Grupo de Teatro "RENACER" - En el centro, Fr. Constantino director de la obra
El gran pensador tradicionalista francés René Guenon, en su escrito sobre el “Simbolismo del Teatro”, inicia su estudio abordando el tema desde los principios ancestrales que dieron origen al teatro. En un comienzo, el autor nos enuncia que el Teatro es un “símbolo de la manifestación”, por lo tanto, estamos en presencia de una ilusión, una representación realizada desde el punto de vista del autor/actor. Hará referencia a que el actor solía utilizar máscaras con lo cual la personalidad real del actor no es “afectada” por el hecho de asumir un personaje determinado para la obra.
El actor debe ser una persona con la capacidad suficiente de asumir un personaje, vivirlo, sentirlo y representarlo como si fuera poseído por el mismo. Luego, y es lo más difícil, finaliza la obra y el actor debe despojarse del personaje y volver a “su” realidad.
En el mundo actual donde se suele aspirar realidades ilusorias, algunos actores al tener tanto éxito al representar un personaje de ficción, no pueden salir del mismo, siendo devorados por esa ilusión que destruye su personalidad real asumiendo una inexistente.
Posiblemente uno de los papeles mas difíciles que un actor pueda representar en su vida es la de JesuCristo. La dificultad es enorme, puesto que se esta frente a una figura que une lo humano y lo divino, y esa es precisamente una de las características del teatro tradicional: “cielo, tierra, infierno; y la acción, que tenían lugar simultáneamente en estas diferentes divisiones, representan la simultaneidad esencial de los estados del ser” (Guenon, Simbolismo del Teatro).
Los seguidores de JesuCristo lo rodean para escuchar sus palabras
El actor Eduardo Villar representando a Nuestro Señor JesuCristo
Se puede representar a JesuCristo de forma superficial, sin compenetrarse demasiado en su misión, o creando una imagen de imperturbabilidad, de mármol. Por ello, lograr entrar en la esencia del Redentor del Mundo, es una experiencia mística. ¿Cuántos hombres de Fe han vivido en carne propia los sufrimientos de Cristo, con solo tratar de acercarse a él?. Llega a mi recuerdo a San Pío Pietrelcina, que afirmaba que en cada momento que ofrecía la Divina Liturgia, vivía con enorme dolor el momento en que él, un hombre impuro, debía sacrificar el Cordero.
El actor que representa a JesuCristo, sabe que en su alma no puede haber envidia, soberbia, ambición, sino … amor. El actor que quiera vivir en Cristo debe aceptar un cúmulo de cicatrices, de todos aquellos que lo agraviaron, despreciaron, acusaron injustamente y traicionaron. Todo el veneno que fue obligado a consumir el Redentor del Mundo, lo convirtió en alimento, en amor y esperanza por aquellos que al creer en Él, atravesarían el mundo entero llevando su Cruz en alto.
Representación de la "Canción de Judas"
La dramática escena donde Judas se arrepiente de su traición, quitándose la vida
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Es un gran desafío representar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor JesuCristo para cualquier director de teatro, pero mas lo es para un Presbítero: ese ha sido el desafío de Fr. Constantino, director de la Comunidad Ortodoxa de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en Lima (Perú). Durante toda su vida estuvo cerca del teatro, pero a partir que decidió ser un embajador de Cristo en la tierra, decidió fundir el espíritu del Cristianismo al teatro, alejando las blasfemias a las cuales ha estado sometido por tantos siglos de odios.
En la pasada Semana Santa, y en todas las Semanas Santas venideras, nuestro Fr. Constantino revivirá una y otra vez la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor JesuCristo con el grupo de teatro “Renacer”.
Este año 2011 toco representar la obra en el colegio San Antonio de Pádua de la ciudad de los Virreyes, Lima, reviviendo históricamente el punto de inflexión para occidente; quizás su más importante re-nacimiento espiritual.
El pensador Rene Guénon nos dice que el autor de una obra de teatro, es un creador "demiúrgico", extrayendo la misma del mundo sensible que vive dentro del autor, partiendo de sus propias experiencias, siendo un creador simbólico de la “manifestación universal”. El reto es dejar que la acción del Espíritu Santo obre en él, para unir no ya lo profano con la obra, sino lo divino con ella, siendo el autor y el director un transmisor de una realidad divina que irradiará sobre los actores y estos sobre los espectadores. De esta forma, se es puente entre dos realidades natural y sobrenatural, dando vida a un “supra-teatro”.
Escena de la ULTIMA CENA
Poncio Pilatos arrodillado frente a un JesuCristo agonizante
Xristos Anesti!
Mons. ++Teofano, Lic. Juan Manuel Garayalde
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava
www.panaghia.org.br
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