jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad de Mons. ++Serafin

EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPIRITU SANTO. AMEN.

Os saludo a todos ustedes en el nombre del Señor Jesús. Hoy celebramos su nacimiento, hecho que marcó el centro de todos los tiempos, el hecho tan esperado por el pueblo de Israel y sus patriarcas, el hecho que nos anuncia la buena nueva de la salvación y rescate de la humanidad entera.

Por este hecho tan especial y del cual pueden desprenderse muchísimas reflexiones para poder celebrarlo con verdadero espíritu de amor.



Hoy quiero dirigirme a ustedes con un espíritu de humildad haciendo esta pequeña reflexión:

Jesús, el Hijo de Dios, Segunda Persona de la Trinidad Santísima de Dios, nace hoy en carne como todos nosotros, como dice San Pablo, nace de una mujer, bajo la ley, para rescatar a los que estamos bajo la ley, y en este acontecimiento nos encontramos con unos personajes, que si bien los identificamos, poco los tomamos en cuenta, LOS PASTORES.

Los pastores son los primeros adoradores del cuerpo de Jesucristo, sí, su cuerpo, ese mismo cuerpo que años más tarde nos dejaría en el sacramento de la Eucarístía, por lo que puedo decir, sin temor de ninguna equivocación, que fueron los primeros adoradores de la Eucarístía, ya que en ellos están todos los requisitos necesarios para ser un buen adorador.


FE SEGURA: ya que creyeron con prontitud y ciegamente a las palabras del Angel.

GENEROSIDAD: Porque ofrecieron toda su riqueza al Señor, recién nacido.

HUMILDAD: anuncian a más pobres que ellos, hablando humanamente, con modestia y gestos que no envilecen, y se profesan desde ese mismo instante sus siervos.

DESEO: no pueden dar porque no tienen, pero buscan el medio del apostolado y la fatiga.

PRONTA OBEDIENCIA: María desea se le anuncie a Zacarías, y unos de ellos va sin chistar y al punto, no lo deja para otro día.

AMOR: no saben separarse de allí, deján ahí mismo su corazón y lo entregan al Señor sin reservas.


Su primer acercamiento al niño es por María, la Madre, pues piden con humildad se, os enseñe para adorarlo, son almas sencillas sin prejuicios de clases sociales o separaciones de pensamientos, son almas de niños que le dicen a María, "permíteme besar su vestido".

De la misma manera para los adoradores del Sacramento Eucarístico es María quien conduce al alma al estado de adoración.

Es por eso que este día con esta pequeña reflexión quiero desearos una FELIZ NAVIDAD, con los deseos que en vuestros corazones nazca el deseo de ser verdaderos adoradores del Cuerpo de Jesús, con las cualidades antes descritas.

Si encaminamos todos unidos hacia María, seguro encontraremos a ese Jesús, y la sonrisa de la Madrenos lo dará, mientras le decimos "María, Madre Santa, dame tu Jesús porque quiero amarlo".

RECIBID UN FUERTE ABRAZO FRATERNAL EN JESUS.

Mons. ++Serafín
Obispo de Toluca - México

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