IGLESIA BIELORRUSA ESLAVA HASTA EL AÑO 1950
La permanente tentativa de la población carpática de lograr su independencia cultural y política, de los poderosos vecinos del este y oeste, Polonia y Rusia, tuvo como resultado el surgimiento de una Iglesia Ortodoxa Autóctona, la que sería en el siglo XX la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava (IOBE), fue por primera vez declarada autónoma en el siglo XIII, y existió como tal, intermitentemente hasta el siglo XVII. En los siglos posteriores, el pueblo ruteno, perdió la oportunidad de un desarrollo nacional independiente, y se vio por ello privado de su Iglesia Autónoma, debido a la anexión de su territorio, primero a Polonia y finalmente a Rusia.
En 1918, ante el triunfo de la Revolución Bolchevique y la supresión de la monarquía rusa, el pueblo Ruteno (bielorruso) declaró su independencia; pero esa tentativa nacionalista, fue aplastada por los comunistas, con lo cual se eliminó la posibilidad de restaurar la Iglesia Bielorrusa Autocéfala. Sin embargo, cuando el régimen soviético empezó a perseguir a la Iglesia Ortodoxa Rusa, con el pretexto de que era un baluarte de la vieja autocracia y promotora de actividades contrarrevolucionarias de todos los tipos, la Iglesia Bielorrusa, aprovechó la crisis religiosa de Moscú, para reunir a los líderes nacionales en un Sínodo. El cual volvió a crear la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Autocéfala, sobre la base del precedente histórico mencionado y siguiendo las instrucciones dadas por el Patriarca ruso Tikhon Bellavin, que siguiendo la decisión del Sínodo Ruso y del Supremo Consejo Eclesiástico de la Iglesia Rusa Ortodoxa, reunidos el 7 (20) de noviembre de 1920, en cuyo cánon Nº 372 decía que “ante el caso de que una Eparquía se viese privada de toda comunicación con el Patriarcado de Moscú, ésta debe asumir la plena autoridad”, fue así que lo entendieron los Obispos Rusos en los Estados Unidos, los cuales crearon (debido al posterior arresto de Tikhon Bellavin), la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exilio, teniendo hasta nuestros días una administración autocéfala y totalmente desvinculada de Moscú.
La decisión de crear Eparquías Autocéfalas fue confirmada canónicamente por el sucesor de Tikhon, durante su arresto por los soviéticos, el Arzobispo de Tirno, Metropolita y Administrador del Trono Patriarcal, Mons. Afanguel, el 5 (18) de junio de 1922, desde la ciudad de Yaroslavl, emite la resolución Nº 14, dirigida a todos los Obispos Ortodoxos de tradición eslava, a que desde ese día y hasta la reposición de un Patriarcado legítimo y libre de toda opresión del Estado, todas las Eparquías eran declaradas independientes, o sea Autocéfalas.
La decisión tomada por el Delegado Patriarcal, Metropolita Afangel, que había facultado a las autoridades religiosas locales a actuar independientemente en caso necesario, permitieron que Melquisedec (Mikhail Paevsky), obispo de Minsk y Turov, fuera elegido Metropolita de la Eparquía Bielorrusa. El 23 de julio de 1922 este histórico acontecimiento fue anunciado en la Catedral de Minsk, para total satisfacción de la población, elevando la Antigua Eparquía al grado de Iglesia Nacional, la recién creada Iglesia Ortodoxa Bielorrusa procuraba aportar una renovación del espíritu local y así protegerse de las presiones de la nueva Iglesia pro-comunista de Moscú, denominada Iglesia Viva o Renovada.
La Nueva Iglesia Moscovita, se organizó por mandato del Soviet Supremo, y por decisión de Lenin, dispuso que se crearan varios movimientos y agrupaciones clericales declaradamente comunistas, estas eran la Iglesia Viva, la Iglesia Viviente y la Iglesia Renovada, que eran dirigidas por obispos pro-soviéticos y tenían como misión crear un cisma dentro de la Iglesia Ortodoxa y suprimir al clero anticomunista, leal al Patriarca Tikhon Bellavin que se encontraba encarcelado en Lubianka, por la policía secreta del Soviet, la temible GPU, posteriormente llamada KGB o NKVD.
Mientras el entusiasmo religioso se mantenía aún muy vivo, fueron instalados tres obispos en los recién restaurados Obispados Bielorrusos: Mons. Filaret (Feodosy Ramensky) en el de Bobruisk; Mons. Nicolai (Nicolai Shemetilo) en el de Slutsk y Mons. Ioann (Iván Pashin) en el de Mozyr; fueron ordenados Sacerdotes bielorrusos para realizar tareas religiosas y educativas y se educó a Sacerdotes jóvenes y Acólitos. Se introdujo la lengua bielorrusa en los servicios religiosos. Se reforzaron los coros, se celebraron miles de procesiones religiosas acompañadas de la entonación de himnos, y se dieron en las Catedrales conciertos religiosos y conferencias sobre los temas teológicos y filosóficos. Durante este período la Iglesia Bielorrusa fue una unidad espiritual y cultivó una intensa vida religiosa.
Escudo de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava
Los numerosos servicios religiosos, la gran cantidad de feligreses jóvenes y la responsabilidad del Metropolita Melquisedec (Mikhail Paevssky), que era un excelente organizador de la vida religiosa y a quien su grey amaba intensamente, llamaron nueva y rápidamente la atención de las autoridades soviéticas, y la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Autocéfala fue otra vez objeto de sus ataques.
El primer golpe consistió en someter a juicio al Metropolita Melquisedec y al clero de las Catedrales, por supuestamente ocultar tesoros religiosos, que debían ser utilizados, para combatir el hambre causado por la inundación del Volga, a pesar del hecho de que todos ellos ya habían sido retirados, como lo indicaban los inventarios. Se realizó un juicio-espectáculo en agosto de 1922, que duró varios días. La policía montada tropezó con dificultades al tratar de hacer retroceder a los miles de personas que rodeaban el edificio de los tribunales. La misma sala de audiencias estaba atestada de fieles, que se pusieron unánimemente de pie cuando los acusados fueron conducidos al banquillo. La muchedumbre reunida en la sala reaccionó vivamente ante la injusticia de la acusación y aplaudía cuando las declaraciones de los testigos revelaban la falsedad de los cargos soviéticos. En lugar de comprometer, como se deseaba, al clero bielorruso, y aterrorizar a las comunidades de los fieles, el juicio produjo el efecto opuesto. “Teniendo en cuenta el poderío del régimen soviético”, se suspendió la sentencia y los acusados fueron puestos en libertad. Después de ese proceso la Iglesia floreció en una medida aún mayor. El canto de las viejas canciones populares se hizo general, ornamentos y bordados bielorrusos empezaron a adornar las iglesias, y se intensificó la preparación de sacerdotes jóvenes para las tareas religiosas.
El segundo golpe lo constituyó la infiltración de Minsk en 1924, con miembros del clero de la Iglesia Rediviva Sovietófila. El Metropolita Melquisedec fue llamado a Moscú, y agentes soviéticos y guardias de la GPU (servicio secreto comunista) instalaron en la Catedral a Obispos de la Nueva Iglesia. El pueblo se resistió valientemente. Los obreros ferroviarios de Minsk, se opusieron al Nuevo Clero con especial energía. Muchos fueron arrestados, se celebraron juicios espectaculares, los presos fueron golpeados en las celdas de la GPU y deportados. Después de ocupar la Catedral, los Obispos de la Iglesia Rediviva y las autoridades laicas proclamaron la creación de la Iglesia Rediviva Autónoma de Bielorrusia y comenzaron a oprimir al clero urbano y de las aldeas que se rehusaban someterse a ella. Muchos sacerdotes fueron separados de sus parroquias. A pesar de todo, después de ser liberado de la cárcel el Patriarca Tikhon, el 15 de julio de 1923, y denunciar públicamente él mismo, la situación ilegal de las autoridades de la Iglesia Rediviva, la unidad de la Iglesia, comenzó a hacerse más fuerte en las Eparquías Autocéfalas de Ucrania, Polonia y Bielorrusia, en ésta última merced a los esfuerzos de los feligreses ortodoxos, la Catedral de Minsk fue purgada de Obispos de la Iglesia Rediviva. El Metropolita Melquisedec envió desde Moscú a su grey una atrevida misiva, fechada el 12 de octubre de 1923, certificando que la autodeterminación autocéfala de la Iglesia Bielorrusa como también el título del Metropolita, no habían sido condenados ni anulados por el Patriarca Tikhon. Poco tiempo después el Metropolita Melquisedek volvió a Minsk y emprendió la tarea de reconstruir la organización de la Iglesia en toda Bielorrusia.
El tercer golpe fue el arresto del Metropolita Melquisedek y su deportación a Krasnoyarsk en 1926, cuando también se lo destituyó. Este fue uno de los primeros servicios que prestó en representación del régimen soviético el Metropolita Sergue Stagorosky, quien ya gozaba de la confianza soviética antes de su abierta declaración de lealtad al régimen de Moscú, en 1927.
A continuación de esta declaración, se inició la más brutal opresión del clero autónomo y de los fieles bielorrusos ortodoxos. Cargos infundados de resistir a las autoridades legales de la Iglesia, de “espionaje a favor de Polonia”, de “actividad reaccionaria por parte del clero” y de apoyo al clero, dieron el pretexto para la realización de ejecuciones cuyo número fue en constante aumento, gran cantidad de iglesias fueron cerradas por la fuerza, clausuradas por intermedio de la imposición de exorbitantes tributos, o recurriendo a provocaciones terroristas. El sustituto actuante del Metropolita Melquisedek, Obispo Filaret de Bobruisk, trató de mantener viva la vida religiosa bielorrusa. Un sínodo del clero y el laicado, convocado por él, se celebró en agosto de 1927 y adoptó estatutos para la Iglesia Bielorrusa Autocéfala, que preveían la libertad de interferencias provenientes de la jerarquía con sede en Moscú. Sin embargo, la posición fortalecida del Metropolita Sergue Stagorosky, de notoria subordinación al régimen comunista y la irrupción de la colectivilización, más la destrucción del Movimiento Demócrata Nacional en Bielorrusia hicieron imposible la continuación de la existencia de una Iglesia Autocéfala. Entre el clero de la Iglesia Bielorrusa Autocéfala que murió en la cárcel, se cuentan los Obispos Ioann, de Mozyr, Nikolai de Slutsk y Filaret de Bobruisk, una gran cantidad de sacerdotes, incluyendo miembros del Sínodo, murió en prisión o en el exilio, 2.800 Parroquias Bielorrusas fueron arrasadas y 3.600 sacerdotes de la Iglesia Bielorrusa Autocéfala fueron reducidos al estado laical.
Patriarca Tikhon de Moscú (1865-1925)
Con el objeto de destruir el prestigio moral del Metropolita Melquisedec a los ojos de su grey bielorrusa, se lo llevó nuevamente a Moscú en 1931 “para tomar parte en la sesión de verano del Sínodo”. Sin embargo, el 17 de mayo de 1931 murió prematuramente, y se llevó consigo en el viaje postrero, el secreto de la presión que se ejerció sobre él y las condiciones propuestas. En Minsk fueron destruidos muchos de los edificios religiosos de significación histórica y artística. La Catedral que databa del siglo XVI, fue dinamitada y el sitio en que se levantaba quedó baldío, al parecer como símbolo de la Iglesia arruinada; la Catedral de Ekaterinsk, construida en el siglo XVII, fue convertida en depósito de hortalizas; el convento de Preobrazhensk se transformó en un club deportivo, luego de que sus monjas fueron expulsadas y obligadas a casarse, durante los años de la opresión ejercida por la Iglesia Rediviva bajo el Obispo comunista Alejandro Shcherbakov; y el Monasterio del Espíritu Santo, del siglo XVI, fue usado como lugar de depósito de los archivos de la ciudad, y la Iglesia barroca Arkhiereiskaya, del siglo XVIII, fue destruida. La nueva Iglesia Ferroviaria fue también dinamitada, y la “Vieja Iglesia de Madera”, pasó a ser sede de un club de sordomudos. Las Iglesias de los cementerios fueron destruidas, lo mismo que una serie de iglesias en Mogilev, Vitebsk, Polotsk, Slutsk, Kolkanov y otras ciudades de Bielorrusia.
Después de la “ocupación” de la Bielorrusia occidental por las tropas soviéticas en 1939, las aspiraciones de la Iglesia en pro de la independencia nacional fueron sofocadas por los esfuerzos conjuntos del Patriarcado de Moscú y el régimen soviético. Una cantidad de sacerdotes ortodoxos murió en campos de concentración o en el exilio, y miembros de sus familias fueron deportados a Siberia. En 1940 fueron ejecutados muchos laicos pertenecientes a la Iglesia.
Se impusieron al clero pesados tributos, que excedían cuantiosamente sus ingresos. Los sacerdotes que dejaban de abonar estos exorbitantes impuestos eran arrestados inmediatamente y condenados de 10 a 20 años de trabajos forzados, juntamente con los laicos que recogían fondos para pagar las tasas. Muchas iglesias fueron cerradas y al clero se le asignaron cuotas de trabajo comunitario en fábricas del Estado, tan elevadas que se hacía imposible cumplirlas.
La segunda guerra mundial permitió que las tropas alemanas liberaran a Bielorrusia del régimen soviético, y en el comienzo del avance Alemán hacia el este, mientras las ruinas humeaban todavía, se inició la restauración de la vida religiosa. En Minsk, la Iglesia de San Alejandro Nevsky, en el cementerio militar, fue la primera en abrirse. El pueblo llevó a la Catedral contribuciones de toda especie: iconos, lienzos bordados, alfombras, manteles, biblias, almanaques y una profusión de flores. De Bielorrusia occidental llegó un monje para dirigir los servicios religiosos, que fueron reanudados regularmente. El pueblo bielorruso, que durante décadas había vivido bajo el sistema soviético de educación atea y comunista, se convirtió de nuevo en un pueblo religioso. Se organizaron coros y se celebraron ceremonias religiosas, que incluían matrimonios, oraciones y sufragios. Llegaron a bautizarse hasta 10.000 jóvenes en un día.
Se emprendió la reconstrucción de Iglesias que no habían sido destruidas por completo en las ciudades grandes y pequeñas y en las aldeas. El 9 de setiembre de 1941 el Metropolita Dionisio de Varsovia convocó un Concilio para la Iglesia Bielorrusa. En 1941 y 1942 fueron designados tres Obispos para las Sedes bielorrusas. Entre el 30 de agosto y el 2 de setiembre de 1942 un Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa, celebrado en Minsk, repuso la Iglesia Bielorrusa Autocéfala, con el Metropolita Panteleimon a su cabeza. La restauración de la vida religiosa tuvo lugar bajo las difíciles condiciones impuestas por la segunda guerra mundial, en medio de la lucha de guerrillas partisanas pro-soviéticas y grupos pro-nacionalistas, ante la escasez de alimentos y materiales de construcción, y también por las complejas relaciones entre las fuerzas alemanas que contaban con el apoyo del Movimiento Nacionalista Bielorruso. Los agentes soviéticos intentaron recurrir a la provocación para impedir el desarrollo de una Iglesia Ortodoxa favorable a Alemania, muchos de los líderes de la vida religiosa y pública perecieron a manos de partisanos soviéticos. Se propuso que una nueva iglesia, de iguales dimensiones, se edificase en el lugar de la arruinada Catedral de Minsk, como un símbolo espiritual de la nación y de la libertad religiosa en el estado bielorruso. Hubo ordenaciones de sacerdotes, se celebraron cursos de instrucción religiosa, etc., durante la ocupación germana, hasta 1944.
La retirada alemana invirtió fatalmente el curso de las ruedas de la historia. Una vez más las fuerzas soviéticas invadieron Bielorrusia y fueron sofocadas las aspiraciones nacionales. Al negarse a reconocer la autonomía bielorrusa, el Patriarcado de Moscú prestó de nuevo un servicio al régimen soviético. El clero y el pueblo, que resistieron la fusión con la Iglesia Moscovita, fueron cruelmente maltratados por las autoridades soviéticas. Volvieron a producirse deportaciones en masa, ejecuciones y arrestos, la NKVD, al perseguir y liquidar a quienes habían participado en el Sínodo Autocéfalo de 1941 reorganizando la Iglesia Bielorrusa Nacional, los juzgó enemigos del sistema soviético. L. Tsanava, jefe de la NKVD en la República Socialista Soviética Bielorrusa en 1951, declaró: “La mayoría de los nacionalistas bielorrusos ... al ser descubiertos y atrapados, sufrieron un castigo merecido .... La mayor parte de ellos ha bajado ya a la tumba, y los que han escapado no podrán evitar el castigo que merecen”, citado por L. Tsanava, “La Guerra Nacional de Resistencia Bielorrusa”, Vol. II, Minsk, 1951, pp. 689 y 853, cit. en I. Kasiak, “Historia de la Iglesia Ortodoxa del Pueblo Bielorruso”, NY. 1956, pp. 139-140.
En el verano de 1957, ya no había parroquias ortodoxas autocéfalas en el territorio de Bielorrusia. De las antiguas Eparquías, solo Minsk y Bobruisk permanecían como obispados. En el seminario religioso, la enseñanza se impartía en idioma ruso. El Metropolita de Bielorrusia, Pitirim (Svíridov), uno de los clérigos de mayor confianza del Patriarcado de Moscú, estaba promoviendo a paso acelerado la desnacionalización del pueblo bielorruso, y era vigoroso adversario de su pasado autonomista.
La jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Autocéfala fue empujada al exilio. Actualmente existen parroquias de la vieja tradición de la iglesia que siguen desarrollando su vida religiosa conforme a las tradiciones espirituales heredadas de la vieja patria bielorrusa en los Estados Unidos, Canadá y América del Sur.
Monseñor Alfredo M. Montrezza
Gran Senescal y Capellán General
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