepultará a toda la cristiandad ortodoxa bajo imperios no cristianos. Sin embargo, décadas después, a finales del siglo XV, el Príncipe Ivan III de Moscú, da por terminado el vasallaje de la Horda de Oro expulsando a los mongoles a las lejanas estepas siberianas, desmantelándose la misma en 1481 cuando el Khan Ahmed es asesinado por un grupo rival.

Comenzaba así a surgir Moscú, como la “Tercera Roma”, nueva esperanza de la Cristiandad Ortodoxa.


Mapa de la antigua ciudad de Constantinopla



II – CAMBIO DE ÉPOCA

Se considera al acontecimiento de la caída del Imperio Romano de Oriente como uno de los hechos clave que da por finalizada la Edad Media, dando comienzo a la Era Moderna. En ello, coincidimos plenamente. Otro evento mencionado, es el descubrimiento de América, y con ello, la consecuente expansión de la romanidad, de la mano del Imperio Español.

Poco duró el poderío de la iglesia de Roma sobre Europa. En Italia surgirá la corriente humanista, que sentará las bases de la ruptura con el cristianismo y la antigüedad. Los acontecimientos fueron escribiéndose solos: en 1517, Martín Lutero difunde sus noventa y cinco tesis de Wittenberg, produciendo el mayor cisma dentro de la iglesia romana, que alentará en siglos posteriores, el surgimiento de otra cantidad de divisiones y subdivisiones de la fe cristiana, que inundará todo occidente europeo y americano.

En palabras de Nicolas Berdiaeff: “La rebelión y la protesta inherentes a la Reforma engendraron esa revolución de la historia moderna que termina en las “luces” del siglo XVIII, en el racionalismo, en la Revolución y sus últimos efectos: el positivismo, el socialismo, el anarquismo. (…) Las “luces” son el castigo temporal del Renacimiento, el rescate de los pecados del orgullo humanista, de esa autoafirmación que ha traicionado los orígenes divinos del hombre” (Nicolás Berdiaeff – “Hacia una nueva edad media” Ed. Apolo, Barcelona 1951, págs. 26 y 27)

Finalmente, acontecieron tres revoluciones que transformaron el mundo conocido, sepultando para siempre en el mundo cristiano, aquellos sistemas políticos que ponían a Dios como fuente de toda razón y justicia: la Revolución Americana de 1776, la Revolución Francesa de 1789 y la Revolución Bolchevique de 1917. Se inicia de esta manera, el reinado del Anticristo, el apogeo del Nihilismo, el dominio de la ciencia profana y anticristiana en todos los ámbitos de los saberes terrenales. Se daba inicio a la ERA DEL PARIA, un tiempo en que los gobiernos carecen de cualquier meta, causa final; un sistema que ha “extirpado cualquier meta espiritual y trascendente” (…) “Es el Estado que idealiza el mero presente, pero comprendido como instante fugaz y placentero, el que debe ser vivido de la mejor manera sin importar lo de antes ni lo de después de uno mismo” (M. Ghio, "La era del paria” Ed.Herácles, Buenos Aires 2007, Págs. 22-23)



Entrada del Sultán Mehmed II, "El Conquistador" a la ciudad de Constantinopla. Símbolo del fin de una época, del sueño del Imperio Universal Cristiano Ortodoxo


III – DIPLOMACIA DE LA HUMILLACIÓN

La dinastía de los Paleólogos, intentó en diversos momentos de los últimos dos siglos de vida del Imperio, hallar aliados para enfrentar al enemigo islámico y por otro lado, evitar que otros principados cristianos desangraran las fronteras de su Imperio. Encontrar aliados en occidente no era empresa fácil: la cicatriz sangrante del cisma, la ocupación y saqueo de los cruzados de la capital del Imperio, hacían que dichos esfuerzos caigan en el vacío.

Uno de esos intentos desesperados, tuvo como protagonista al Emperador Juan VIII, hermano del futuro Constantino XI. Aquel, en búsqueda de una cruzada que aleje a los otomanos de sus fronteras, aprovechando una crisis en la iglesia Romana, que por entonces poseía dos papas en pugna, durante la celebración del Concilio de Florencia (residencia por entonces del Papa Eugenio IV) acuerdan la unión de ambas iglesias, cediendo en su gran mayoría a las innovaciones teológicas (herejías) de la iglesia romana; como la alteración del Credo Niceno-Constantinopolitano (adhesión de la filioque) y entre otros renunciamientos: el reconocimiento de la existencia del purgatorio, y la aceptación de la primacía del Papa de Roma por sobre los demás patriarcas de la cristiandad. Esta acción diplomática sólo generó rechazo en la Iglesia Ortodoxa, en los ciudadanos del imperio, y comunidades ortodoxas bajo el islam. (1)

El sometimiento al concilio de Florencia, le traería resultados favorables, en un principio, al Imperio Romano Ortodoxo, puesto que se realizaría una nueva cruzada convocada por el Papa Eugenio IV. Sin embargo, eran tiempos de un cisma dentro de la misma iglesia Romana, y la cruzada no tendrá muchos adherentes, y toda esperanza será sepultada en el desastre de Varna (1444) donde el imperio otomano logra una victoria a alto costo a orillas del Danubio.

Así es: las cruzadas en el siglo XV, no podían lograr siquiera expulsar a los otomanos de Europa.

Dentro de este contexto fuertemente adverso al Imperio Romano de Oriente, asumirá Constantino XI el trono, en 1448, a la muerte de su hermano Juan VIII.



Su Majestad Imperial JUAN VIII Paleólogo (1392-1448)


IV – EL CAMINO A LA ETERNIDAD

Ese 29 de mayo de 1453, no sólo caía un símbolo viviente de la Cristiandad Ortodoxa sino también, entre los miles que dejaron sus vidas en esas murallas y calles de Constantinopla, un guerrero de la cristiandad, que buscó denodadamente encontrar una salida a tan trágico fin: el emperador Constantino XI Paleólogo.

El último emperador, Constantino XI, en los pocos años que gobernó, emprendió un viaje por Europa para intentar lograr aliados en la defensa del Imperio. Los otomanos, ya habían puesto sus pies en Europa y circundaban ya en el río Danubio, cerrando sus tenazas sobre la ciudad de Constantinopla.  Aunque fue muy bien recibido el Emperador, en Francia e Inglaterra por ejemplo, no logró la misión su propósito.

Extenso e intrincado sería detallar la decadencia moral, el ocaso de la búsqueda de un imperio universal cristiano para toda Europa. A veces, sentirse amenazado, ameritaba para algunos reyezuelos, solicitar ayuda al infiel. Así, normandos y otomanos, por ejemplo, participaban en las rencillas de los príncipes europeos. En tanto los primeros lo hacían para acrecentar sus tesoros personales, los segundos lo hacían dentro de un marco de una geopolítica expansiva sobre el occidente cristiano.  De esta manera, el Emperador Constantino XI tuvo que buscar ejércitos mercenarios para ocupar las murallas de su gran capital, y por otro lado, financiaba la rebelión de algunas provincias del imperio otomano contra el nuevo y joven sultán, Mehemed II, quién no olvidará estas afrentas de los bizantinos.

Teniendo todavía esperanza que del occidente cristiano vinieran en su ayuda, Constantino XI ratificó en 1452 la unión de la Iglesia Romana y la de Constantinopla. La promesa fue una flota que rompería el bloqueo naval que el sultán Mehmed II había puesto sobre Constantinopla. Pero en el fondo, ya no había intensión de salvarla; mezquindades, intereses ocultos, más allá de los visible, habían condenado a la muerte a la ciudad, y al primer y último imperio universal ortodoxo.

A principios de abril de 1453, el sultán Mehmed II se presentó frente a las puertas de Constantinopla con un ejército que alcanzaba la cifra de 100.000 soldados, acompañado por los cañones más grandes que viera el mundo antiguo, algunos de ellos, fabricados por ingenieros cristianos al servicio del sultán (2). La ciudad de Constantinopla contaba con apenas una población de 50.000 almas, y un ejército de 8.000 combatientes (de los mismos, 5000 bizantinos, y el resto extranjeros). A principios de año, se sumó el aventurero genovés Giovanni Giustiniani Longo, quién con sus 700 genoveses cumplió un papel destacado en la defensa de la ciudad.


Doce grandes cañones, mortíferas armas de fuego, durante dos meses asolaron las murallas de Constantinopla y su ciudad. 



29 de mayo de 1453: el asalto final a Constantinopla


Sin embargo, la suerte de la Ciudad y del Imperio estaban selladas, hasta por los cielos: el 24 de mayo, un eclipse de luna oscureció la ciudad, y otros acontecimientos en el interior de las iglesias, anunciaron el trágico destino.

Esperando la ayuda de occidente, con las arcas del tesoro vacías, el Emperador Constantino XI, se puso al frente de la defensa de las murallas el 29 de mayo de 1453, cuando el Sultán lanzó su ataque general contra la ciudad.  Uno de los puntos débiles de la gran muralla que defendía Constantinopla, era la que se extendía sobre el valle de Lykos; en ese punto la altura de las murallas descienda notablemente, convirtiéndolo en uno de los blancos de la artillería e infantería otomana (3). Por un descuido de los defensores, un grupo de jenízaros -ejército de elite del Sultán- logran introducirse en un sector poco defendido en la muralla de Blaquernas, por una poterna llamada Kerkoporta, sorprendiendo a los defensores concentrados en la Puerta de San Romano, que ven izar una bandera turca a pocos cientos de metros.  En esa confusión, cae herido de muerte Giustiniani, se retira del frente de batalla (4). En ese momento, la moral de los defensores decayó notablemente. Hízose presente Constantino con sus colaboradores más allegados, e intentó reorganizar las tropas en retirada. En algún momento de toda esa confusión, el Emperador entendió que todo estaba perdido: Constantinopla iba caer y el Imperio Romano iba sucumbir con ella. El mundo que vendría después, ya no valía la pena vivirlo. ¡Cómo no entenderlo! Y en el final, Constantino se preparó para su ultimó combate, arrojando sus insignias imperiales, para no ser diferente a ninguno de sus hermanos en armas, y se lanzó a conquistar la inmortalidad, entregando su vida.  



Pintura sobre una pared que muestra el asedio a Constantinopla. 
En blanco, la tristemente famosa kerokoporta. 



En el presente: la kerkoporta tapiada.


V – HACIA LOS ALTARES

¿Por qué el l Emperador Constantino XI no ha sido declarado mártir de la Iglesia Ortodoxa?.  Sobre él pesa el reconocimiento al concilio de Florencia, la unión -finalmente fallida- de la Iglesia Romana y la Ortodoxa. Para algunos, la caída de Constantinopla fue la condena de Dios a su Emperador y a su ciudad por reconocer la herejía romana y someterse a ella.  Para otros, ante el surgimiento de un enemigo de la fe, había que encontrar la unión en las diferencias para salvar la cristiandad. Este debate, hasta el presente persiste, aunque el enemigo ya no es el Islam, sino el mundo cristiano que ha abandonado la FE. El enemigo actual del mundo cristiano, ha sido la modernidad materialista y atea, que se desarrolló dentro de las murallas, y no fuera de las mismas.

Pareciera que Dios se encuentra más a resguardo en otras tradiciones religiosas, que en la propia cristiana; la cual que se ha convertido, principalmente en occidente, en una espiritualidad superficial que busca prolongar la vida biológica en “armonía”, con un Cristo mas cercano al arrianismo, pero sin relación alguna con lo sobrenatural.

Retornando al tema que nos ocupa, el Emperador Constantino XI no es hoy un mártir de la ortodoxia, en tanto ha predominado en la misma, la tendencia “Canonófila”, que cierra su fe en torno a los dogmas y cánones de la Iglesia, sin permitir que lo imperfectible del ser humano, sea parte de ella. Si el Zar Nicolas II y su familia son hoy venerados por la Iglesia ortodoxa, por su mansedumbre en aceptar el trágico destino que les tocó en medio de la furia asesina bolchevique, ¿porqué aquel que murió luchando y muriendo junto a su ciudad en defensa de la cristiandad no puede ser elevado a los altares?

Lo cierto es que, quiérase o no, decretado o no, el Emperador Constantino XI Paleólogo, es MÁRTIR de la Iglesia Ortodoxa, y más: mártir del Imperio Cristiano Ortodoxo que quiso llevar a Cristo a todos los rincones del mundo conocido; y ciertamente LO LOGRÓ, porque la Iglesia Ortodoxa, hoy, a pesar de los problemas terrenales que pueda tener, demostró que en sus recintos, Dios, Uno y Trino esta presente para acompañar a quién busque la Salvación, la Eternidad junto al Pantocrator.

Su Majestad Imperial San Constantino XI:  MEMORIA ETERNA, MEMORIA ETERNA, MEMORIA ETERNA



La caída de Constantinopla, un final que marco el fin de una era, del sueño de la Ciudad de Dios en la tierra.


Notas:

(1) Ver Runciman Steven, “La Caída de Constantinopla”, Cap, IV, “El precio de la ayuda occidental” – Editorial Espasa Calpe S.A., Madrid 1973.
(2) Nos referimos al ingeniero húngaro Urban, que al no poder el emperador de Constantinopla pagar sus servicios, se vendió al Sultán, convirtiéndose al Islam. Murió en el asedio de Constantinopla al explotar una de sus creaciones. https://www.labrujulaverde.com/2019/12/orbon-el-ingeniero-que-fabrico-el-monstruoso-canon-con-que-los-otomanos-conquistaron-constantinopla
(3) Lykos, el “Río perdido de Estambul” - https://turquistan.wordpress.com/2012/06/04/el-rio-perdido-de-estambul/
(4) Giovanni Giustiniani Longo será retirado del combate, y llevado a un barco con el que escapará de la venganza de los otomanos. Fallecerá pocos días después a causa de sus heridas el 01 de junio de 1453 en la isla de Khíos en el mar Egeo.


lunes, 1 de junio de 2020

Sobre el Hesicasmo II



SOBRE EL HESICASMO II






PREGUNTA: Durante la práctica de la Oración Hesicasta a quedado claro que la idea no es poner la mente en blanco. Ahora, ¿eso implica que debo pensar en situaciones que me sitúen en sintonía con el Señor? por ejemplo, ¿pensar en algún pasaje del Nuevo Testamento?

RESPUESTA: Para responder eso, es necesario entender que significa “pensar”. San Teofano el Recluso, decía que el ALMA esta siempre en movimiento, es dinámica. En ella abundan los pensamientos, los deseos y los sentimientos.

Si el ALMA se encuentra turbada, y “pensamos”, ocupamos nuestra mente con imágenes, las cuales están fuertemente definidas por nuestros deseos de, por ejemplo, alcanzar algún tipo de “iluminación”, de un “despertar”, de un resultado concreto que traería como consecuencia la ORACIÓN. Definitivamente, estamos pensando que toda acción de parte nuestra va a recibir algo concreto, un “premio”, una “revelación” o un “poder”. Ciertamente que algo de eso puede acontecer, pero solo es la superficie del verdadero tesoro espiritual que esconde la ORACIÓN PURA.

El hombre debe ser vencido, para llegar a ser PERSONA, aquella unidad entre lo humano y lo divino -la hipóstasis-, la “imagen” de la transfiguración del Señor en el Tabor.


PREGUNTA: Pero, ¿cómo es posible entonces orar sin pensar en Dios, sin tratar de imaginar situaciones en las cuales me puedo poner en sintonía con Él? ¿Acaso, no termino tratando de poner mi mente en blanco?


RESPUESTA: La acción de PENSAR durante la ORACIÓN PURA, la oración del corazón, implica poner IMÁGENES en nuestra cabeza, ergo, utilizar la IMAGINACIÓN. Si quiero tender un puente hacia Dios con la ORACIÓN, conviene que sea ÉL quién me enseñe el camino y no, con mi naturaleza caída, ser quién lo haga.

¿Acaso un violinista decide como tocar una sinfonía cuando hay un director que enseña a cada uno como armonizar el conjunto?

Los santos Calixto e Ignacio, decían que la unión con Dios en la contemplación no es posible sin la “ausencia de toda representación del tipo que sea, de todo pensamiento y, en primer lugar de toda imaginación, relacionadas no solo con las cosas sensibles y/o humanas, sino también con Dios mismo”.

¿Acaso conocemos tan bien a Dios, que queremos saltar nosotros mismos ese “abismo” –otra imagen- entre el hombre caído y ÉL?.

Entonces, no ponemos nuestra mente en “blanco”, ponemos nuestra mente en manos de ÉL, a través de la ORACIÓN PURA. Ponemos nuestra mente a ser vaciarla de pasiones e imágenes, para que sea Dios, Uno y Trino obre sobre nosotros. Ese es el combate espiritual, tan fácil de expresar, tan difícil de realizar.  

Nicolás Cabasillas nos recuerda: “Cristo nuestro Dios es la meta de todo deseo”. Tenemos todas las facultades puestas en nuestra naturaleza humana para ELEVARNOS hacia Dios, y no orientado a llenarnos de realidades sensibles, que es a lo que nos ha llevado el PECADO.

No hay nada que hallar en la ORACIÓN, sino experimentar la PAZ DE CRISTO, sentirla fluyendo dentro nuestro. Y eso, es solo el comienzo.

Orden Monástica San Athanasios de Alejandria (IOBE)