EN LA MEMORIA DE LOS OCHENTA SANTOS MÁRTIRES DE BIZANCIO (S. IV).
Domingo 12 de octubre / 29 de septiembre – Calendario Eclesiástico
Sólido de oro de Valente (328-378 d. C.)
I – CONTEXTO HISTORICO – DINASTIA VALENTINIANA
En el año 364, la dinastía Constantiniana que gobierna el Imperio Romano llega a su fin, cuando el nieto del Constantino I, Juliano “el apóstata” muere en combate durante una campaña militar contra el Imperio sasánida (Persia).
Dentro del ejército de Juliano, había un importante
general de gran capacidad militar y valor. Era Valentiniano. Fue elegido
emperador cuando tenía 44 años por los oficiales del regimiento de Nicea, en
Bitinia, el 28 de febrero de 364, y poco después nombró a su hermano Valente,
como emperador, dividiendo el imperio. El emperador Valente se ocupó de la
parte oriental del Imperio, conformado por la Península Balcánica (que incluye Grecia,
Macedonia, Albania, Serbia, Montenegro, etc.), Egipto, Siria y Asia Menor hasta Persia.
II – RESURGIMIENTO DEL ARRIANISMO
El emperador Flavio Julio Valente (364-378 d.C.)
gobernó la parte oriental del Imperio Romano y fue conocido por ser un ferviente
y convencido arriano a diferencia de su hermano Valentiniano, que siguió los
Cánones del Concilio de Nicea que condenaba el arrianismo.
La herejía arriana, negaba la plena divinidad de
Cristo, produciendo una gran división en la sociedad y al ejército. El Emperador
Valente comenzó operando cambios dentro de la Iglesia Ortodoxa, enviando al
exilio a aquellos que combatían la herejía arriana.
Valente apoyó al partido "homoiano" (una
forma de arrianismo). Bajo su reinado, promulgó un edicto en la primavera de
365 d.C. que ordenaba volver al destierro a todos los obispos amnistiados por
Juliano y Joviano, entre ellos, San Atanasio de Alejandría.
En este clima de disputas doctrinales, como
expresamos arriba, San Atanasio de Alejandría fue desterrado por quinta vez
durante el reinado de Valente, a principios de octubre del año 365 d.C., y tuvo
que buscar refugio y protección entre los monjes en el desierto. A los pocos
años, Valente tuvo que volver atrás su decisión, ordenando el regreso
definitivo de Atanasio a su sede, porque la figura de Atanasio se agigantaba
como "símbolo vivo de la ortodoxia" en todo el imperio, y porque sus crímenes
contra los defensores del Credo de Nicea, se hicieron conocidos en todo el
imperio, y en el presente, recordamos a esos mártires.
III – FUENTES
El relato de los 80 Santos Mártires de Bizancio, se
encuentra en la obra “Historia
Eclesiástica” de Salaminio Hermias Sozomeno, nacido en Betelia (actual Cisjordania).
Su familia, influenciado por los milagros de san Hilarión (292-372) se convirtieron al
cristianismo. Sozomeno, posteriormente estudiará derecho en Beritus (actual Beirut)
y luego será empleado en la ciudad de Constantinopla, bajo las órdenes del
Emperador Teososio II.
La obra “Historia Eclesiástica” consta de nueve
libros que narra la historia de la Iglesia desde el reinado de Constantino I
hasta el de Valentiniano III, aproximadamente entre el 312 y el 425. Sozomeno escribió dicha obra entre el año 440 y el 443. La obra fue dedicada al emperador
Teodosio II. En el Libro VI de dicha
obra, se encuentra la historia de los tiempos del Emperador Valente (363-375).
IV – EL RELATO
Martirio de los 80 clérigos bizantinos
Como hemos comentado, Valente era un firme defensor
de la causa arriana. El historiador eclesiástico Sozomeno nos dice: “Valente,
al ser bautizado, se valió de Eudoxio como iniciador, y se aferró celosamente a
las doctrinas de Arrio, estando dispuesto a obligar a toda la humanidad a
someterse a ellas. Valentiniano, por su parte, mantuvo la fe del concilio de
Nicea y favoreció a quienes compartían los mismos principios, sin molestar a
quienes sostenían otras opiniones.” [Historia Eclesiástica, Libro VI, Capítulo
6]
Este tipo de políticas religiosas produjo
conflictos en todos los rincones del Imperio. Uno de ellos, fue la confrontación
a causa de la elección de un obispo en la ciudad imperial de Constantinopla.
Habiendo apoyo al partido arriano por parte del Emperador, la elección
favoreció a los herejes, y ante la protesta del clero ortodoxo, aconteció una
batalla en las calles, donde salieron muy golpeados los defensores del Dogma de
Nicea.
Ante esta situación y frente a la indefensión, una
delegación de aproximadamente 80 clérigos ortodoxos, pidieron audiencia con el
Emperador Valente, quién la permitió, escuchando las quejas airosas con poca o
nada de simpatía. El historiador Sozomeno nos relata los acontecimientos
posteriores:
“Aunque sumamente enojado, el emperador no manifestó abiertamente su ira, sino que ordenó en secreto al Prefecto que apresara y asesinara a toda la delegación. Pero el prefecto, temeroso de que se desencadenara una insurrección popular si ejecutaba a tantos hombres buenos y religiosos sin ninguna forma de justicia, fingió que los enviarían al exilio y, con este pretexto, los obligó a embarcarse, a lo que accedieron con la más absoluta resignación”.
“Cuando llegaron al centro de la bahía, llamada
Astacio, los marineros, siguiendo las órdenes recibidas, prendieron fuego al
navío y saltaron a la lancha auxiliar. Al levantarse un fuerte viento, el navío
fue arrastrado hasta Dacibiza, un lugar en la costa de Bitinia, pero tan pronto
como se acercó a la costa, fue completamente consumido con todos los hombres a
bordo. [Historia Eclesiástica, Libro VI, Capítulo 14]
Este triste acontecimiento enluto a los defensores
del Símbolo de Nicea, y quedo en la memoria de las luchas intestinas en el seno
de una cristiandad que trataba de organizarse dentro de un mundo hostil, donde
el despotismo era moneda corriente.
V – LA
IRRUPCIÓN DE LOS GODOS
El Emperador Valente y el caudillo godo Fritigerno
El tiempo transcurría y los errores del emperador
Valente en la defensa de las fronteras del Imperio provocaron gran descontento.
El emperador parecía más preocupado en cuestiones religiosas donde su intervención
era sumamente anti-popular, que en crear una política de defensa de las
fronteras del Imperio.
La liviandad de recibir bárbaros del otro lado del
Danubio (Godos) provocó peligrosas alianzas:
En 376, los visigodos atraviesan el Danubio, y envían al
caudillo Fritigerno como embajador a Valente que había instalado su
capital en Antioquía quien preparaba una campaña contra los Persas.
El caudillo godo Fritigerno solicitó asílo dentro
de las fronteras del Imperio, y mas precisamente, en la península balcánica. Se estima que cerca
de 200.000 cruzaron la frontera. Con habilidad, Fritigerno se convertirá el
cristianismo arriano para ser aceptado por el Emperador Valente. Rápidamente
los consejeros del Emperador, le sugirieron a este, que los godos podrían
proveer de tropas para incrementar al Ejercito Romano, y fortalecer las
fronteras.
Pero esta aparente alianza, no duró mucho: La
migración del pueblo godo (tervingio) sobrepasó la capacidad administrativa
romana. Aprovechando que otros pueblos cruzaban la frontera del Danubio en la
actual Bulgaria, Fritigerno logro una unión entre los godos y otras tribus,
iniciando una campaña de rapiña en la región de Tracia. Corría el año 377.
VI – LA
PROFECIA DEL MONJE ISSAC – LA MUERTE DEL EMPERADOR HEREJE
Mapa de la región y lugar de la batalla de
Adrianópolis
Como hemos relatado, en el 377, una coalición de
godos, hunos, y otros pueblos dirigidos por Fritigerno, sembraban el caos en la
región de Tracia, muy cercano a Constantinopla.
El emperador Valente viajará desde Antioquia donde
tenía su sede militar, con unas divisiones romanas hacia Constantinopla, para
organizar al ejército y así confrontar la invasión de los godos. Al arribar a la ciudad, se halló con un clima
muy adverso, siendo públicamente cuestionados, ante la inercia del Emperador
Cuando Valente estaba a punto de partir de
Constantinopla, Isaac, un monje de gran virtud, que no temía ningún peligro en
la causa de Dios, se presentó ante él y le dirigió las siguientes palabras:
«Devuelve, oh emperador, a los ortodoxos y a los
que mantienen las doctrinas nicenas, las iglesias de las que los has privado, y
la victoria será tuya».
El emperador se sintió ofendido por este acto de
audacia y ordenó que Isaac fuera arrestado y mantenido en cadenas hasta su
regreso, momento en que tenía la intención de llevarlo ante la justicia por su
temeridad.
Pero Isaac respondió: «No volverás a menos que
restaures las iglesias»
Y así sucedió. Porque cuando Valente marchó con su
ejército, los godos se retiraron perseguidos. En su avance, pasó por Tracia y
llegó a Adrianópolis. A poca distancia de los bárbaros, los encontró acampados
en una posición segura; sin embargo, tuvo la temeridad de atacarlos antes de haber
dispuesto sus legiones en el orden adecuado. El 9 de agosto del 378, el Emperador Valente
es muerto en la batalla de Adrianópolis y con ello, se cumpliría la profecía
del monje Isaac de la muerte del emperador hereje.
Compilación: Patriarcal Ateneo
San Marcos

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