Si existe un elemento que nos caracteriza a los cristianos ortodoxos, es el de considerar que el tiempo no transcurre acompañado de un progreso humano. Todo ha sido dicho, todo ha sido escrito. Sólo resta HACER el camino que CRISTO nos ha enseñado. El futuro puede ser oscuro, pero el camino que elijamos deberá ser el correcto.
Como milicia que tiene por fin ser puente entre la Ciudad Terrenal y la Ciudad de Dios, sólo podemos tratar de iluminar con la ayuda del Espíritu Santo el camino correcto. Queremos que las personas valoren las cosas sencillas de la vida; puesto que la divinidad se transmite a través de ellas, y es la humildad la que nos permite verlas con los ojos del corazón.
Cuan difícil nos es enseñar algo que esta en el pasado, en el presente y en el futuro de nuestras vidas. Como explicarlo en tiempos posmodernos, donde su principal signo es la aceleración, donde todo es efímero, volátil ... nada permanece. ¿Cómo luchar por ejemplo con el consumismo?. Aquello que hoy es casi una forma terapéutica de llenar el vacío espiritual que inunda todos los rincones del mundo creado.
Quizás .. algo se puede hacer...
Somos ortodoxos, pero al mismo tiempo algo extraño dentro de esta hermosa tradición: somos argentinos ortodoxos; y el argentino, es una conjunción de diferentes culturas que va desde los habitantes originarios a las corrientes inmigratorias europeas. El argentino posee una característica que es interesante destacar: a pesar que el consumismo es un factor que se encuentra presente en nuestra sociedad, todavía se hallan personas que con su ingenio arreglan cosas que creíamos que ya no eran útiles. Los argentinos nos caracterizamos por “atar todo con alambres”, como dice esta conocida frase. Autos, heladeras, lavarropas, cortadoras de césped, radios, computadoras, tocadiscos, .. todo sirve, nada es imposible de arreglar si uno esta dispuesto a ello. Nos querrán vender repuestos que por su valor, nos obliga a comprar un nuevo producto en lugar de buscar en nuestro ingenio la forma de repararlo, de volverlo a la vida.
Arreglamos lo que parece imposible de arreglar. Es por ello que hacemos que algo que pertenece a nuestro ser nacional, lo canalicemos ritualmente hacia una espiritualidad propia de nuestra raza.
El Padre Franz Primozic .. es uno de esos hombres. Proveniente de una familia del centro de Europa, en su predio de la Capilla de Piedra “San Jorge”, creo un sector dedicado a juntar todo tipo de cosas que la gente descarta: desde artefactos eléctricos rotos, hierros, rejas, mesas, sillas, puertas e infinidad de cosas. En nuestras tierras de argentum el oficio de juntar todo tipo de cosas en desuso se denomina “chatarrero”. En mi niñez, recuerdo acompañar a mi padre en mi ciudad natal en la provincia de Entre Ríos, a visitar al “turco Jalil”, el cual era “chatarrero”. Ahí, se podía encontrar un montón de cosas que podían servir reciclándolas con un poco de ingenio. Eran épocas donde todos los hombres sabían algo de albañilería, plomería, electricidad, pintura, etc. etc.
Monseñor Valerian y el Padre Franc moviendo una reja ante la mirada del Padre Teophano
Monseñor Valerian y el Padre Franc llevando la reja . Ya tiene dueño!
Dos vecinos llevan una puerta que han encontrado en el chatarrero del Padre Franc [en la foto, atras]
También, al Padre Franz lo ayudan personas que con muy pocos elementos, utilizando su ingenio, ponen en funcionamiento computadoras que fueron desechadas. Gracias a la ayuda de estas personas, el Padre Franz logró abrir una pequeña sala de computación donde vienen niños y jóvenes a aprender cuando se organizan cursos, o simplemente para hacer trabajos escolares.
Revisando partes de computadoras e impresoras
Nada permanece, todo es reemplazable. Si eso ocurre con lo material .. ¿qué podemos esperar de lo espiritual?.
Así pues, ... en un lugar alejado del modo de vida frenético de las grandes urbes, existe un lugar donde uno puede acercarse, y encontrar cosas que no se desechan, un lugar donde todo puede ser reparado, reutilizado, con solo tener ingenio y visión. Es el “chatarrero” del Padre Franz, donde el pasado esta presente, y el futuro, es aquel al que nos atrevamos a soñar.
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