martes, 10 de junio de 2014

El Camino a los Cielos IV - El Juicio esta lejano?




EL CAMINO A LOS CIELOS IV

¿El juicio esta lejano?




 “Otro día interrogó al Señor, ¿por qué, mueren algunos tras una vida corta y otros llegan a extrema vejez? ¿Por qué algunos son pobres y otros ricos? ¿Por qué los injustos se enriquecen y los justos pasan necesidad? Entonces vino hasta él una voz que le respondió: “Antonio, ocúpate en ti mismo; pues esos son los juicios de Dios, y nada te aprovecha saberlos.”

Apotegmas – San Antonio Abad




¿EL JUICIO ESTA LEJANO?


“El Juicio está lejano”, dices. ¿Quién te ha dicho que el día del juicio está lejano? ¿Acaso porque esté lejano el día del juicio está también lejano tu propio juicio? ¿Cómo sabes cuándo ha de llegar? ¿No se echaron muchos a dormir y no despertaron jamás? ¿No llevamos en nuestra propia carne la misma muerte? ¿Por ventura no somos tan frágiles como el vidrio? El vidrio, aunque es frágil, dura mucho tiempo si se le trata con cuidado; y de este modo encuentras copas de abuelos y de bisabuelos  en las cuales todavía beben los nietos y bisnietos. Tanta fragilidad cuidada ha llegado a ser añosa. Nosotros, por el contrario, somos hombres y andamos expuestos e innumerables peligros cotidianos. Y aunque no nos sobrevenga la muerte repentina, lo cierto es que no podemos vivir por largo tiempo. Toda la vida humana es breve. Es breve desde la infancia hacia la ancianidad. Aunque Adán viviera todavía y debiera morir hoy, ¿qué hubiera ganado con haber vivido tanto? A todo esto debes añadir que el mismo día presente, aunque bullicioso por naturaleza, resulta incierto por una especie de enfermedad radical. Mueren hombres cada día. Los vivos los llevan a enterrar, celebran sus funerales y se prometen a sí mismos una larga vida. Nadie dice: “Me corregiré, no sea que mañana esté yo como este a quien he acompañado al cementerio”. A vosotros os agradan las palabras, pero yo busco los hechos. No me entristezcáis con vuestras perversas costumbres, ya que mi deleite en la vida presente no es otro que vuestra digna vida.

SAN AGUSTIN
Sermón  
 


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