¡CRISTO A RESUCITADO!
¡DE VERAS QUE LO HA HECHO!
¡FELICES PASCUAS DE LA RESURRECCIÓN!
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Hoy la Cristiandad festeja su celebración más trascendente. El hecho histórico que cambio el mundo. Es también al mismo tiempo, un instante mágico de mirar hacia nuestro pasado y, preguntarnos como cristianos, si hemos sido dignos de ser herederos de tal milagro de la Resurrección, de ese mensaje esperanzador, y principalmente: si hemos entendido el mensaje que Nuestro Señor Jesucristo legó a los cristianos. Creemos que por como marcha el mundo, las profecías sobre el fin de los tiempos, cada día cobran mayor realidad ante los desastres naturales y humanitarios que vivimos.
En este día de Fiesta, solo decimos:
VUELVAN A LA PALABRA,
DEJEN QUE SUS CORAZONES SE INUNDEN DE ELLA.
HAGAN UN SALTO ESPIRITUAL EN LA HISTORIA
ALEJÁNDOSE DEL REMOLINO QUE LOS LLEVA A LA OSCURIDAD BABILONICA.
VUELVAN A CRISTO,
Y SE RECONCILIARAN CON ÉL Y CON VOSOTROS MISMOS.
Y POR NINGÚN MAL VOLVEREIS A TEMER JAMÁS.
Para celebrar esta Pascua de la Resurrección, transcribo un extracto de la obra “La Pasión de Cristo” de Gregorio Nacianceno (329-389).
La obra adscribe al género literario del cénton, palabra proviene de la antigüedad griega y latina: El “Kéntrón” se identificaba como una manta o vestido confeccionado con diferentes telas de otras prendas viejas, rotas o en desuso. Quedaba de esta manera confeccionada una prenda multicolor. Por analogía se denominó centón a cualquier composición literaria, generalmente poética, que une en un solo texto diferentes frases, refranes, poesías, proverbios, fragmentos de libros de diferentes autores.
La misma no tiene como propósito exponer ideas propias utilizando elementos de otros; sino, exponer un pensamiento actual que esta unido al espíritu de lo que se cita. Ese es el sentido profundo del centón. De esta manera, tenemos ejemplos desde los poemas homéricos, pasando por toda la literatura clásica pagana, llegando hasta la misma Edad Media donde los juglares relataban maravillosas historias de los Caballeros del Rey Arturo, la búsqueda del Santo Grial, y las historias de terribles batallas y grandes reyes que combatieron y vivieron en diferentes sitios a los cuales el juglar visitó. Agregamos a ellos a todos los marineros que surcaron los mares por siglos relatando historias fantásticas de monstruos marinos, terribles piratas y grandes barcos y flotas que cruzaron los océanos, que terminaron plasmándose en libros de autores “anónimos”, pero que hoy son conocidos por el mundo entero.
Este género también fue utilizado por el cristianismo primitivo, y uno de los ejemplos es la obra “La Pasión de Cristo” de Gregorio Nacianceno. Asimismo, el Nuevo Testamento es una creación de los Evangelistas que reunieron como heraldos de Cristo (Mt. 28, 19; Mc 16, 15; Lc 24, 47-48; Hch 1, 8) todas sus palabras y dichos, sumándoles relatos que reunieron de diferentes fuentes y de experiencias propias.
La obra de Nacianceno evoca en cinco capítulos la “Pasión”, “Muerte”, “Sepultura”, “Resurrección” y “Suplica Final”. La obra no tiene solo como base el Nuevo Testamento, sino también el Antiguo Testamento y los llamados Evangelios Apócrifos, los cuales son muy ricos en lo que fue la vida sobre la tierra de Jesús.
A continuación, extraemos un fragmento de la obra que relata el momento preciso en que nuestra Señora Teotokos junto con sus hermanas marcha a ver el Santo Sepulcro, para descubrir a través del Ángel, que Cristo ha resucitado. La belleza del texto añade elementos de dramatismo y hasta suspenso considerando la época que fue escrito. La obra es mucho más extensa, y tiene como protagonistas hasta el mismo Poncio Pilatos, los Guardias, los Sumos Sacerdotes que condenaron a Cristo, a José, etc.
Anclada en nuestras Sagradas Escrituras y Tradición Cristiana, la obra “La Pasión de Cristo” de Gregorio Nacianceno, es una invitación a abrir nuestros corazones para revivir lo que aquel Hombre-Dios vino al mundo a abrirnos los ojos y enseñarnos un camino de Luz, que nos llevará de retorno al Origen, al seno del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Felices Pascuas de la Resurrección!
Mons. ++Teofano, Lic. Juan Manuel Garayalde
Eparca Coadjutor de Buenos Aires para la República Argentina
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava
“LA PASION DE CRISTO”
GREGORIO NACIANCENO
(Fragmento Cap. “La Resurrección”, pags. 152-156 – Edit. Ciudad Nueva 1988 – Madrid – España)
La oscuridad se disipa sobre la ciudad de Jerusalén. Se acerca el más grande amanecer de la Cristiandad. La Magdalena exhorta a levantarse del sueño a la Virgen, y esta luego al resto de las hermanas a ir al Santo Sepulcro a embalsamar el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. (Introducción del autor del artículo)
La Magdalena: Vayamos, pues, Virgen querida. Me alegra tenerte como compañera de camino. No pueden éstas despabilar el sueño de sus ojos. Levantaos, levantaos, ¿Por qué tardáis, mujeres?, apartad de vuestros párpados eso que terrible en ellos se ha posado. ¿No veis que ya brilla el astro mensual? Queda ya próxima la aurora, el lucero matinal está ya cercano. Y entretanto, se posa el dulce sueño en vuestros ojos. Dulcísimo, dulcísimo es en los párpados y cala hasta los corazones angustiados.
El Coro: Agobiada por la angustia de mi corazón, revuelvo en la oscuridad de mis ojos que no pueden conciliar el sueño.
La Magdalena: Vayámonos pronto, Virgen querida. Mi corazón esta aprisionado por una vehemente preocupación. Aproximémonos enseguida al sepulcro. Cuando éstas hayan despabilado el sueño de sus ojos, nos seguirán deprisa y con paso cauteloso.
La Madre de Dios: Si, si, vayamos deprisa (1). Ay, si tuviéramos fortuna!. Confío en que el rayo del sol que ya llega traiga a todos el día de la libertad. ¡Vayamos, pues, vayamos!. Nos seguirán éstas, cuando oigan un ruido por leve que sea. Correrán con paso diligente, tan veloces como la paloma. De nuevo, con voz delicada mas con mandato firme os pido que juntas vayamos al sepulcro. Bien, y están de pie. Es maravilla verlas tan bien dispuestas. ¡Ay, ay, Hijo! He aquí presente el deseado tercer día, el tercer resplandor del sol, la esperanza de tus partidarios. ¡Que no pase sin más! ¡En tal caso preferiría morir! ¡Oh, Hijo! ¡Oh, queridísimo! ¡Oh, encanto del divino rostro! ¿Cuándo y dónde podré verte, desventurada de mi? ¡Oh, Hijo! ¡Ojalá vinieras a mí con la rapidez de la luz! ¡Ojalá llegaras abandonando el reposo de los muertos y las puertas de la oscuridad , donde está el infierno establecido, lejos de toda luz! Aunque ahora, con tu estancia ha visto una luz inmensa. ¡Ven, ven! ¡Muestrate! ¡Anticipate a la luz del día!. Todos te tienen por Dios, por Dios del cielo.
La Magdalena: ¡Oh, oh! Veo que no hay nadie en los puestos de guardia. ¿Qué significará? ¿Se habrá ido la tropa a algún lugar?.
La Madre de Dios: ¡Quizás para tendernos alguna trampa! La multitud es osada siempre y más ahora que triunfa.
La Magdalena: ¿Qué haremos, hermana? No hemos encontrado las cosas como esperábamos. ¡Han quedado defraudadas nuestras esperanzas!
La Madre de Dios: ¡Ten confianza! Avancemos un poco más, Puede ocurrir que si perseveramos con firme corazón nos encontremos con el muerto en persona. A sí mismo se salva quien confía en Dios. Ahora hemos de seguir. ¿Quién nos habrá corrido la piedra? (2)
La Magdalena: ¡Oh, soberano, Soberano inmortal!, ¿qué es todo este desastre? ¿Cómo es posible ver la piedra que tanto pesa fuera de su sitio? ¡Y también aparece vacía a los ojos la sepultura del Señor! (3) Iré y contaré a los queridos discípulos la desaparición del cadáver (4) y luego regresaré aquí a toda prisa. ¡A ver si te encuentras aquí, Virgen, con las mujeres!
La Madre de Dios: Bien, has hecho bien, amiga, volviendo atrás a encontrar apartada la piedra. Aún me estremezco de temor. ¿Cómo es posible hallar la piedra corrida de delante de la puerta de la sepultura? ¡Oh, oh, calla, estáte callada! ¿Quién es ése cuya figura resplandece como el fuego, el que está sentado ahora sobre la piedra, ese de rostro hermoso, de tan agradables vestiduras blancas? Resplandece como nieve blanda, nueva. Y mira: los guardias yacen por tierra como cadáveres (5)
El Ángel: No temáis, no tengáis miedo. Aquel a quien buscáis no yace ya en el sepulcro (6). El soberano Jesús, crucificado días atrás, no sigue en la sepultura como cadáver, sino que, resucitado, se dirige a Galilea. Conforme a lo predicho, quiera ahora dejarse ver a sus discípulos (7). Venid y contemplad el lugar vacio. Id, pues, id y contadlo todo a todos, incluido Pedro (8). Contad que el infierno ha sido vencido, que Cristo ha resucitado del sepulcro, que ha sido corrida con fuerza la piedra del sepulcro, que los guardias, desfallecientes de miedo, han abandonado las puertas del infierno, que saltan los muertos a la tierra de la luz aclamando a Dios salvador, que, gracias a Él, se desatan por sí mismos los lazos.
El Angel se hace presente frente al Santo Sepulcro vacio
La Madre de Dios: ¡Oh, esplendorosa luz del sol! ¡Ha llegado, tal como esperábamos, el término de nuestras angustias! ¡Ha caído el enemigo! ¡Cristo ha resucitado del sepulcro! ¿Qué aurora más dulce que ésta presente?. ¿Qué podría ocurrirme más agradable que esto? ¿Dónde vas, Hijo, ahora, tras derrotar al infierno? ¿Dónde, dónde y cuándo podré verte, Hijo mío? ¡Ven, ven! ¡Preséntate pronto a tu madre!.
NOTAS:
(1) El Evangelio de Gamadiel 4,3, cuanta que la Virgen el domingo por la mañana “llego corriendo” al sepulcro.
(2) Cf. Marcos 16, 3
(3) Cf. Lucas 24, 3
(4) Cf. Juan 20, 2
(5) Cf. Mateo 28, 2-4
(6) Cf. Marcos 16, 6; Lucas 24, 6
(7) Cf. Mateo 28, 7; Marcos 16, 7.
(8) Cf. Marcos 16, 7 (Mateo 28, 7; Lucas 24, 9)
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