domingo, 12 de octubre de 2025

Los Ochenta Mártires de Bizancio y la muerte del Emperador Hereje

 

EN LA MEMORIA DE LOS OCHENTA SANTOS MÁRTIRES DE BIZANCIO (S. IV).

Domingo 12 de octubre  / 29 de septiembre – Calendario Eclesiástico


Sólido de oro de Valente (328-378 d. C.)


I – CONTEXTO HISTORICO – DINASTIA VALENTINIANA

 

En el año 364, la dinastía Constantiniana que gobierna el Imperio Romano llega a su fin, cuando el nieto del Constantino I, Juliano “el apóstata” muere en combate durante una campaña militar contra el  Imperio sasánida (Persia).

Dentro del ejército de Juliano, había un importante general de gran capacidad militar y valor. Era Valentiniano. Fue elegido emperador cuando tenía 44 años por los oficiales del regimiento de Nicea, en Bitinia, el 28 de febrero de 364, y poco después nombró a su hermano Valente, como emperador, dividiendo el imperio. El emperador Valente se ocupó de la parte oriental del Imperio, conformado por la Península Balcánica (que incluye Grecia, Macedonia, Albania, Serbia, Montenegro, etc.),  Egipto, Siria y Asia Menor hasta Persia.

 

II – RESURGIMIENTO DEL ARRIANISMO

 

El emperador Flavio Julio Valente (364-378 d.C.) gobernó la parte oriental del Imperio Romano y fue conocido por ser un ferviente y convencido arriano a diferencia de su hermano Valentiniano, que siguió los Cánones del Concilio de Nicea que condenaba el arrianismo.

 

La herejía arriana, negaba la plena divinidad de Cristo, produciendo una gran división en  la sociedad y al ejército. El Emperador Valente comenzó operando cambios dentro de la Iglesia Ortodoxa, enviando al exilio a aquellos que combatían la herejía arriana.

 

Valente apoyó al partido "homoiano" (una forma de arrianismo). Bajo su reinado, promulgó un edicto en la primavera de 365 d.C. que ordenaba volver al destierro a todos los obispos amnistiados por Juliano y Joviano, entre ellos, San Atanasio de Alejandría.

 

En este clima de disputas doctrinales, como expresamos arriba, San Atanasio de Alejandría fue desterrado por quinta vez durante el reinado de Valente, a principios de octubre del año 365 d.C., y tuvo que buscar refugio y protección entre los monjes en el desierto. A los pocos años, Valente tuvo que volver atrás su decisión, ordenando el regreso definitivo de Atanasio a su sede, porque la figura de Atanasio se agigantaba como "símbolo vivo de la ortodoxia" en todo el imperio, y porque sus crímenes contra los defensores del Credo de Nicea, se hicieron conocidos en todo el imperio, y en el presente, recordamos a esos mártires.

 .

III – FUENTES

 

El relato de los 80 Santos Mártires de Bizancio, se encuentra en la obra  “Historia Eclesiástica” de Salaminio Hermias Sozomeno, nacido en Betelia (actual Cisjordania). Su familia, influenciado por los milagros de  san Hilarión (292-372) se convirtieron al cristianismo. Sozomeno, posteriormente estudiará derecho en Beritus (actual Beirut) y luego será empleado en la ciudad de Constantinopla, bajo las órdenes del Emperador Teososio II.

 

La obra “Historia Eclesiástica” consta de nueve libros que narra la historia de la Iglesia desde el reinado de Constantino I hasta el de Valentiniano III, aproximadamente entre el 312 y el 425.  Sozomeno escribió dicha obra entre el año  440 y el 443. La obra fue dedicada al emperador Teodosio II.  En el Libro VI de dicha obra, se encuentra la historia de los tiempos del Emperador Valente (363-375).


IV – EL RELATO

 


Martirio de los 80 clérigos bizantinos


Como hemos comentado, Valente era un firme defensor de la causa arriana. El historiador eclesiástico Sozomeno nos dice: “Valente, al ser bautizado, se valió de Eudoxio como iniciador, y se aferró celosamente a las doctrinas de Arrio, estando dispuesto a obligar a toda la humanidad a someterse a ellas. Valentiniano, por su parte, mantuvo la fe del concilio de Nicea y favoreció a quienes compartían los mismos principios, sin molestar a quienes sostenían otras opiniones.” [Historia Eclesiástica, Libro VI, Capítulo 6]

 

Este tipo de políticas religiosas produjo conflictos en todos los rincones del Imperio. Uno de ellos, fue la confrontación a causa de la elección de un obispo en la ciudad imperial de Constantinopla. Habiendo apoyo al partido arriano por parte del Emperador, la elección favoreció a los herejes, y ante la protesta del clero ortodoxo, aconteció una batalla en las calles, donde salieron muy golpeados los defensores del Dogma de Nicea.

 

Ante esta situación y frente a la indefensión, una delegación de aproximadamente 80 clérigos ortodoxos, pidieron audiencia con el Emperador Valente, quién la permitió, escuchando las quejas airosas con poca o nada de simpatía. El historiador Sozomeno nos relata los acontecimientos posteriores:

 

“Aunque sumamente enojado, el emperador no manifestó abiertamente su ira, sino que ordenó en secreto al Prefecto que apresara y asesinara a toda la delegación. Pero el prefecto, temeroso de que se desencadenara una insurrección popular si ejecutaba a tantos hombres buenos y religiosos sin ninguna forma de justicia, fingió que los enviarían al exilio y, con este pretexto, los obligó a embarcarse, a lo que accedieron con la más absoluta resignación”.

“Cuando llegaron al centro de la bahía, llamada Astacio, los marineros, siguiendo las órdenes recibidas, prendieron fuego al navío y saltaron a la lancha auxiliar. Al levantarse un fuerte viento, el navío fue arrastrado hasta Dacibiza, un lugar en la costa de Bitinia, pero tan pronto como se acercó a la costa, fue completamente consumido con todos los hombres a bordo. [Historia Eclesiástica, Libro VI, Capítulo 14]

 

Este triste acontecimiento enluto a los defensores del Símbolo de Nicea, y quedo en la memoria de las luchas intestinas en el seno de una cristiandad que trataba de organizarse dentro de un mundo hostil, donde el despotismo era moneda corriente.

 

V – LA IRRUPCIÓN DE LOS GODOS

 


El Emperador Valente y el caudillo godo Fritigerno


El tiempo transcurría y los errores del emperador Valente en la defensa de las fronteras del Imperio provocaron gran descontento. El emperador parecía más preocupado en cuestiones religiosas donde su intervención era sumamente anti-popular, que en crear una política de defensa de las fronteras del Imperio.

 

La liviandad de recibir bárbaros del otro lado del Danubio (Godos) provocó peligrosas alianzas:

En 376, los visigodos atraviesan el Danubio, y  envían al  caudillo Fritigerno como embajador a Valente que había instalado su capital en Antioquía quien preparaba una campaña contra los Persas.

 

El caudillo godo Fritigerno solicitó asílo dentro de las fronteras del Imperio, y mas precisamente,  en la península balcánica. Se estima que cerca de 200.000 cruzaron la frontera. Con habilidad, Fritigerno se convertirá el cristianismo arriano para ser aceptado por el Emperador Valente. Rápidamente los consejeros del Emperador, le sugirieron a este, que los godos podrían proveer de tropas para incrementar al Ejercito Romano, y fortalecer las fronteras.

 

Pero esta aparente alianza, no duró mucho: La migración del pueblo godo (tervingio) sobrepasó la capacidad administrativa romana. Aprovechando que otros pueblos cruzaban la frontera del Danubio en la actual Bulgaria, Fritigerno logro una unión entre los godos y otras tribus, iniciando una campaña de rapiña en la región de Tracia. Corría el año 377.

 

VI – LA PROFECIA DEL MONJE ISSAC – LA MUERTE DEL EMPERADOR HEREJE

 


Mapa de la región y lugar de la batalla de Adrianópolis


Como hemos relatado, en el 377, una coalición de godos, hunos, y otros pueblos dirigidos por Fritigerno, sembraban el caos en la región de Tracia, muy cercano a Constantinopla.

 

El emperador Valente viajará desde Antioquia donde tenía su sede militar, con unas divisiones romanas hacia Constantinopla, para organizar al ejército y así confrontar la invasión de los godos.  Al arribar a la ciudad, se halló con un clima muy adverso, siendo públicamente cuestionados, ante la inercia del Emperador

 

Cuando Valente estaba a punto de partir de Constantinopla, Isaac, un monje de gran virtud, que no temía ningún peligro en la causa de Dios, se presentó ante él y le dirigió las siguientes palabras:

 

«Devuelve, oh emperador, a los ortodoxos y a los que mantienen las doctrinas nicenas, las iglesias de las que los has privado, y la victoria será tuya».

 

El emperador se sintió ofendido por este acto de audacia y ordenó que Isaac fuera arrestado y mantenido en cadenas hasta su regreso, momento en que tenía la intención de llevarlo ante la justicia por su temeridad.

 

Pero Isaac respondió: «No volverás a menos que restaures las iglesias»

 

Y así sucedió. Porque cuando Valente marchó con su ejército, los godos se retiraron perseguidos. En su avance, pasó por Tracia y llegó a Adrianópolis. A poca distancia de los bárbaros, los encontró acampados en una posición segura; sin embargo, tuvo la temeridad de atacarlos antes de haber dispuesto sus legiones en el orden adecuado.  El 9 de agosto del 378, el Emperador Valente es muerto en la batalla de Adrianópolis y con ello, se cumpliría la profecía del monje Isaac de la muerte del emperador hereje.

 

 

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos

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