jueves, 30 de mayo de 2024

Sobre el Hesicasmo IV

 

SOBRE EL HESICASMO IV

 



PREGUNTA: LA PRACTICA DE LA ORACIÓN DEL CORAZÓN ¿PRODUCE CAMBIOS EXTERIORES EN LA PERSONA? ¿MEJORO MIS RELACIONES CON LA GENTE QUE ME RODEA?

 

RESPUESTA: Si la Oración Perpetua no produjera cambios exteriores en la persona, es que NO  se han dado CAMBIOS INTERIORES, o sea: nos hemos convencido  que ello ha sido así porque nos sentimos “en paz”, en “armonía”, en “sintonía con el universo”, etc., como suele decirse de ciertas prácticas sincretistas de los tiempos contemporáneos.

 

 Hay que entender, que para alcanzar la hesiquia -el silencio interior- deberéis haber  suprimido todas las distracciones, renunciado a los pensamientos del “mundo”; y solo en ese instante, vuestro espíritu se despertará a las OBRAS Y A LAS PALABRAS ESPIRITUALES.

 

A la relación con aquellos que nos rodean en el trajinar del día, se les despertará virtudes diversas, que hacen al CAMINO, y al mismo tiempo se constituye en una PRUEBA a  ese proceso de transformación, de sanación interior. Ya no seréis personas de discursos vanos, con la obsesión de ganar una contienda discursiva. La serenidad, no la introversión que daña por dentro, son parte de las consecuencias de la hesiquia. Uno ve más allá de los discursos, y aprende a conocer las almas aturdidas  que nos rodean.

 

Finalmente: ¿mejoro mis relaciones con la gente que me rodea?

 

Sería bello responder afirmativamente, pero NO ES ASÍ. En el oscurecimiento del mundo, en el alejamiento de la raza humana del amor a la Santísima Trinidad, nuestra presencia molesta a los demonios que se hacen rectores de este mundo.  Aquellas atemorizantes palabras que Nuestro Señor Jesucristo brindo a sus seguidores,  tendrán que estar presentes en cada uno, puesto que no solo vaticinaron los primeros siglos de persecuciones del cristianismo, sino también los tiempos finales que hoy vivimos: 

 

9 Y miraos a vosotros mismos: os entregarán a sanedrines y a sinagogas; desollados seréis, y, ante gobernadores  y reyes, puestos por mí en testimonio para ellos.

10 Y a todas las gentes primero menester es se predique el Evangelio.

11 Y, cuando, os lleven, entregando, no os preocupéis de qué hablar, sino lo que se os dé en aquella hora, esto hablad; que no sois vosotros los hablantes, sino el Espíritu el santo.

12 Y entregará hermano a hermano a muerte, y padre a hijo; y levantaránse juntos hijos contra padres y mataránles,

13 y seréis aborrecidos de todos por mi nombre. Mas el perseverante  hasta el fin, éste se salvará.»   (Marcos 13, 9-13)

 

En el presente que vivimos, en algunas naciones no cristianas, la conversión al cristianismo no es permitida, y la muerte es el castigo. Hay familias que asesinan a sus hijos por seguir a Cristo. Y estarán los que siendo “cristianos” nominalmente, dirán que están “locos” por seguir una quimera, o “fundamentalistas” en un mundo donde impera la “libertad”, aquella de la “era del vacío” (Gilles Lipovetsky) , de la “sociedad del cansancio” (Byung-chul Han), del “abolicionismo” de la moral (Richard Joyce), y de tantas nuevas “tablas” del reino del Anticristo.  

 

Mi amigo: prepárese, estos son los nuevos cielos, los nuevos amaneceres de los “locos de Cristo”.

 

Vladyka TEOFANO, Juan M Garayalde

Patriarcal Ateneo San Marcos – IOBE Argentina

 

 

miércoles, 29 de mayo de 2024

Hieromonje Teodoro el Santificado

 

HIEROMONJE TEODORO EL SANTIFICADO

Discípulo de San Pacomio el Grande

Patrono de nuestra Iglesia en la República del Paraguay

29 de Mayo  / 16 de Mayo  – Calendario Eclesiástico


 


I - EL LLAMADO

 

Teodoro llegó de pequeño a Egipto, posiblemente proveniente de Grecia, siendo hijo de padres cristianos ricos e ilustres. Su padre falleció siendo el joven.

 

El anhelo por la vida monástica temprano apareció en él. Una vez, en la casa de sus padres, durante la fiesta de Teofanía, hubo una gran fiesta, y el muchacho no quiso participar en las festividades, lamentando que debido a las alegrías terrenales se vería privado de alegrías en la vida venidera.

 

II - ESCAPE A TABENNISI

 

A los 14 años de edad, salió en secreto de su hogar y se instaló en uno de los monasterios fundado por San Pacomio, que tenían como centro el Monasterio de Tabennisi, fundado en el año 320 por San Pacomio en una isla del Nilo al norte de la ciudad de Tebas, en el Alto Egipto.

Ahí comenzó a vivir como asceta, pero cada día despertaba mas su curiosidad de conocer al hombre que había inspirado todo ese originario primer movimiento monástico oriental. A partir de ahi, busco la manera de llegar a él para conocerlo.

 

III - JUNTO A SAN PACOMIO

 

Luego de mucho indagar, el joven Teodoro, finalmente marcho a ver al venerable Pacomio. Este último, recibió al muchacho ya teniendo conocimiento de él, ya que Dios le había informado de antemano sobre su venida.

 

Permaneciendo cercano a Pacomio en el monasterio, el monje Teodoro rápidamente se destacó en todas sus tareas monásticas, particularmente en la obediencia a las reglas creadas por San Pacomio. 

 

La madre de Teodoro, al enterarse de que estaba en el monasterio de Tabennisa, acudió al monje Pacomio con una carta del obispo, implorando una reunión con su hijo. Pero el monje Teodoro, temiendo romper su voto de renuncia del mundo, se negó a reunirse con su madre.

Al ver la fortaleza de la mente y la habilidad de San Teodoro, el Monje Pacomio pensó que era momento de brindarle otras responsabilidades. 

 

IV - NUEVAS RESPONSABILIDADES

 

Pacomio le confió la enseñanza de otros monjes, y ello suscito al comienzo rispideces con otros monjes:  una vez le ordenó que diera una instrucción a los hermanos sobre la Sagrada Escritura. San Teodoro tenía entonces unos 20 años.

 

Él obedeció incuestionablemente y comenzó a hablar, pero algunos de los hermanos mayores se ofendieron porque un monje muy joven no debería instruirlos, y se fueron. Entonces, el Monje Pacomio les dijo: "Ustedes se han rendido al diablo y por su presunción sus esfuerzos no han servido de nada. No rechazaron a Teodoro, sino la Palabra de Dios, y se han privado del Espíritu Santo".

 

Cuando Teodoro cumplió los 30 años, Pacomio lo nombró suplente en su ausencia en la dirección del monasterio de Tabenneisi, cuando este salí a recorrer otros comunidades monásticas.

 

Teodoro fue el primer monje en ser ordenado sacerdote, y por ello se lo conoce como el “santificado”.

 

V - ÚLTIMOS AÑOS DE PACOMIO

 

San Pacomio nombró al Monje Teodoro como supervisor del monasterio Tabennisa y se retiró a un monasterio más solitario. San Teodoro con amor filial continuó preocupándose por su instructor, y en la enfermedad final del monje Pacomio lo cuidó, y cuando el gran abba nació a los cielos, Teodoro le cerró los ojos.

 

VI - ABAD DE TABENNISI

 

Después de la muerte del monje Pacomio, fue reemplazado en su cargo por el anciano monje Petronio, que murió poco después, siendo sucedido por el monje Orsisis, el cual no tenía gran experiencia en la organización.

 

Orsisis finalmente, pedirá a Teodoro que tome la responsabilidad del manejo de la comunidad monástica, que para la muerte de San Pacomio, llegaba a mas de 3.000 monjes.

 

En sus últimos años mantuvo correspondencia con San Atanasios, Patriarca de Alejandría.

San Teodoro resposó en el Señor a muy avanzada edad, en el año 368.

 

QUE SU MEMORIA SEA ETERNA

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos.

martes, 28 de mayo de 2024

SAN PACOMIO EL GRANDE

 

SAN PACOMIO EL GRANDE

28 de mayo / 15 de mayo – Calendario Eclesiástico

 


 

I – SUS INICIOS 


Pacomio nació en Kenobsoskion (actual Nag Hammadi), en el Alto Egipto, en el seno de una familia muy modesta, con un bajo nivel educativo y sin conocimientos de las principales corrientes filosóficas y religiosas de la época. Sólo hablaba y escribía copto; el siríaco y el griego, las principales lenguas a las que se había traducido la Biblia en Oriente a partir del siglo III, le eran desconocidas. Pacomio no supo prácticamente nada del cristianismo hasta la edad adulta.

 

En el año 312 él fue tomado al servicio del ejército del Emperador Maximino, quien se levantó contra los Emperadores Constantino y Licinio.

 

Pacomio nunca cuestionó su paganismo en la primera parte de su vida: a la edad de 20 años, fue reclutado a la fuerza en el ejército imperial de Constantino que luchaba contra los persas, aunque otras versiones nos habla que fue al servicio del ejército del Emperador Maximiliano Daya (308-313), quien se habría levantado contra los Emperadores Constantino y Licinio.

 

Durante este contexto militar, no modificó en nada sus creencias y no conoció a ningún cristiano.

 

II – SU CAMINO AL DESIERTO

 

Mientras estaba en el ejército, Pacomio fue hecho prisionero en Tebas. Durante su cautiverio fue consolado por los cristianos del lugar, que no lo conocían, siendo alimentado en secreto por ellos. Conmovido por esta dedicación desinteresada a un extraño, preguntó a uno de ellos quién le mandó hacer eso, y le dijeron que fue el Dios que está en el Cielo. Aquella noche el prisionero rezó con los cristianos a ese Dios, sintiéndose inclinado a seguir tan bella doctrina.

 

Cuando se vio libre, volvió a Egipto y se bautizó. Aún sin saber qué rumbo tomar, se puso al servicio de una comunidad cristiana, que le permitiría practicar la caridad con la que había sido tratado durante su prisión. Pero esto no le satisfacía, pues quería dedicarse por completo a Dios. Le informaron que un anciano llamado Palemón servía a Dios en el desierto. Fue en su búsqueda y se puso bajo su dirección.

 

De san Palemón, dice el Martirologio Romano Monástico del día 11 de enero: “En la Tebaida, alrededor de 330, san Palemón eremita, que inició a san Pacomio en la vida monástica y le dio sus principios fundamentales: vigilar y orar en el ayuno y en la soledad”.

 

Nada había preparado a este antiguo soldado para convertirse en monje solitario, arriesgando su vida en el proceso.

 

Entonces llegó su encuentro con el otro "gigante" egipcio: San Antonio el Grande (+356). Pacomio recibió así una "formación" completa, no de instituciones educativas (inexistentes en aquella época), sino de boca de dos santos monjes.

 

 

III – SU GRAN MISION

 

La última etapa de su itinerario interior fue el milagro de la "voz" de un ángel que le pedía que fundara su propia comunidad de monjes. Pacomio imaginó un modo de vida totalmente nuevo para los monjes y redactó una regla que influiría en toda la cristiandad: ninguno de los Padres latinos del monacato criticaría o modificaría sustancialmente a San Pacomio.

 

Después de 15 años de ascetismo espiritual secreto, el Señor lo inspiró para que reúna bajo una misma norma general a los ermitaños, que vivían por separado. En una isla del río Nilo (Tavena) él comenzó a organizar un monasterio. De esta manera, el primer monasterio, fundado en Tabennesi en 323, se convirtió en pocas décadas en el centro del monacato egipcio.

 

Al poco tiempo ese monasterio no podía albergar más a las personas deseosas de salvarse bajo la dirección de San Pacomio, y él se vio obligado a fundar más monasterios sobre la costa del río Nilo, no lejos uno del otro. Él estableció el primer convento de monjas, donde su hermana fue la primera abadesa (superiora).

 

IV – REGLAS DE CONVIVENCIA

 

En sus monasterios él llevaba un reglamento obligatorio para todos. Esto será conocido como la Regla de Pacomio, escrita en copto, y posteriormente traducida al siríaco y al griego (y transmitida así al mundo bizantino), y luego al latín por san Jerónimo (+420), lo que permitió su difusión por toda la parte occidental del Imperio romano.

 

Este reglamento se basaba fundamentalmente en la: castidad, humildad, renunciamiento a todo lo mundano y una sumisión incondicional a su abad. Los monjes vivían de a tres.

 

En cada celda, juntos comían y realizaban sus labores. Todos usaban la misma vestimenta (la interior de hilo, sin mangas, la exterior de cuero, en la cabeza un gorrito de tejido de crines, en los pies sandalias). Unas cuantas veces al día al sonido de un instrumento, los monjes en silencio eran llamados a la Iglesia. Aquí leían las Sagradas Escrituras, escuchaban las enseñanzas del superior, rezaban y cantaban Salmos.

 

Los domingos venia un presbítero del pueblo vecino que oficiaba la Liturgia y daba la comunión a los monjes. San Pacomio no tomaba el sacerdocio ni tampoco permitía a otros, tomar esa dignidad, para que no caigan en orgullo o ámen el poder. Salían a trabajar todos en orden y en silencio junto a su superior. Nadie podía comenzar una nueva labor ni cambiarse de lugar sin la bendición del superior. El trabajo realizado por un hermano pertenecía a la comunidad, y no a él.

 

Se alimentaban una sola vez al día — al mediodía, y su alimento se componía de pan, frutas y verduras. El domingo se podía cenar. Para que todas estas normas fuesen cumplidas por los monjes, sin cambios, San Pacomio determinó recibir a las personas deseosas de ingresar al monasterio, no antes de haberlos sometido a un año de prueba. Durante la vida de San Pacomio la organización monacal establecida por él, aumentó a siete mil monjes, y cien años después, a cincuenta mil personas.

 

V – LA REGLA

 

Las intuiciones de Pacomio sientan las bases de todas las formas de organización de la vida de las comunidades monásticas que siguen existiendo hoy en día: noviciado, vestimenta única de los monjes, comidas en común y en silencio, oración continua durante el día y la noche (Liturgia de las Horas), servicio divino (misa), obediencia a los superiores, pobreza absoluta y puesta en común de los bienes, periodo de prueba para los postulantes, trabajo obligatorio proporcional a las capacidades de cada uno, atención especial a los enfermos, deber de hospitalidad y separación del convento de monjas.

 

VI – EL FIN DE UNA ERA

 

La aparición del "cenobitismo" (del griego koinos bios, "vida en común") en el siglo IV es tanto más increíble cuanto que en Egipto no existía entonces ninguna forma similar de vida contemplativa.

 

Los "anacoretas" (solitarios) y los "giróvagos" (monjes errantes) dominaron hasta la llegada de Pacomio.

 

Se puede decir que la vida monástica en Egipto nació con san Pacomio. No se trataba ya de un líder carismático que reunía a los ermitaños en pequeños grupos en torno de sí, sino de una comunidad de religiosos con reglas precisas de vida en común en la oración, la contemplación y el trabajo, a ejemplo de los Apóstoles.

 

San Pacomio fue agraciado por Dios con el don de milagros. Sin embargo, curaba diversas enfermedades o aflicciones con una condición: solo si era por el bien del alma. También fue favorecido con el don de la profecía.

 

El gran san Atanasio de Alejandría (296-373) quiso ordenarlo sacerdote, pero Pacomio decidió permanecer como laico por humildad.

 

Murió víctima de una plaga que asoló a Egipto. El lugar exacto de su entierro siempre ha sido desconocido, porque antes de su muerte había recomendado a sus discípulos más fieles que lo enterraran en un lugar secreto, para evitar la veneración de muchos de sus seguidores.

 

A su muerte, ya existían nueve monasterios masculinos y dos femeninos, cada uno con al menos treinta personas. A finales del siglo IV había varios miles de monjes de este tipo. En el siglo VI, 24 monasterios formaban el legado dejado por Pacomio en su tierra natal.

 

 



VII – EL MOVIMIENTO CENOBITICO SE EXPANDE

 

El monasticismo se propagó por muchos lados. En aquella época, cuando San Pacomio, estableció un monasterio en Tavena, uno de sus discípulos Amón, fundó una nueva comunidad para los monjes cerca de Alejandría, sobre el monte Nitria (este monte se denominó así por la gran cantidad de nitro, o salitre.). Al final del siglo 4, aquí se contaban, más de 50 monasterios y hasta 5.000 monjes.

 

Detrás del monte de Nitria estaba el desierto de Libia. Cuándo hubo estrechez sobre el monte de Nitria, Amón con la bendición de San Antonio, trasladó las celdas al desierto de Libia, a partir de ese momento ese desierto pasó a denominarse kelias (celdas).

 

Más allá del monte de Nitria se encontraba distante el monasterio de Sckit (nombre del lugar, que significa valle largo y seco) en donde San Macario de Egipto fundó la vida monacal.

 

Hacia allí no existía ningún sendero, para encontrar el camino se guiaban por las estrellas. Hilarion, uno de los discípulos de San Antonio trasladó, el monaquismo a su tierra natal, a Palestina (Tierra Santa), y en la cercanía de Gaza fundó un monasterio. De aquí el monasticismo se propagó por toda Siria y Palestina.

 

VIII – SAN BASILIO EL GRANDE Y SAN SAVVA EL BENDITO

 

San Basilio el Grande, terminada su instrucción y luego de recorrer Egipto y Palestina, difundió la vida monacal, en Capadocia (En Asia Menor, actualmente Turquía): tanto de mujeres como de hombres. Allí estableció un reglamento para los monjes que pronto se propagó por el oriente haciéndose universal.

 

Uno de los ascetas del siglo IV San Savva el Bendito, estableció un monasterio cerca de Jerusalén en la gruta del torrente del Cedrón, introdujo aquí el reglamento de oficios llamado “Tipicón”, el cual a través del tiempo fue completado y perfeccionado, siendo el cimiento actual de los oficios religiosos de la ortodoxia.

 

IX – ATHOS, LA MONTAÑA SAGRADA

 

El monasticismo oriental encontró un refugio especial en los montes Olímpo y Athos. En este último se encuentran aproximadamente: 20 monasterios cenobíticos, alrededor de 100 monasterios y celdas de ermitaños y cerca de 8.000 ascetas. Aquí se pueden observar distintos modos de vida monacal, desde los que se refugian solitariamente en grutas y celdas hasta los que viven en grandes comunidades (llamadas en ruso Lavra). Desde aquí el monasticismo se trasladó a Rusia.

 

X – OTROS LINAJES MONÁSTICOS

 

El modo de vida monacal, tanto ermitaña como en comunidad, fueron las que más se propagaron en Oriente. Pero existen otras formas de ascetismo como, el estilita que son monjes dedicados a la oración, sobre una columna, por ej. en el siglo V — San Simeón “el estilita,” en el siglo VII —San Alepio “el estilita”; la de los “no durmientes”; y “la de los locos en Cristo”(ascetas que por Cristo se hacían pasar por locos, a fin de elevarse espiritualmente, doblegándose y soportando la humillación del trato, para no caer en el orgullo, consiguiendo así, un total desapasionamiento, como San Simeón “el loco en Cristo”.

 

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos

 


jueves, 23 de mayo de 2024

Santa Isidora, loca de Cristo

 

SANTA ISIDORA, LOCA DE CRISTO

 

23 de mayo de 2024 / 10 de mayo de 2024 – Calendario Eclesiástico

 



I – FUENTES DE SU HISTORIA

 

La asombrosa y santa historia de Isidora, se la puede hallar en la obra “Historia Lausiaca”, escrita entre 418 y el 420,  por el obispo Paladio de Galacia, de Helenópolis de Bitnia, quién había sido discípulo de Evagrio Póntico.  En dicha obra, se relata los primeras épocas del monacato cristiano en Egipto, tanto del periodo anacoreta como posterior a la aparición del San Pacomio y su monacato cenobítico.

 

II – LLEGADA AL MONASTERIO

 

La vida de la Santa Isidora, comprende el siglo IV. No se conoce fecha de su nacimiento, tampoco de su fallecimiento. Sin embargo, lo que acontece en su vida es de una belleza y sabiduría que solo el CRISTIANISMO puede brindar a la historia de la humanidad.

 

La obra de Paladio de Galacia, no indica a que edad, ni en qué año ingresa Isidora al Monasterio de Tabennisi en Egipto, uno de los tantos complejos monásticos que se construyeron en los tiempos de Pacomio (+348), Petronio (+348),  Horsieso y Teodoro (+367), que llegaron a albergar en la región más de 4.000 monjes y monjas.

 

Cuando Isidora llego al monasterio, comenzó a realizar tareas de lo más básicas e inferiores dentro de las responsabilidades en todo monasterio; o sea, encargada de la limpieza, principalmente en la cocina.

 

III – AL MARGEN DE TODO

 

Isidora tomo los votos monásticos pero desde un inicio se diferenció por su forma de ser y trabajar del resto de sus hermanas. Ella usaba un paño de cocina sobre su cabeza en lugar del velo oscuro que usaban sus hermanas. Durante años, Isidora cumplió funciones de limpieza. Se la llamaba “la esponja del monasterio”.

 

Durante ese tiempo, sus hermanas intentaban evitarla. La consideraban una persona con “pocas luces” y por lo tanto, no apta para el trabajo monástico, relegándola a tareas menos dignas. Muchas veces, sus hermanas se burlaban o maltrataban a la monja Isidora. Prácticamente, no la consideraban como parte del Monasterio.

 

 IV – LOCA DE CRISTO

 

El tiempo paso, y en lugar de ir integrándose a la comunidad, Isidora se aislaba más. Algunas hermanas, a causa de su comportamiento torpe, la consideraban “demente” y hasta llegaron a afirmar que estaba “poseída por un demonio”.  Sin embargo, en la obra de Paladio, se afirmó que Isidora “simulaba locura y la posesión de un demonio”, pero como medio para mantener alejadas a sus hermanas y poder vivir mejor su soledad.

 

La trataban con desprecio y burlescamente. Sin embargo, de su boca no salía queja alguna. Ella, por ejemplo, no solía comer junto con sus hermanas. Su comida consistía en los restos de lo que limpiaba de las mesas y las ollas.

 

De alguna manera, Isidora, resguardaba su Fe de una manera muy especial. Hacia afuera, era servicial y obediente con sus hermanas, soportando también las injusticias. En ningún momento su alma flaqueo ante ello.

 

La tradición de la Iglesia, considera a Isidora como “loca de Cristo” según los testimonios recogidos. ¿Qué significa ser un “loco” por Cristo?

 

Las Santas Escrituras nos dan la respuesta: “Pues si estamos fuera de nosotros, es por Dios, si estamos en estado normal, es por vosotros” (2 Cor 5,13). Debido al celo que tenemos hacia el Señor, los “locos de Cristo” toman distancia de lo “normal”, aquello que es del Mundo, convirtiéndonos para el mismo, en locos, en dementes.  San Pablo agregará: “Que nadie se engañe; si alguno cree ser sabio entre vosotros en este siglo, que se haga necio, para que llegue a ser sabio” (1 Cor. 3,18)

 

¿Cómo llegan los “locos de Cristo” a tener influencias sobre las personas si se apartan de todos, hasta de la necesidad de enseñar el mensaje del Evangelio?

 

Hay muchas respuestas, más veamos en este caso, lo que nos enseñó la Santa Isidora.

 



V – UNA VISITA INESPERADA

 

Bajo una vida solitaria volcada al ascetismo, vivía San Piterum de Porfirita. Muchas gente lo respetaba, y acudía a visitarlo para escuchar sus consejos. Sin embargo, cierto día, mientras oraba, un ángel se le apareció y le cuestionó su orgullo. El ángel lo puso a prueba desafiándolo: 

"Ve al monasterio de Tabennisi. Allí verás a una hermana que lleva en la cabeza un trapo de cocina. Ella los sirve a todos con amor y soporta su desprecio sin quejarse. Su corazón y  sus pensamientos descansan siempre en Dios. En comparación, tú te sientas en soledad, pero tus pensamientos aletean por todo el mundo".

 

Sin dudarlo, el anciano San Piterum partió hacia el Monasterio de Tabennisi a buscar a la enigmática monja.

 

Al arribar al monasterio, Piterum pidió conocer a todas las hermanas. Tomase su tiempo para ir conociendo a cada una, pero ninguna podía asemejarse a lo que el ángel le había descrito. Descorazonado, volvió a preguntar si ya había conocido a todas las hermanas del Monasterio. Estas, extrañadas con el pedido, solo atinaron a indicar que había otra persona más, pero que poseía problemas mentales; estaba loca y alejada de las actividades más importantes del Monasterio.

 

El anacoreta, Piterum, pidió verla también y las hermanas comenzaron a llamarla, pero Isidora no respondía al llamado. Estas tuvieron que ir a buscarla y forzarla a llevarla frente al monje Piterum, quién al observar su penoso aspecto, de repente tendrá la visión que ese humilde trapo con el cual cubría su cabeza, era en realidad una corona de santidad. Con lágrimas en sus ojos, se arroja a los pies de Isidora pidiéndole la bendición. Isidora, conmovida, se postro frente al monje pidiendo también su bendición.

 

VI – REGRESO AL DESIERTO

 

Luego del acontecimiento entre el Monje Piterum y Santa Isidora, las monjas quedaron atónitas y sin entender, trataban de explicar al monje que estaba cometiendo un error de juicio, a lo que él les responderá: “¡Sois vosotras las locas!” (…) "¡Isidora ante Dios está más alta que todas nosotras!"  (…)  “¡Ella es vuestra amma –madre espiritual- tanto mía como vuestra!”.

 

Avergonzadas, las hermanas pidieron disculpas al visitante y a la hermana Isidora. Su actitud hacia ella, cambio de manera rotunda. Primero, pidieron al monje que las confesara de todos los pecados que habían cometido con saña, consientes  o inconscientes  contra Isidora. El monje Piterum, las escucho a todas, oro por ellas, se despidió de Isidora y se retiró del Monasterio. 

 

Tras la partida del anacoreta, la vida de Isidora cambió dramáticamente, en tanto que ahora se había convertido en el centro ascético de todo el monasterio. No solo sus hermanas, sino también los peregrinos comenzaron a querer hablar con ella y pedir su bendición y consejos.

Al poco tiempo, la monja Isidora, decidió partir del Monasterio para volver a recuperar su paz interior. Su destino final permaneció desconocido. Se cree que vivió sus últimos años en una eremita solitaria en el desierto, situando la tradición de la Iglesia, como su fecha de fallecimiento, el año 365.

 

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos

 

 

miércoles, 22 de mayo de 2024

El Staretz San José de Optina

 

EL STARETZ SAN JOSE DE OPTINA

22 de mayo de 2024 / 9 de mayo de 2024 – Calendario Eclesiástico

 


San José de Optina


I – SUS PRIMEROS AÑOS

 

El staretz San José Litovkin, nació el 02 de noviembre de 1837 en el poblado de Gorodishcha, en el Oblast de Jarkov, actual Ucrania. Fue bautizado con el nombre de Juan, por Juan el Misericordioso (conmemorado el 02/11).

 

Provenía de una familia humilde cuyos padre Eutimio y María le inculcaron la piedad hacia la Iglesia, abriendo sus puertas a los monjes peregrinos y colaborando con las iglesias y monasterios de su ciudad.  También eran bondadosos con los pobres, a los cuales siempre intentaban brindarles ayuda dentro de sus posibilidades. 

 

Asimismo, los padres trataban que sus hijos recibieran en todo momento la enseñanza de la iglesia, por lo cual les leían algunos libros sobre los santos de la iglesia. José fue el cuarto hijo de seis que tuvo el matrimonio, y aprendió a leer antes de ingresar a la escuela gracias a la enseñanza de su hermana mayor, Alexandra. 

 

A los cuatro años, su padre falleció, quedando su madre a cargo de los niños.  Se caracterizó por ser un niño enfermizo. Era miope y poseía problemas de audición en uno oído. Sufrió quemaduras con agua hirviendo, y por su condición, a veces otros niños lo golpeaban. 

 

II – LA VISIÓN DE LA MADRE DE DIOS

 

Se relata que cuando tenía ocho años, estaba jugando con unos amigos y de repente se quedó paralizado en el acto. Le vieron levantar los brazos y la cabeza hacia el cielo y luego cayó inconsciente. Inmediatamente, lo llevaron a casa y lo acostaron. Cuando despertó, estando su madre y hermanos a su lado, le preguntaron qué había pasado. Este, les dijo que había visto a la “Reina del Cielo” en el aire.

 

Intrigados, le preguntaron: “¿Qué te hace pensar que viste a la Reina?”, a lo que el niño les respondió: “Porque tenía una corona con una cruz”.

 

Hubo un antes y un después luego de dicho acontecimiento: el niño se volvió más tranquilo y pensativo. Prefería la soledad o compañía con su familia evitando encontrarse con otros niños de su edad para jugar.

 

Poco después, la familia se mudó a una nueva casa. Al poco tiempo, hubo un gran incendio en el pueblo y Juan oró para que la Madre de Dios protegiera su casa de las llamas. La casa de los Livotkin se salvó, aunque todo lo que la rodeaba fue quemado.

 

III – EL DURO CAMINO A LA IGLESIA

 

En el año 1848, su madre murió durante un brote de cólera. Juan apenas tenía once años en ese momento. Su hermano mayor Simeón y su hermana Anna estaban casados ​​antes de que falleciera su madre, y su hermana Alexandra había ido al monasterio de Borisovsk en la provincia de Kursk para convertirse en monja.

 

Simeón se convirtió en el cabeza de familia, aunque su problema con la bebida lo hacía poco confiable. Simeón cuidó a Juan por un tiempo y su hermano menor, Pedro, se fue a vivir con Anna. Finalmente, Simeón no pudo continuar cuidando de Juan, por lo que fue trasladado de un hogar al otro.  Llego a vivir con un tabernero y un tendero, sufriendo muchas veces de hambre y frio, y soportando golpizas de personas que no eran sus familiares. Finalmente, el joven Juan, se fue a vivir con un primo que era diácono en Novocherkassk, en el oblast de Rostov, con el cual permaneció una temporada.

 

Por entonces, le consultaba acerca de si iba a contraer matrimonio, a lo cual, jocosamente Juan respondía que "como era miope, no podía ver a nadie a distancia”.

 

Finalmente, quiso el Señor que el joven cayera bajo el cuidado de un comerciante quien lo acogió junto a su familia, y descubrió en el joven, su compromiso con la Iglesia. Intento  persuadirlo de no continuar en ese camino ofreciéndole a su hija para matrimonio. Sin embargo, el joven lo rechazo amablemente.  Tiempo después habría reflexionado sobre el hecho afirmando que: “Siempre es así. Tan pronto como uno empieza a pensar en seguir el camino de la salvación, comienzan a aparecer obstáculos y tentaciones”.

 

Al poco tiempo, recibió una carta de su hermana, Alexandra, ahora como monja Leonida. En dicha carta, le recomendaba ir de peregrinaje al Monasterio de las Cuevas de Kiev, sugiriéndole que ahí encontraría ancianos experimentados, que quizás lograrían sembrar en el joven el deseo de tomar los votos monásticos.

 

IV – RUMBO AL MONASTERIO DE OPTINA

 

El joven Juan, se despidió del comerciante, y partió rumbo a Kiev. En su nuevo peregrinaje, paso a visitar la tumba de sus padres, y luego continuo su camino para pasar a visitar a su hermana Monja Leonila (Alexandra) en la Eremita de mujeres de Borisovsky, Óblast de Belgorod.

 

El encuentro con su hermana, fue muy emotivo. Ella le transmitió que había hablado con un staretz del Monasterio de Optina, el futuro San Macario, quién habría vaticinado que el joven Juan se convertiría en monje. Finalmente, la anciana madre de la monja Leonida, Schemanun Alypia, le dijo al joven Juan: “Olvídate de Kiev. Ve con los ancianos de Optina”.

 

Viajó a Optina con algunas monjas del monasterio de mujeres de Belev, conduciendo el carro para ellas. San Macario de Optina ya había partido al Señor en 1860, y fue sucedido como anciano por su discípulo san Ambrosio (conmemorado el 10 de octubre). Conociendo las inclinaciones monásticas de Juan, las monjas lo presentaron en broma como "Hermano Juan". San Ambrosio respondió solemnemente: “Este hermano Juan nos resultará útil a nosotros y a usted”.

 

 De esta manera, el joven Juan inicia la última etapa de su peregrinaje, que concluiría en marzo de 1861  con la llegada al Monasterio de Optina, siendo recibido por el staretz Ambrosio.

 

V – LOS PRIMEROS AÑOS EN EL MONASTERIO DE OPTINA

 

Como novicio, Juan comenzó su obediencia en la cocina. Desde el principio, demostró su obediencia y humildad al entrar en una vida que era todo lo que esperaba que fuera. En junio de 1861, el superior del skete, el Padre Paphnutius, lo designa como asistente  del staretz Ambrosio, cargo que conservaría durante los siguientes cincuenta años.

 

El 15 de abril de 1872, Juan fue tonsurado como rasóforo, seguido el 16 de junio de 1872 por su tonsura como monje. Se le dio el nombre de José, en honor a San José Himnógrafo .

 

VI – DUDAS

 

Desarrollo el monje Juan una tarea ejemplar asistiendo al staretz Ambrosio, pero por muy feliz que estuviera de estar cerca del Anciano, le molestaba el flujo constante de visitantes. Sintió que no había tiempo para orar ni para ir a la iglesia y empezó a tener recelos. Se sintió tentado por la idea de que tal vez estaría mejor marchar al Monasterio de las Cuevas de Kiev o al  Monte Athos, y no se dio cuenta de que el padre Ambrosio había entrado en la celda. De repente sintió una mano en su hombro y escuchó al anciano decir: “Hermano Juan, es mejor aquí que en Athos. Quédate con nosotros."

 

Juan se dio cuenta de que sus pensamientos habían sido enviados por el enemigo de nuestra salvación y, arrepentido, cayó a los pies del padre Ambrosio.

 

El staretz José



VII – UNA CURIOSA ORDENACIÓN DIACONAL

 

El 9 de diciembre de 1872, el monje José fue ordenado diácono por el obispo Gregorio de Kaluga. Dicho acontecimiento, acaeció de manera curiosa ciertamente:  El día 7 de diciembre de 1972, día del onomástico del Padre Ambrosio, recibió la visita en su celda del Hegúmeno Issac, quien lo felicito por su día. Aprovecho la ocasión para preguntarle al staretz Ambrosio sobre  un monje a quien se proponía recomendar para la ordenación diaconal. El anciano dijo que no era el momento adecuado para ese monje en particular y recomendó a alguien más. La propuesta tampoco fue del agrado del Hegúmeno Issac, y este, al ver al monje José parado cerca con una bandeja, el padre Isaac sonrió y dijo: “Bueno, padre, usted no quiere a mi candidato y yo no quiero al suyo. Ordenemos al padre José”.

 

De esta manera, dos días después, habiendo viajado a Kaluga, será ordenado diacono por el obispo Gregorio.

 

VIII – MAYORES RESPONSABILIDADES

 

La vida del padre José continuó como antes, pero con más responsabilidades. No tenía celda propia. Solía dormir en la sala de recepción, que el staretz Ambrosio usaba cada día hasta casi las 11 de la noche.

 

Ahí se dice, que el staretz Ambrosio probaba con frecuencia a su asistente para darle la oportunidad de adquirir paciencia y humildad, siguiendo las instrucciones de San Juan Climaco, mediante la lectura de su obra “La Santa Escala”.

 

Por esa época, el staretz Ambrosio construyó el convento de Shamordino a unas ocho millas de Optina, y el 1 de octubre de 1884 el obispo Vladimir de Kaluga visitó su inauguración. En la liturgia de ese día, el padre José fue ordenado sacerdote y desde ese día las monjas lo consideraron su sacerdote, y se convirtió en el director espiritual del convento después del reposo del padre Ambrosio acaecido en 1891.

 

Durante el tiempo que fuera asistente el staretz Ambrosio, encontró tiempo para leer libros espirituales, especialmente la Filocalia y los escritos de los padres, encontrando en ellos sabiduría espiritual que compartía con quienes acudían a él en busca de consejo.

 

IX – AL BORDE DE LA MUERTE

 

En febrero de 1888, el Padre José, cuya salud no siempre fue buena, enfermó gravemente. Era susceptible a los resfriados en invierno. Tuvo que guardar cama y recibió el Misterio de la Santa Unción. El médico recomendó que lo trasladaran a la enfermería para recibir tratamiento, pero el padre Joseph no quiso separarse del staretz Ambrosio. Sin embargo, el superior del skete insistió en el traslado. El viaje al monasterio en trineo cuando hacía frío sólo empeoró su enfermedad.

 

Al poco tiempo, es tonsurado al esquema el 14 de febrero. Al día siguiente, mientras le leían las oraciones por la Partida del Alma, un novicio escuchó a alguien detrás del biombo alrededor del Padre José dice: "Ten paciencia, querida, sólo queda un poco".

 

El novicio miró detrás del biombo, pero no vio a nadie excepto al Padre José. Posteriormente, el staretz Ambrosio relató que el Padre José había visto a la Madre de Dios durante su enfermedad. Aunque había estado bastante cerca de la muerte, el Padre José se recuperó.

 

X – FALLECIMIENTO DEL STARETZ AMBROSIO

 

En junio de 1890, el Padre José comenzó a prepararse para el viaje anual para pasar tres semanas en el Convento de Shamordino con el Padre Ambrosio. En cambio, el Padre Ambrosio le dijo: "No te llevaré esta vez, te necesitan aquí". Luego ordenó al Padre José que se mudara a su celda. El Padre José tuvo la premonición de que el staretz Ambrosio nunca regresaría.

 

Con el staretz Ambrosio ausente en el Monasterio de Optina, muchos monjes que se confesaban en él comenzaron a acudir al Padre José. Durante el ayuno de la Natividad, el staretz Ambrosio comenzó a enviar a sus hijos espirituales de Shamordino, para confesarse con el Padre José también. Esto fue difícil para las monjas, que estaban acostumbradas al Padre Ambrosio. Incluso cuando él mismo escuchó la confesión de una monja, el staretz Ambrosio la enviaría al Padre José por las oraciones de absolución. De esta manera, indicó que no confiaba sus hijos espirituales a nadie más que al Padre José.

 

En septiembre de 1891, el staretz Ambrosio enfermó, pero nadie pensó que fuera grave. El 8 de octubre su estado era tan crítico que mandaron llamar al Padre José.  Esa tarde se realizó el servicio de la Santa Unción y a la mañana siguiente el Padre José le dio al staretz Ambrosio Comunión por última vez.

 

El staretz Ambrosio de Optina reposó la mañana del 10 de octubre. Incluso en su dolor, el Padre José llevo consuelo a sus hermanos en el monasterio por tal profunda pérdida.

 

XI – CONFESOR EN EL MONASTERIO DE OPTINA

 

Después del reposo del staretz Ambrosio, los monjes de Optina comenzaron a acudir al Padre José tal como habían delegado al staretz Ambrosio.

 

El Padre José fue nombrado oficialmente confesor de la hermandad Optina a finales de 1893, cuando el staretz Anatole enfermó y no pudo cumplir con este deber. Cuando las monjas de Shamordino preguntaron a quién debían acudir para recibir dirección espiritual, el Padre Isaac les dijo: "En Optina lo único que tenemos es al Padre José como nuestro anciano, y él también debe ser el suyo".

 

Durante los próximos veinte años, el hieromonje José recibió visitas, dio consejo espiritual a quienes les pedían consejo e incluso realizó milagros de curación para los afligidos.

 

El staretz Anatole, que dirigía el skete, durmió en el Señor el 25 de enero de 1894. Con su reposo, el Archimandrita Isaac y los hermanos eligieron al Hieromonje Joseph para suceder al staretz Anatole como superior del skete.

 

XII – EL STARETZ JOSE DE OPTINA: ULTIMOS AÑOS

 


El staretz José en su lecho, año 2011


Durante los últimos años de su vida, el  ahora staretz José caía frecuentemente en alguna enfermedad. En mayo de 1905, sintió que le faltaban fuerzas para desempeñar sus funciones y pidió retirarse como Superior del skete. También tuvo que renunciar a escuchar las confesiones de los visitantes, ya que esto lo agotaba.

 

Durante los últimos años de su vida, el padre José se debilitó y estuvo enfermo con frecuencia. En mayo de 1905 sintió que le faltaban fuerzas para desempeñar sus funciones y pidió retirarse como Superior del skete. También tuvo que renunciar a escuchar las confesiones de los visitantes, ya que esto lo agotaba. Sus hijos espirituales se entristecieron por su decisión, pero los monjes y monjas continuaron acudiendo a él con sus heridas y aflicciones espirituales.

 

Al comenzar 1911, el staretz José se sintió débil y enfermo, pero durante la Gran Cuaresma empezó a sentirse algo mejor. Durante la Semana Santa estaba inusualmente alegre, lo que llevó a algunos a creer que había tenido algún tipo de visión.

 

El 11 de abril, tercer día de Pascua, el startez José desarrolló fiebre. La semana siguiente, un médico le diagnosticó malaria y declaró que no había esperanzas de recuperación. A partir del 28 de abril, el staretz José dejó de comer. Se alimentó sólo de los Santos Misterios de Cristo.

 

Hasta el momento de su muerte se encontraba consciente y lúcido. Respondió preguntas y dictó respuestas a cartas. El 8 de mayo se sintió mejor, pero luego volvió a debilitarse.

 

La mañana del 9 de mayo recibió la Sagrada Comunión. Esa tarde del 9 de mayo de 1911, el staretz José partió hacia el Señor con una sonrisa en el rostro.

 

A las seis de la mañana del día siguiente, el cuerpo fue colocado en un ataúd y llevado a la iglesia de Skete. Después de la liturgia se sirvió una panikhida y luego el ataúd fue llevado a la iglesia del monasterio de Santa María de Egipto. Los monjes comenzaron a turnarse para servir panikhidas al staretz José hasta su entierro.

 

Varios milagros ocurrieron el día en que San José fue sepultado a los pies del Padre Ambrosio. Aún hoy continúa intercediendo ante Dios y obrando milagros para quienes le suplican con fe.

 

El staretz José llegó a ser un gran Anciano porque primero había sido un gran discípulo. Era obediente a su padre el staretz Ambrosio en todo y nunca lo contradijo. Debido a que renunció a su propia voluntad, se abstuvo de juzgar a los demás y se reprochó sus propios pecados, el padre José adquirió la humildad y la gracia de Dios. También obtuvo del Señor el discernimiento para reconocer toda clase de enfermedad espiritual y cómo tratarla.  Cuando recibió el honor de parte de sus hermanos de ser nombrado superior del skete luego del fallecimiento del staretz Anatoli,  el staretz José aceptó su designación con toda humildad. Cumplió con sus deberes, no dando órdenes, sino con amor paternal y humildad.

 

XIII – GLORIFICACIÓN Y EL DESTINO TRAGICO DEL MONASTERIO

 

Seis años después, aconteció la Revolución Bolchevique, que terminaría por clausurar el monasterio y su último staretz Hegúmeno, asesinado.

 

El staretz José de Optina fue glorificado con todos los staretz de Optina por la Iglesia Ortodoxa Rusa en el exterior (IORE) en 1990. La fiesta de San José de Optina es el 9 de mayo.

 

La veneración local de los Ancianos de Optina fue autorizada por el Patriarcado de Moscú el 13 de junio de 1996.

 

El descubrimiento de las reliquias de los Santos Leonidas, Macario, Hilarión, Ambrosio, Anatole I, Barsanuphius y Anatole II, fueron designados por el patriarca Alexei II de Moscú el 10 de julio. La glorificación de los Ancianos de Optina para la veneración universal se produjo el 7 de agosto de 2000.

 

Compilación: Patriarcal Ateneo San Marcos