viernes, 29 de mayo de 2020

Fiesta de la Ascensión del Señor a los Cielos



FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR A LOS CIELOS

Aquel que ahora veis ascender al cielo, “volverá tal como lo habéis visto marchar” (Hechos Cap. 1:11)

28 de Mayo de 2020 / 15 de Mayo de 2020 – Calendario Eclesiástico.




Durante varias semanas después de Su Resurrección, el Señor JesuCristo frecuentemente se aparecía a Sus discípulos y conversaba con ellos, preparándonos para su próxima misión apostólica. Finalmente, en el cuadragésimo día, el Señor JesuCristo nuevamente se apareció a los apóstoles y les ordenó no alejarse de Jerusalén, pues precisamente allí debía descender sobre ellos el Espíritu Santo prometido por Él.

Después de decir esto los llevó hacia el monte de los Olivos, que se encontraba hacia el oriente de Jerusalén. En la expectativa, de que algo importante debía suceder, comenzaron a preguntarle: “Señor, ¿Va a ser ahora cuando restablezcas el Reino de Israel?” (Hechos Cap.1:6). Los apóstoles, así como la mayoría de los hebreros, esperaban, que el Mesías iba a ser un rey-conquistador, quién realizaría grandes cambios sociales, liberaría a su pueblo del dominio extranjero, y les traería gloria y prosperidad. A los apóstoles les parecía completamente lógico, que por cuanto el Señor resucitó de entre los muertos, que ya había finalizado el período de Su voluntaria humillación, y que ya era tiempo de declararse a todo el pueblo, como el Mesías tan largamente esperado.

La respuesta de Nuestro Señor JesuCristo fue: “No es cosa vuestra conocer los tiempos o los plazos, que el Padre ha fijado con su propia autoridad; al contrario, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis una fuerza que os hará ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos Cap.1: 7-8).

Con estas palabras, quiso decir no trataran de prever, cuándo y precisamente qué cambios visibles, deberían acontecer en el mundo. Vuestra labor será preparar las condiciones necesarias para su aparición, para que la gente crea en Mí, como Salvador del Mundo, y recibirán Mis enseñanzas. Esto será un trabajo grande y difícil, más Dios-Padre, os fortalecerá con la fuerza de Su Gracia.

Asimismo, les trasmitió algo que trascendía las limitaciones culturales y religiosas del pueblo judío: su EVANGELIO era para el MUNDO. Nuevos vientos soplaban sobre la tierra, y era necesario llevarlos a todos sus rincones.

Después de decir esto JesuCristo los bendijo, y comenzó, ante sus ojos, a separarse de la tierra, elevándose cada vez más y más. Viendo esto, los discípulos Lo reverenciaron, y el Señor alejándose, continuaba bendiciéndolos. Los Apóstoles no querían desviar su vista de Cristo, ni aun después, que Él Se ocultó totalmente detrás de las nubes.

“Varones Galileos! ¡por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que se ha elevado ahora al cielo, volverá tal como lo habéis visto marchar” (Hechos Cap. 1:11)

Los apóstoles descendieron del monte y regresaron a Jerusalén. A partir de ese día, se reunían diariamente en oración, esperando el descenso sobre ellos del Espíritu Santo.

Así, con Su Ascensión, el Salvador finalizó Su servicio sobre la tierra, que Él cumplió para la redención de los hombres pecadores. Su permanencia sobre la tierra fue el tiempo de Su voluntaria humillación, pobreza y padecimientos, que culminaron en la ignominiosa y dolorosa muerte en la cruz. Ahora Él regresó al mundo de Su eterna gloria. Siendo siempre igual al Padre por Su naturaleza Divina, con la ascensión al Cielo Él “se sentó a derecha” de Dios-Padre -es decir, también como Hombre, recibió aquella potestad, grandeza y gloria, las cuales Le corresponden, por ser el Hijo de Dios.

Desde entonces Él, como Cabeza de la Iglesia fundada por Él, rige los destinos del mundo. De ahí entonces, antes del fin del mundo, nuevamente vendrá en toda Su Divina gloria, rodeado por ángeles y santos, para resucitar a todos los hombres y retribuir a cada uno según sus obras. Entonces los salvados entrarán en Su reino de gloria, el que no tendrá fin.

TROPARIO

Ascendiste en la gloria, oh Cristo Dios Nuestro, después de alegrar a Tus discípulos por la promesa del Espíritu Santo, fueron confirmados por Tu bendición otorgada; pues Tú eres el Hijo de Dios, el Redentor del mundo.

KONTAQUIO

Habiendo cumplido la dispensación para con nosotros y unido todo lo terrenal con lo celestial, ascendiste en la gloria, oh Cristo Dios, sin apartarte de nosotros, sino permaneciendo inseparable y prometiendo a los que Te aman: estoy con vosotros, y nadie estará contra vosotros.

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