martes, 3 de diciembre de 2013

Hermano Perro - Para Sofia y Oso


HERMANO PERRO
 para Sofia y Oso
 


Oso y Sofia, amigos por siempre acompañandome en las jornadas de trabajo



Donde no hay noches solitarias mientras ellos estan cerca



En el trabajo y en el ocio, siempre ahi están.
 


Aqui en el ocio?. Bueno, una característica de Sofia es que siempre tenia hambre...
 

 
INTRODUCCIÓN
 
 

- Para Sofia y Oso, que estan en mi corazón, en mis recuerdos.

Son una marca en mi vida que no se borra, y se que con solo girar mi vista e imaginar un día bajo un sol otoñal, con mi pala cavando los voy a ver. Cargando cajones y ellos detras. Cocinando junto a la parrilla y ellos felices sabiendo el premio que viene. Esperando una caricia, esperando un instante para jugar ... siempre ahi. Seres únicos e irrepetibles.

Para ellos.. HERMANO PERRO.

Mi agradecimiento al Arzobispo de Argentina de la Iglesia Episcopal Antigua, Monseñor Juan Carlos Urquhart de Barros por compartir esta pieza literaria de Manuel Cepeda Vargas.

Xristos Anesti!
+Teofano, Juan Manuel Garayalde
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava en la Argentina
www.panaghia.org.br




Los eternos juegos con Sofia. Lo que daría por un juego mas.



HERMANO PERRO
(fragmento)
 
 
Hermano perro: eres una bendición pendiente de las genialiadades del hombre, eres la virtud con dueño, eres la moral rebajada, eres una prenda de Dios empeñada en un hueso.
El vulgo que desprecia todo lo que no presume orgullo, ha dado a tu nombre el significado de la bajeza. Y eres digno de una idea superior, y el concepto de la canalla te ofende.
A tí perro, que eres fiel y constante, a tí que no sabes ni de mentiras ni de traición, te llaman perro, y eres un caballero.
Tú no conoces el interés, tú no meditas el mal; y al hombre que traiciona, y al hombre mezquino, le llaman perro. Tú sigues al hombre sin tentar fortuna, sin esperar favor. Le sigues por que le debes el ser su perro, por que te permite tener dueño.
 
 
 
Oso, tratando de dormir mientras lo embromaba con la cámara

 
 
Oso el  peludo amigo, que siempre me recibía por las mañanas llorando de alegria. Que mejor recibimiento?. Como olvidarlo?.
 
 
 
La voluntad de tu amo, a claustruo de cadena, te hace religioso del odio, y cuando ese odio le enfada, tú te humillas pidiéndole perdón por el mal que te enseña. Bondadoso perro: estás lejos de ser un hombre, pero casi eres un ángel.

Tu alma niña no pasa del candor de la infancia, y tu fuerte corazón es dulce como el la paloma y valiente el del lobo. Tu valor sin reservas, es la presencia de un alma pura, expuesta sin fueros de conciencia. Tu lengua que crece en el cansancio es un desahogo de la grandeza de tu corazón, que palpita a la vista.




Siempre encontrabamos algo con lo que jugar.

Tu mayor nobleza corresponde a tu mayor tamaño. Un perro grande es la bondad proporcional a un hombrón de bien. La moral divina, enseñando en la cruz la resistencia de tu carne, llevó la fortaleza de su humildad a la gloria; y la divina poesía elevó tu miseria al trono de la belleza, dando al poeta tu sangre pobre y soñadora, de bohemio sentimental iniciado en los sortilegios de la luna.
El irracional es por naturaleza destructor y libertario, y tú eres el único animal que se apega al hombre para servirlo con bravo carácter de vigilancia del bien ajeno.
 
 
 
Siempre ahi.. sin apartarse, como si me cuidara.
Y creo que en el fondo era asi.

 
Eres como la espiga del trigo, que en la tosca aspereza de su hábito rústico, guarda rica bondad arrancada a la flaca tierra del erial, y en tu canina naturaleza, de un modo espontaneo florecen los buenos instintos, como los árboles de tarco en las áridas serranías.
Hermano perro: mi apóstrofe no es para cualquier perro. No es para el perro de sport, ni para el de lujo, ni para el de sangre alquitranada en instinto de crueldad. No es para el mimado perrillo de salón, que suplanta a la flor y al niño en la tierna solicitud de la dama. Es para el perro guardián, es para el perro servidor.
 
 
 
Dios me dió estas camaritas para inmortalizar a mi Sofia, y asi querer recordarla en sus juegos cuando lo desee.

 
 
A tí, que con el alma clara de tus claros ojos, dices palabras vírgenes del comercio de los hombres. A tí, que en la melancólica dulzura con que arrimas tu cara, como un bálsamo de amor, al cuerpo del ser dolorido, revelas más alma que un pozo de sabiduría.
A ti que en la espontaneidad con que socorres al desgraciado tienes más humanidad que la humanidad misma. A tí, perro salvador, que sacas al náufrago desfallecido de las aguas que dominas como si alguna ondina fuera tu madre.
A tí perro, cruzado de la roja insignia, que para avisar al socorro husmeas la sangre de los moribundos Abeles, vertida por la gloriosa estirpe de Caín.
 
 

Lo que daria para tenerlos a los dos juntos otra vez
 
 
 
Siempre confianzuda. Cuando yo estaba, no obedecia a nadie. Ella siempre a mi lado celandome.
 
 
 
A tí perro amigo, compañero del sacrificio del pobre, que prefieres vivir miserias y arrastrar flaquezas, antes que abandonar al único ser que para tí es señor, aunque sea un mendigo que se muere de hambre.
A tí perro familiar, que con bondad y mansedumbre de santo, pareces sentir los dones del alma, en la paciencia con que toleras a los niños que te estropean en sus juegos.
A tí, noble fiera que encarnando la bravura de la puna, guardas como si se tratara del tesoro del mundo la choza del paria. A tí perro, auxilio del caminante en los montes nevados, que semejas un Vicente de Paul disimulado en pieles.

A tí, perro providencia de la vida glacial, que eres en las nieves como un pedazo de la sombra del seráfico de Asís. A tí, sencillo idealista sometido a la follona grosería. A tí, can Quijote de Sancho el caballero. A tí bestia cristiana, grande en nobleza, en valor y en perro, es a tí a quien yo hablo y llamo con amor: Hermano perro.


Manuel Cepeda Vargas
Colombiano, Armenia, 13 de abril de 1930 - Bogotá, 9 de agosto de 1994.

2 comentarios:

  1. Meditatio

    Cuando considero cuidadosamente los curiosos hábitos de los perros
    Estoy obligado a concluir
    Que el hombre es un animal superior.
    Cuando considero los curiosos hábitos del hombre,
    Le confieso, mi amigo, que me sorprendo.

    Ezra Pound
    Un hombre vestido con una túnica sufí de lana burda pasaba por una calle y se encontró un perro al que golpeó con su bastón y le rompió una pata. El perro salió aullando y fue a acurrucarse a los pies del sabio Abu Saíd pidiendo que se le hiciera justicia.
    El Sabio le dijo al sufí: « ¿Cómo te has permitido hacer tanto daño a este pobre ser?».
    El sufí respondió: «Oh Sabio, ha sido culpa del perro, y no mía! Si le he pegado es porque me había manchado la ropa».
    Más el perro seguía gimiendo cada vez más.
    Le dijo el Sabio: «¿Qué puedo darte en compensación para calmar tu dolor? Si no quieres que yo asuma la culpa de ese sufí, lo haré castigar para hacerte justicia».
    Respondió el perro: «Oh Sabio sin igual, cuando he visto que ese hombre llevaba el hábito de los sufíes he tenido confianza en él. Nunca hubiera imaginado que pudiera hacerme daño. Si no hubiese llevado esa túnica, lo habría evitado. Ese ha sido mi error. Si quieres castigarlo, quítale esa ropa reservada a los justos para que nadie más se engañe con su apariencia».



    Le preguntaron a Shibli:
    -¿Quién te guió en el camino?
    Contestó:
    -Un perro.
    Un día lo encontré casi muerto de sed a la
    orilla del río. Cada vez que veía su imagen en el agua,
    se asustaba y se alejaba creyendo que era otro
    perro.
    Finalmente, fue tal su necesidad que
    venciendo su miedo se arrojó al agua; y, entonces,
    “el otro perro” se esfumó.
    El perro descubrió que el obstáculo era él mismo y
    la barrera que lo separaba de lo que buscaba había
    desaparecido.
    De esta misma manera, mi propio obstáculo
    desapareció cuando comprendí que era mi propio ser.
    Fue la conducta de un perro lo que me señaló
    por primera vez el Camino.

    *Extraído del libro El camino del sufí, Idries Shah.
    Ed. Paidos, 2ª edición 1978. Buenos Aires.

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  2. "Mi primer maestro fue un perro".




    Sofia Cárdenas Díaz

    para SECRETO
    El desapego de uno mismo

    Todos hemos oído hablar de Hz. Shibli, quien fue discípulo de Hz. Junayd de Bagadadi. Este santo, además de ser muy devoto en sus prácticas, tenía la fama de hablar de manera muy suave y directa.

    Cierta vez le preguntaron a Hz. Shibli como había entrado a este Camino, que lo había influenciado. A esto, respondió de manera muy directa: "Mi primer maestro fue un perro".

    Por supuesto que cuando dio esta respuesta, la gente que lo estaba escuchando comenzó a sonreír pensando que lo que estaba diciendo era una broma.

    "No, no es una broma. Una vez vi a un perro al borde del lago. Este perro estaba muy pero muy sediento, casi se moría de sed. Pero cada vez que se acercaba al agua veía a otro perro que lo miraba, por lo que se retiraba con precaución. Y así iba y volvía, y nuevamente se encontraba con ese perro que lo estaba mirando. Finalmente, enloquecido de sed, decidió simplemente atacar a su enemigo y se lanzó de lleno al agua. Al hacerlo vio que su enemigo desaparecía inmediatamente, que no estaba mas".

    Al desvanecerse este perro frente a sus propios ojos, Hz. Shibli se dio cuenta que el obstáculo que existía entre el perro y su deseo, (el de tomar agua), era él mismo. Y Shibli observando toda la situación, se dio cuenta de que el único obstáculo que existía entre él y su deseo (que no era otro que Allah) también era él mismo.

    Para poder alcanzar a Allah, comprendió que debía desapegarse de sí mismo.

    Allah nos dice: "Aléjate de ti y Ven hacia Mi".

    El mas mínimo apego que tengamos a nosotros mismos, al “yo”, son cadenas que nos atan a la tierra.
    http://relatosdeternidad.forocreacion.com/t1752-mi-primer-maestro-fue-un-perro?highlight=perro

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