“La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra”
(Salomón – Proverbios 29:23)
Una Antigua leyenda relata que un joven discípulo se acerca a su maestro y le pregunta: “¿porque los hombres de antes podían ver a Dios, y actualmente eso es muy difícil que suceda?. ¿Qué diferencia a los hombres de antes de los de hoy?”. La respuesta del maestro fue tan simple como difícil de entender en toda su profundidad : “porque el hombre de hoy no es lo suficientemente Humilde ante los ojos de Dios”.
De todas las grandes virtudes del cristiano, la Humildad es una de las mas importantes, pero a la vez, que la que a lo largo del tiempo su significado sufrió grandes modificaciones, olvidándose en muchos aspectos el verdadero sentido de la misma.
En el presente, entendemos como la acción de humildad, el humillarse. La etimología en latín humilis hace referencia a la tierra (humus), o sea aquello que esta en lo bajo. Expresiones como húmiles habitare casas, habitar chozas bajas de techo, reflejan la utilización del término. Así, la acción de humillarse es ir de lo alto a lo bajo, y en consecuencia, suele contraponerse al Honor que sería una forma de soberbia. Un gran filólogo como F. Nietzsche es quién trata de contraponer los valores del antiguo paganismo romano ante un cristianismo que los subvertiría. Lo cierto es que este autor lo que realiza es una lectura que efectivamente ha existido a lo largo del cristianismo, pero nosotros nos permitimos aclarar que existe otra, más antigua y tradicional que estuvo presente en el cristianismo y es la que hoy nosotros concebimos.
Tanto Humildad como Honor, son estados de la persona y no actitudes que se asumen ante determinadas acciones. No es el objetivo en este escrito hablar sobre el Honor, pero este no podrá confundirse con la soberbia, en tanto que ella es una acción despreciativa hacia aquellos que no pertenecen a una casta, estamento o en términos modernos y materialistas a una determinado nivel socio-económico. El Honor esta presente en todas las castas, y en todas se Honra las leyes sagradas de la misma. No hay desprecio sobre otros niveles, sino temor a no cumplir con lo que ley de la Casta pide. Dichas leyes, son mas exigentes en la casta guerrera y sacerdotal.
El Rey Salomón, bien a diferenciado la soberbia del Honor, y así lo dijo, y quedo escrito con letras de fuego: “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Prov. 29:23)
En la Humildad, encontramos lo mismo: es un rasgo ontológico de la persona, en tanto que ella esta religada a la Tierra (humus) y a través de ella a lo material. Es una forma innata del ser. Por lo tanto, “humillarse” no es ir de lo alto a lo bajo, sino al revés: es reconocer su condición de nacer humilde, como un hijo de la Tierra, y esa simplicidad es la que tiene que existir para que el Espíritu Santo de Dios descienda sobre él y lo saque de tal condición elevándolo.
Tradicionalmente encontramos este significado en el espíritu del paganismo: “cuanto más alto estemos situados, mas humildes debemos ser” decía Cicerón o, “los ríos mas profundos, son siempre los más silenciosos” de Quinto Curcio. En la tradición de Oriente, nos encontramos con este bellísimo pasaje del Tao Te King, la gran obra metafísica de Lao Tse, según la traducción del pensador tradicionalista italiano Julius Evola:
“Permanecer enteros en el fragmento
Rectos en lo curvo
Plenos en el vacío
Intactos en la corrupción
Recogidos se consigue
Dispersos se fracasa
Por lo tanto: el Hombre Real conserva al Uno originario
Se convierte así en el modelo para el mundo
No se pone en evidencia y resplandece
No afirmándose se impone
Privado de complacencia por sí se convierte en grande
Porque no combate
Nadie puede atacarlo.
“Permanecer enteros en el fragmento”
¿Esta antigua máxima
estaría quizás privada de sentido?
No: es la Vía la misma es la verdad"
¿Qué ritual de nuestra Divina Liturgia evoca el mayor acto de Humildad?. El mismo, nos fue directamente enseñado por nuestro señor Jesucristo, un día antes de subir al Gólgota a cumplir la Profecía de los Cielos.
“4 Levántase de la cena, y quítase su ropa, y tomando una toalla, ciñose.
5 Luego puso agua en su lebrillo, y comenzó a lavár los pies de los discípulos, y á limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Entonces vino á Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los pies?.
7 Respondió Jesús, y díjole: Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después.
8 Dícele Pedro: No me lavarás los pies jamás. Respondióle Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
9 Dícele Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza.
10 Dícele Jesús: El que está lavado, no necesita sino que lave los pies, mas está todo limpio: y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
11 Porque sabía quién le había de entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
12 Así que, después que les hubo lavado los pies , y tomado su ropa, volviéndose á sentar á la mesa, dijoles: ¿Sabeís lo que os he hecho?
13 Vosotros me llamaréis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos á los otros.
15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
16. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió.
17. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis."
(Evangelio de San Juan Cap. 13)
Ahí, en ese acto, hemos de tener el ritual mayor de la Humildad los Cristianos; porque sin dejar de ser el enviado de Dios, de ser en la tierra nuestro Rey-Sacerdote, el “fragmento” de la divinidad, supo “doblarse” pero nunca perder su esencia Divina.
Practiquemos la Humildad en estos tiempos. Tengamos los corazones abiertos para recibir el Espíritu Santo. Hagamos que todavía sea posible VER a Cristo en el mundo, y ya dejemos de extrañar su presencia, porque Él esta AQUÍ, y nosotros somos los ciegos de espíritu que no lo sentimos.
“ ... es imposible vivir sin respirar ... es igualmente imposible, sin humildad y una incesante súplica a Jesús, aprender la ciencia del combate espiritual por el cual expulsaremos, metódicamente, a nuestros enemigos”
Hesiquio de Batos
Siglos VII-VIII
FILOCALIA
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