viernes, 23 de diciembre de 2011

NAVIDAD 2011

Navidad

Icono de la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo


La Navidad, el Nacimiento de Nuestro Señor JesuCristo fue el mayor acto misericordioso que el Creador ha tenido con su rebelde criatura: el Hombre.

Cristo es la renovación de la Alianza, del pacto de Amor de Dios con el Hombre. Pero con su llegada, hay un nuevo comienzo, una esperanza en un mundo que por entonces agotaba sus fuerzas espirituales. Su llegada, nos une otra vez a nuestro Origen, y debemos remontarlo siguiendo el camino trazado por el Nuevo Testamento.

El camino no es simple. Exige Amor, mucho.

Cada Navidad es el recuerdo de ese acto de Misericordia. Dejemos que este año, una lágrima corra por nuestras mejillas para recordar lo mucho que Cristo nos ama, puesto que vino a este mundo a rescatarnos de nosotros mismos.

A todo nuestro Clero de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava, a los Nazareos, a todas las comunidades católicas ortodoxa en el mundo y a todas las Iglesias y fieles cristianos, en nombre de la Archieparquia de la República Argentina, MUY FELIZ NAVIDAD


Xristos Se Rodi!

Mons. Teofano, Lic. Juan Manuel Garayalde

Eparca Coadjutor de la República Argentina de la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava

Iglesia Católica Ortodoxa en América (AOCC)

Pro Patriarcado de las Américas, Eurasia, África y Oceanía

www.panaghia.org.br



NACIÓ SEGÚN LA CARNE PARA QUE TU NACIERAS SEGÚN EL ESPÍRITU

San Juan Crisostomo

Ha llegado la fiesta que derrama gozo por el mundo, la fiesta cumbre de todos los bienes. No os maravilléis de mis palabras, porque en verdad, lo extraño e inesperado es la encarnación de un Dios, ante la que todo lo demás resulta mera consecuencia. No se hubiera humillado nunca tanto, de no ser para exaltarnos a nosotros. Nació según la carne para que tú nacieras según el Espíritu; nació de una mujer para que tú dejes de ser simple hijo de la mujer; aceptó un padre artesano para convertir el esclavo en hijo del Señor. Si Abrahán se alegró viendo este día, ¿qué haremos nosotros?.

Icono Bizantino Siglo XV - Anunciación a María


Si queréis os enseñaré más profundamente cómo se debe sólo a la benignidad de Dios que nos haya regalado todo lo que tenemos hoy y tendremos en el futuro. Movido por su bondad, Dios creó los mundos y a este pequeño y pobre hombre lo constituyó rey de todos ellos, haciéndole en la tierra lo que Dios es en el cielo. Le da la razón, le honra con su conocimiento y trato, le promete la inmortalidad y le llena de ciencia. ¿Qué ocurrió después de tantos beneficios? Que el hombre juzgó más digno de crédito a su enemigo que a quien le había colmado de tantos dones. ¿Y creéis que acaso Dios borró para siempre a ese hombre que desde el primer momento mostró tan grande ingratitud? De ningún modo. Se cuidó del caído más que antes y envió a su Hijo, nacido de una mujer, y sujeto a la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos, hasta el punto de que un profeta, maravillado, exclamó: “Hizo que se dejara ver en la tierra y conversara con los hombres”.-

Haber nacido de una mujer, de común lo tuvo con nosotros; pero no haber nacido de la sangre, ni de la voluntad de varón, ni de deseo de la carne, sino por obra del Espíritu Santo, era anticipado anuncio del nacimiento que supera nuestra naturaleza, y que El nos había de dar por gracia del Espíritu Santo. Tal fue todo lo demás, por ejemplo, su bautismo, que tuvo algo de antiguo y también algo de nuevo. Porque ser bautizado por Juan parece a lo antiguo, mas que en el bautismo bajara el Espíritu Santo fue una novedad. Es como si uno se pusiera entre dos distantes entre sí y extendiendo sus manos los uniera a ambos; tal hizo Cristo que enlazó el Antiguo y el Nuevo Testamento, la naturaleza divina con la humana, lo suyo con lo nuestro.

¿Veis el esplendor de la ciudad de Dios y cómo su brillo os ha deslumbrado desde el primer momento?. Ahí tenéis al rey desde el comienzo en nuestra propia figura como si estuviera en pleno campamento. En el campamento no suele el emperador ostentar permanentemente su dignidad sino que muchas veces, dejando la púrpura y la diadema, se viste de simple soldado. El emperador terreno lo hace para no ser conocido y no atraer sobre sí el ímpetu de los enemigos; el Señor, por el contrario, para evitar que, al reconocerle, rehuya el enemigo el combate y se espanten a la par todos los suyos. Pero no quiere el Señor espantar sino salvar. De ahí que inmediatamente se le da un nombre que alude a la salvación: Jesús que en hebreo quiere decir “salvador”. Y Jesús es salvador porque vino a salvar a su pueblo.

De la Homilía 34 y la 2 sobre San Mateo

No hay comentarios:

Publicar un comentario