UN VIAJE A RINCON DE NOGOYA
Visita a la Escuela Nro. 11 "Díaz Velez" de Rincón de Nogoya
El Diácono Juan Carlos frente a la puerta de ingreso de la Escuela
Ser sacerdote, un guerrero de la cristiandad, exige saber que no hay descanso posible: es una lucha sin fin, o por lo menos hasta que una señal de los Cielos nos indique que hemos cumplido nuestra misión y se nos conduzca al Paraíso, al retorno del origen, donde una morada blanca de Santos Inmortales nos esperan.
De esta manera, es como vemos a Mons. Franc Primozic, nuestro Archieparca de Argentina, que con sus propias manos levanto la Capilla de Piedra de San Jorge y sueña que un día la sombra de una Catedral se eleve sobre los campos de San Vicente y el sol la caliente por las mañanas, sintiendo desde su interior el eco de las plegarias que se elevarán de todas aquellas personas que año tras año lo han acompañado.
De esta manera, es como vemos a Mons. Franc Primozic, nuestro Archieparca de Argentina, que con sus propias manos levanto la Capilla de Piedra de San Jorge y sueña que un día la sombra de una Catedral se eleve sobre los campos de San Vicente y el sol la caliente por las mañanas, sintiendo desde su interior el eco de las plegarias que se elevarán de todas aquellas personas que año tras año lo han acompañado.
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Los alumnos del colegio salen al patio a recibir a los recien llegados
Los niños se acercan a la camioneta para ayudar a descargar
Los sueños se forjan día a día. El Sacerdocio no tiene descanso posible. Cristo no da cuartel al hambre, al odio, al desamparo a la crueldad; y para ello tiene sus huestes terrenales que un día juraron pelear Su batalla, por liberar a la humanidad de la esclavitud a la que nos somete nuestros propios demonios internos.
Una batalla comienza como todos los días, al amanecer. Viernes 06 de agosto del 2010, Mons. Franc espera en su Capilla de Piedra la llegada del Diácono Juan Carlos y de uno de sus mas fieles colaboradores de su Misión, Guillermo. Entre los tres cargaron la vieja camioneta de comestibles y ropa, emprendiendo el viaje cuando el sol ya estaba asomando en el horizonte. ¿Hacia donde?. Hacia la provincia de Entre Ríos, a un pequeño poblado llamado Rincón de Nogoyá, donde encontramos la Escuela Nro. 11 “Díaz Velez”, un pequeño lugar olvidado de los funcionarios públicos, y que algunos mapas olvidan localizar.
Luego de mas de cuatro horas de viaje, habiendo cruzado el Río Paraná y los interminables puentes que van pasando sobre los riachos del Delta, plagados de peces, carpinchos, vívoras, patos y perdices, llegan al pequeño poblado donde es recibido por una veintena de niños que se acercan pronto a los recién llegados para ayudar a descargar las mercaderías traídas para la comunidad.
Esa pequeña escuela Díaz Velez es una de las que hace años apadrina Mons. Franc. De esta manera, cuando con su esfuerzo diario logra proveerse de mercaderías, inicia ese viaje para poder estar con ellos y ayudarlos en su lucha diaria.
Una batalla comienza como todos los días, al amanecer. Viernes 06 de agosto del 2010, Mons. Franc espera en su Capilla de Piedra la llegada del Diácono Juan Carlos y de uno de sus mas fieles colaboradores de su Misión, Guillermo. Entre los tres cargaron la vieja camioneta de comestibles y ropa, emprendiendo el viaje cuando el sol ya estaba asomando en el horizonte. ¿Hacia donde?. Hacia la provincia de Entre Ríos, a un pequeño poblado llamado Rincón de Nogoyá, donde encontramos la Escuela Nro. 11 “Díaz Velez”, un pequeño lugar olvidado de los funcionarios públicos, y que algunos mapas olvidan localizar.
Luego de mas de cuatro horas de viaje, habiendo cruzado el Río Paraná y los interminables puentes que van pasando sobre los riachos del Delta, plagados de peces, carpinchos, vívoras, patos y perdices, llegan al pequeño poblado donde es recibido por una veintena de niños que se acercan pronto a los recién llegados para ayudar a descargar las mercaderías traídas para la comunidad.
Esa pequeña escuela Díaz Velez es una de las que hace años apadrina Mons. Franc. De esta manera, cuando con su esfuerzo diario logra proveerse de mercaderías, inicia ese viaje para poder estar con ellos y ayudarlos en su lucha diaria.
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Guillermo, un fiel colaborador de Mons. Franc que lo sigue a todos lados en sus actividades sociales y espirituales
La camioneta emprendió la vuelta, mas ligera, pero los corazones de los tres viajeros, llenos de alegría, alimentados por las sonrisas de los niños que perdidos en pequeños pueblos de nuestro país, mantienen los valores mas puros de nuestra argentinidad.
Para concluir, os dejo un escrito de San Juan Crisóstomo sobre la humildad y la pobreza que alimenta el espíritu tanto como la sonrisa de aquel que agradece el esfuerzo que día a día hacen los combatientes de Cristo.
Los niños colaborando en descargar la camioneta
Descargando mercaderias junto al Diácono Juan Carlos
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CRISTO EN LA EUCARISTÍA Y EN EL POBRE
de San Juan Crisóstomo
1. ¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo?. No permitas que ande desnudo. No lo honres vistiéndolo aquí con ropas de seda, mientras permites que afuera se muera de frío y desnudez.
2. El que dijo: “Este es mi cuerpo”, y con su palabra dio fundamento a nuestra práctica, es el mismo que dijo: “Me viste hambriento, y no me diste de comer”, y también: “Lo que no has hecho con uno de estos más pequeños, tampoco me lo hiciste a mi”.
3. Este sacramento no necesita manteles limpios, sino almas puras; en cambio el pobre requiere mucha dedicación.
1. ¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo?. No permitas que ande desnudo. No lo honres vistiéndolo aquí con ropas de seda, mientras permites que afuera se muera de frío y desnudez.
2. El que dijo: “Este es mi cuerpo”, y con su palabra dio fundamento a nuestra práctica, es el mismo que dijo: “Me viste hambriento, y no me diste de comer”, y también: “Lo que no has hecho con uno de estos más pequeños, tampoco me lo hiciste a mi”.
3. Este sacramento no necesita manteles limpios, sino almas puras; en cambio el pobre requiere mucha dedicación.
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En ambas fotos, Mons. Franc en la camioneta descargando las mercaderías
4. Aprendamos entonces a pensar como corresponde, y a honrar a Cristo así como El quiere ser honrado.
5. Para quién recibe un honor, el honor más grato es el que él quiere , no el que nosotros imaginamos.
6. Pedro pensaba que honraba al Señor al no permitirles que le lavara los pies. Pero esto no era honor, sino lo contrario.
7. Tu hónralo con este mismo honor que El estableció por ley: gasta tus riquezas en los pobres, porque Dios no tiene necesidad de vasos de oro, sino de almas de oro.
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Xristos Anesti!
Mons. Teofano
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