CRÓNICAS DE UN VIAJE A TANDIL
(07 y 08-03-09)
TERCERA PARTE
(Final)
(Final)
En tiempos donde los valores como el Honor, Hospitalidad, Caridad están en declinación, uno nota que a la vuelta de un viaje que se emprende, se traen recuerdos vagos. Momentos graciosos, románticos, dificultades .. que nunca faltan. También, traemos recuerdos del lugar donde se estuvo, para tener algo material que con el tiempo rememore ese viaje.
En nuestras repisas, o colgando de alguna pared se encuentran diversos objetos con inscripciones como “recuerdo de...” con el nombre de la ciudad, pueblo, playa, montaña, etc.. Lo cierto es que a veces nuestras casas están adornadas con objetos culturales de otras tradiciones de los cuales no tenemos la menor idea. ¿Acaso se sabe el significado de una máscara africana, de un talismán oriental, un tejido indígena con inscripciones desconocidas, o hasta una piedra bonita de la cual no sabemos los siglos que posee y como se llegó a formar?, y de tantas cosas que son “recuerdo de...”.
Porque la vida es un suspiro donde tomamos bocanadas de aire cortas: porque queremos ver todo, tocar todo, comprar todo, llenar nuestra valija y volver realmente sin nada.
Pero no debe ser así. La vida, efectivamente, es un suspiro, pero de bocanadas de aire profundas; como un iceberg: poco lo que se ve por fuera .. mucho lo que se ve por debajo de las profundidades.
¿Qué nos trajimos de nuestro viaje a Tandil en ese día y medio que estuvimos? Tiene nombre y apellido: ANNUNZIO CERATO.
DEL ALTIPLANO DE ACIAGO A TANDIL
El altiplano de Aciago
Al mediodía antes de partir, fuimos invitados a almorzar a la casa de los Cerato. Ellos eran los padres de la mujer de una de las familias que nos acompañó en nuestro peregrinaje al cerro del Padre Pío y que nos brindo hospedaje.
Compartimos un almuerzo, una extensa conversación, y lo que aquí les dejo es una síntesis de la misma:
Annunzio Cerato es una de esas personas que los europeos deben sentir orgullo, admiración, porque son hijos de esa tierra donde el aire que se respira es eterno, con un tesoro espiritual que no le alcanza a ningún turista apresurado a comprender en dos semanas de tour llevado como ganado a ver torres, museos, palacios, y tantas cosas que terminan sin significado espiritual.
Anunzzio Cerato próximo a cumplir los 90 años nació en la población de Enego, en el Altopiano di Aciago, en los Alpes, en una tierra de ensueño que no estuvo apartada de grandes acontecimientos mundiales. Tierra que vio pasar a Ánibal y sus cartaginenses, a las legiones Romanas en marcha para la conquista del mundo, a Napoleón I Bonaparte, y sobre sus laderas explosionaban las terribles armas de guerra de las dos conflagraciones mundiales del siglo XX.
De joven, curso un liceo militar en su Italia amada. Empezó a ver los primeros años de esplendor del fascismo italiano, y vieron sus ojos por primera vez volar los aviones del futuro ejército del Duce. Su familia, decidió viajar a otro país, y el destino fue la Argentina. Se llevó con él su sueño de aprender a volar, y no lo olvidó.
Nacionalizándose argentino, aprendió rápido el idioma y comenzó sus estudios para piloto de líneas comerciales. Nos mostró en nuestra conversación su primer libro de instrucción de vuelo que atesoraba con gran nostalgia.
Viajo por todo el mundo. Volvió a ver a su amada Italia y a contemplar los Alpes nevados. Conoció gente de todos los lugares del mundo .. anécdotas que en una conversación y menos en un escrito como el presente, pueden sintetizarse sin perder su esencia. Sin embargo, algunas me aventuraré a dejarles:
Gracias a un amigo que trabajaba para el Vaticano, lo invitó a Don Annunzio a hospedarse en los hoteles de la nueva Ciudad Estado. Ahí, gastó todos sus ahorros en comprarse ropa adecuada para la ocasión y durante largas horas, junto a su amigo, aprendió todo el ceremonial y protocolo que se requería para manejarse en dicho ambiente. Pero .. una picardía se ocultaba detrás de todo: Don Annunzio debía simular ser una autoridad eclesiástica, para que lo dejaran ingresar y hospedarse, así que se presento como “Arzobispo de Asia”, y, por supuesto, con su conocimiento de haber viajado a tantos lugares, e idiomas que manejaba, podía saber mucho mas sobre países que aquellos cardenales que estaban encerrados tras las paredes del Vaticano. No tardo en sorprender a sus interlocutores, aunque estaba extrañados que su desconocimiento teológico. Sin embargo, terminó su visita llevándose elogiosos comentarios.
Y luego nos preguntan de donde sacamos la picardía los argentinos...
Era gracioso ver lo que nos contaba sobre los lujos que vieron sus ojos: la habitación que le dieron por su “alto rango” eclesiástico, la enorme cantidad de vajillas y cubiertos a la hora de la comida, y las interminables reverencias, saludos, presentaciones que debía hacer ante centenares de cardenales y otras autoridades del Vaticano.
Don Annunzio Cerato conversando con el Padre Franc (1)
Don Annunzio Cerato conversando con el Padre Franc (2)
Pasaron los años y Don Annunzio decidió dejar de volar y emprender ya con su señora esposa, un negocio familiar. Estudió ingeniero agrónomo .. “solo para tener un titulo” nos decía, puesto que nunca ejerció, aunque le sirvió todo lo aprendido. Se mudó al sur de la Argentina con su familia, a la provincia de Neuquen y comenzó a sembrar olivos. Si, Don Annunzio fue uno de los tantos pioneros que participaron en la gran producción vitivinícola en los valles del Río Negro.
Nos relataba sus anécdotas como empleador, donde con su camioneta iba a buscar a sus trabajadores para llevarlos a sus viñedos, sus peleas con la policía y con los políticos de turno. Agrego aquí una nueva anécdota que refleja el carácter de Don Annunzio:
Habiendo ya mudado definitivamente a la ciudad de Tandil, se acerco a una concesionaria de autos importante de la zona, donde vio una camioneta importada que necesitaba para su trabajo en el campo. El encargado de atenderlo le dijo, que el dueño de la concesionaria había reservado dicha camioneta a un amigo, por lo tanto, se le hacia imposible vendérsela. Don Annunzio insistió tanto, que el encargado solo atino a decir: “venga mañana temprano y hable con el dueño”.
Temprano estaba Don Annunzio delante de la concesionaria. El encargado lo miraba desde dentro con temor, esperando la llegada del dueño. Este finalmente llegó, y no tardo en estar cara a cara con Annunzio Cerato. Aquel, tal como le explico el encargado, le dijo que tenia esa camioneta reservada para un gran amigo y le era imposible vendérsela. Don Annunzio insistió, hasta que dijo las palabras correctas: “soy un hombre de trabajo, un hombre del campo, y la necesito, por eso le pido que me la venda”. Así, el dueño de la concesionaria, cedió, puso su mano sobre el hombre de Don Annunzio y le dijo: “Señor, la camioneta es suya”.
¿Quién era acaso el dueño de esa concesionaria? Nada menos que Juan Manuel Fangio, el quintuple campeón mundial de formula 1, que la historia del automovilismo mundial tiene como uno de sus mayores iconos. Hoy, en la pared de la casa .. estaba la foto de un joven –y terco- Cerato abrazado con Juan Manuel Fangio.
Nos relataba sus anécdotas como empleador, donde con su camioneta iba a buscar a sus trabajadores para llevarlos a sus viñedos, sus peleas con la policía y con los políticos de turno. Agrego aquí una nueva anécdota que refleja el carácter de Don Annunzio:
Habiendo ya mudado definitivamente a la ciudad de Tandil, se acerco a una concesionaria de autos importante de la zona, donde vio una camioneta importada que necesitaba para su trabajo en el campo. El encargado de atenderlo le dijo, que el dueño de la concesionaria había reservado dicha camioneta a un amigo, por lo tanto, se le hacia imposible vendérsela. Don Annunzio insistió tanto, que el encargado solo atino a decir: “venga mañana temprano y hable con el dueño”.
Temprano estaba Don Annunzio delante de la concesionaria. El encargado lo miraba desde dentro con temor, esperando la llegada del dueño. Este finalmente llegó, y no tardo en estar cara a cara con Annunzio Cerato. Aquel, tal como le explico el encargado, le dijo que tenia esa camioneta reservada para un gran amigo y le era imposible vendérsela. Don Annunzio insistió, hasta que dijo las palabras correctas: “soy un hombre de trabajo, un hombre del campo, y la necesito, por eso le pido que me la venda”. Así, el dueño de la concesionaria, cedió, puso su mano sobre el hombre de Don Annunzio y le dijo: “Señor, la camioneta es suya”.
¿Quién era acaso el dueño de esa concesionaria? Nada menos que Juan Manuel Fangio, el quintuple campeón mundial de formula 1, que la historia del automovilismo mundial tiene como uno de sus mayores iconos. Hoy, en la pared de la casa .. estaba la foto de un joven –y terco- Cerato abrazado con Juan Manuel Fangio.
* * *
Al almuerzo llegó a su fin, y con el las anécdotas de Don Annunzio Cerato. Su señora esposa, con amplia sonrisa, nos decía que íbamos a salir mareados de su casa de tanto que habló su marido.
Don Annunzio me obsequió un libro biográfico de Gabriel D´Annunzio, el poeta y guerrero italiano que era muy admirado por él. Saliendo de su casa, luego de pedirnos la bendición (que Honor realizarla!) emprendimos viaje de regreso a San Vicente.
Una bocanada profunda de aire inunda nuestro interior.
Dejábamos Tandil, sus aromas, sus historias y leyendas vivas. Dejábamos detrás a Don Cerato, nacido en un pueblo de los Alpes, un europeo que con centenares iguales a él, habríamos hecho de nuestra tierra algo diferente a lo que es hoy.
Cuídelo mi Señor Jesucristo, aquí y en la eternidad.
Uno de los cerros que rodean Tandil
Xristos Anesti!
Fr. Teofano +
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