REALIDADES
DEL MUNDO CATÓLICO ORTODOXO
Casos de Bielorrusia y Estonia
INTRODUCCIÓN
En el primer breve artículo nos explica
como Rusia somete culturalmente a una nación
como Bielorrusia -hecho que es similar a otras provincias de la ex-URSS-, y en
un tema tan importante como lo es el idioma. El segundo artículo, nos muestra
las arbitrariedades de la Ortodoxia Contemporánea, un poder repartido entre
Constantinopla y Moscú, donde ambos deben “negociar” acerca de la Iglesia
Ortodoxa en Estonia luego de la desintegración de la URSS. Este hecho nos sirve
para analizar la actitud actual del Patriarcado de Moscú y el gobierno
neo-soviético de Vladimir Putin en relación a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana –
Patriarcado de Kiev que preside Su Beatitud FILARETO, y el gobierno de Ucrania.
Desde hace años, la Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava del Pueblo, como
parte del American World Patriarchs, presidida por Su Beatitud YURI, Emigidiusz
Ryzy, denuncia este tipo de atropellos culturales, siendo el clero de la misma
encarcelado demostrando la ausencia de las libertades mínimas para manifestarse
contra la dictadura de Lukashenko. Nuestra iglesia nace de las persecuciones y
no esconderemos nunca nuestro origen, a pesar de las difamaciones y
persecuciones, y en América debemos continuar esa lucha contra la opresión de
los pueblos americanos.
Vladyka
TEOFANO, Juan Manuel Garayalde
Archieparquia de la
República Argentina
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa
Eslava en el Extranjero
EL IDIOMA BIELORRUSO
Bandera Nacional del Pueblo Bielorruso
En la Bielorrusia contemporánea, se tiene
oficialmente dos idiomas: el ruso y el bielorruso, pero en la práctica, este
último apenas se utiliza en la capital. En Minsk, casi nadie habla bielorruso
en público, pero tampoco en sus casas. Es un idioma que se estudia en el
colegio como segunda lengua, ya que todas las asignaturas (incluso en el
instituto y la universidad) son en ruso, igual que las películas en el cine, la
televisión…etc. Y al ser un idioma que “se estudia” como el inglés o cualquier
otro, no forma parte de su vida diaria: lo entienden bien, pueden leer pero no
es lengua materna para la mayoría de la gente. Hay pueblos y otras ciudades en
los que es más habitual y escuelas en las que todo se imparte en bielorruso,
aunque son muy pocas.
Actualmente,
el bielorruso es considerado el idioma de la élite intelectual y,
especialmente, de la oposición (el presidente Alexander Lukashenko no lo
habla). Desde el Imperio zarista, pasando por la Unión
Soviética hasta la actualidad, la rusificación en todas las esferas de la
sociedad es casi total. Hay grupos que luchan por recuperar la lengua del país,
aunque en general el ruso es el absoluto dominante. Parece que están dándose
algunos pasos ya que hace poco el ministro de Cultura por primera vez habló en
público en bielorruso y han legalizado dos periódicos opositores escritos,
total o parcialmente, en esta lengua: Nasha
Niva y Narodnaya Volya, pero
todos los demás son en ruso.
En
Bielorrusia profesan el cristianismo, el católico y el ortodoxo (que es el
mayoritario), así que hay iglesias de los dos tipos, unos celebran la Navidad
en diciembre y otros en enero…etc. Y
algo que es curioso, es que en las iglesias católicas las misas son en
bielorruso, y en las ortodoxas, en ruso.
El mapa en dos idiomas
En la
capital, el bielorruso sólo aparece en los nombres de las calles y en el
metro. Al llegar, al principio uno no sabe muy bien a qué estación ir
dependiendo de a quién pregunte. La primera semana tenía que ir a una calle del
centro. Me dijeron que estaba justo a la salida del metro de “Ploshad Pobedy”,
Plaza de la Victoria en ruso, y miré en el plano de metro de la estación en la
que me encontraba y no había ninguna parada que se llamase así. Pregunté en la
ventanilla y me explicaron que esa estación oficialmente se llama “Ploshcha
Peramogi”, Plaza de la Victoria en bielorruso, pero que también se llama
“Ploshad Pobedy”. Una vez dentro, en cada pared aparece el nombre escrito en
las dos lenguas y ya no hay pérdida. Lo mismo ocurre con otros nombres de
paradas como Usxod (en ruso Vostok), Akademia Nabuk (en ruso, Akademiya Nauk o
Akademichiskaya) y algunas calles.
Extraído
del blog: https://bielorrusiaexiste.wordpress.com/idiomas/
ESTONIA
La barrera entre
Moscú y Constantinopla
Bandera nacional del pueblo de Estonia
Problemáticas
ya desde el comienzo de la Iglesia rusa, también hoy las relaciones entre el
patriarcado ortodoxo de Moscú y aquel de Constantinopla no son totalmente
tranquilas, esto se debe a un distinto modo de entender la jurisdicción
eclesiástica y las reciprocas relaciones.
La
“autocefalia” del metropolita de Moscú (que en aquel entonces tenía el titulo
de metropolita de Kiev y de toda la Rusia) comienza, de facto, en 1485, sin el consentimiento del patriarcado de
Constantinopla, la ciudad que cinco años antes había caído en las manos de
los turcos otomanos que habían acabado con el milenario Imperio romano de
Oriente. Después de varios acontecimientos, en 1589 nace el patriarcado de
Moscú, esta vez reconocido formalmente por la Iglesia constantinopolitana.
En
los comienzos del 1700 el Zar Pedro el Grande abolió el patriarcado ruso; esto
será reconstituido por el Concilio de Moscú solamente en el verano del 1917, a
la vigilia de la ascensión al poder de los bolcheviques de Lenín. En la muy
difícil situación que se estableció, en 1923 el neopatriarca ruso Tikhon ruega
a su “colega” de Constantinopla, Meletios, de encargarse “momentáneamente” de
la Iglesia ortodoxa Estonia, antes ligada a Moscú.
En
el 1940 la armada roja invadió los países bálticos, que pasaron a ser
republicas soviéticas. El arzobispo de
Tallin huye en Suecia y aquí, con algunos millares de exiliados, constituye la Iglesia ortodoxa Estonia en exilio. Pero
los ortodoxos de la diócesis de Tallin vuelven de hecho a pertenecer al
patriarcado de Moscú. En 1978 Constantinopla reconoce como ya no más
“operativa” la decisión del 1923: en otras palabras a todos los efectos la
Iglesia ortodoxa estonia vuelve en la jurisdicción de Moscú. Pero, en el 1991,
con el derrumbe del Unión soviética, el “caso estonia” emerge nuevamente: los
estones refugiados en Suecia o los
estones-estones quieren que su Iglesia ortodoxa se separe del
patriarcado de Moscú y se reenlace al Patriarcado de Constantinopla; en cambio
los estones ruso parlantes, o sea la mayoría de los ortodoxos de la Republica
báltica, quieren quedarse unidos con el patriarcado de Moscú.
El Patriarca ecuménico Bartolomé I
sostiene los estones-estones; el de Moscú, Alexis
II, que es de origen estones, los ruso parlantes. El contraste viene a ser
tan agudo que el febrero de 1996 en Moscú el nombre de Bartolomé viene
oficialmente cancelado de la plegaria eucarística. Es, técnicamente, el cisma,
ruptura que en 1000 años nunca había sucedido entre las dos Iglesias.
Después
de muchos meses de polémicas, y restablecida la comunión eucarística, Moscú y
Constantinopla hacen un acuerdo de hecho sobre “repartición”, de la Iglesia ortodoxa Estonia, que será dividida en
dos: una, estonia-estonia, ligada a Constantinopla, y con un arzobispo propio;
y otra ligada a Moscú también con un arzobispo propio. Así, contrariando los sagrados cánones, en la misma ciudad se
encuentran dos obispos, para fieles de una misma Iglesia, pero dividida en dos
jurisdicciones. Después, en un viaje en Estonia durante el otoño del 2000,
Bartolomé quiere hacer entender que en el país tendría que existir una sola
Iglesia Ortodoxa, ligada a Constantinopla. Declaración que irrita profundamente
Moscú aunque esta vez la contienda no llega al cisma formal.
Finalmente,
en el 2001 las dos partes reencuentran el dialogo, y recíprocamente viene
aceptado el hecho de que en Estonia se encuentren dos Iglesias Ortodoxas
adherentes a dos jurisdicciones distintas. La “contienda” sobre Estonia fue
dura no tanto por la cuestión en sí (en el país báltico viven en total
solamente medio millón de ortodoxos), cuanto para afirmar principios eclesiales
que, aplicados en un modo u otro tendrían distintas consecuencias.
Constantinopla, que en Turquía tiene menos de 10.000 fieles, defiende sus
relaciones con las Iglesias ligadas al patriarcado de Constantinopla para
asegurar el futuro del patriarcado mismo; Moscú en cambio – siendo el
patriarcado ruso supranacional, y numéricamente el más importante entre los
ortodoxos- enfrenta un cisma que, después de la Estonia, podría tocar Ucrania, país históricamente ortodoxo,
cuna de la Rusia que cuenta con muchos más fieles. Con la caída de la Unión
Soviética la Iglesia Ucraniana ligada a Moscú se ha dividido en tres partes:
una, que es la mayor, todavía ligada a Moscú, la otras dos (la Iglesia
autocéfala Ucrania y el Patriarcado de Kiev) en pugna con el Patriarcado de
Moscú, y que son consideradas cismáticas de la Iglesia rusa. Alexis II no
quisiera que, en el futuro, el patriarcado ecuménico de Constantinopla aplicara
en Ucrania la misma política ya actuada en Estonia. La negación práctica –y
teórica- del Primado de Pedro lleva a estas situaciones.
Fuente: Luigi Sandri, Revista
mensual:“Jesús”, N.6 Junio 2001, p.59.
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