sábado, 30 de abril de 2011

Desafios al combate espiritual por Hesiquio de Batos

LOS DESAFIOS AL COMBATE ESPIRITUAL

Hesiquio de Batos

A continuación, fragmento de un texto del Presbitero Hesiquio de Jerusalén, fallecido por el año 433, que trata de cómo preparar nuestra mente para la invocación del Santo nombre de Nuestro Señor Jesucristo en la oración incesante, y de las amenazas que el maligno nos pone en esa meta. Solo pensemos en los tiempos actuales, los mecanismos de distracción culturales y dentro de los mismos, destacándose el de los medios de comunicación que hoy existen que apagan nuestra mente para obligarnos abandonar el combate espiritual.

Xristos Anesti!

++Teofano


A Teódulo. discurso para las eminencias máximas, útil para la salvación del alma, a propósito de la sobriedad y la virtud. referido a las así denominadas confutación e invocación

(Fragmento)

29. Si estás siempre ocupado en tu corazón con el pensamiento humilde, el recuerdo de la muerte y la crítica a ti mismo, la confutación y la invocación del nombre de Jesucristo, y caminas sobriamente cada día con estas armas por el camino estrecho pero feliz y alegre de la mente, accederás a la santa contemplación de los santos y recibirás de Cristo la luz de sus profundos misterios, donde se encuentran los tesoros escondi­dos de la sabiduría y de la ciencia (Col 2, 3), y en el cual habita corporalmente to­da la plenitud de la divinidad (Col 2, 9). Pues junto a Jesús sentirás que el Espíritu Santo ha invadido tu alma; de Él recibe la luz el intelecto del hombre para poder mirar a cara descubierta. Nadie —como se ha dicho— puede decir “Señor Jesús”, si no es en el Espíritu Santo (1 Co 12, 3). Y esto es garantía mística de lo que (la invocación) busca.

30. Entonces, es necesario que aquellos que desean aprender sepan también esto: que los envidiosos demonios nos esconden y empequeñe­cen el combate espiritual, envidiándonos, los muy terribles, la utilidad, el conocimiento y el acercamiento a Dios que surge de la lucha; e incluso para raptarnos nuestro intelecto de improviso, en un momento de descui­do nuestro, convirtiendo nuevamente la mente de algunos en desatenta. Estos demonios tienen un motivo incesante y una lucha de la cual se preocupan, es decir, no quieren que nuestro corazón conserve la aten­ción de manera alguna, ya que saben cuánta riqueza ésta aporta al alma. Entonces nosotros deberemos tender a la contemplación espiritual con el recuerdo de nuestro Señor Jesucristo. Y en el intelecto se reinstalará la guerra, haciendo todo con el consejo —si así se lo puede llamar— del mismo Señor y con mucha humildad.


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