Donde la Cruz y la Luna se pueden encontrar
Si algo me apasiona, es escuchar las historias de vida por sus propios protagonistas. Uno camina por la calle y ve infinidad de personas sobre las cuales uno desconoce todo, puede hasta vivir al lado de una, de la cual ni siquiera conoce su nombre y a la que se suele saludar en las mañanas. Así es el mundo actual, de la indiferencia, la anomia, el anonimato, la falta de interés por el prójimo. Tan cerca, y tan lejos.
- Porque olvidamos que nos amas: Señor, ten piedad.
- Porque no amamos a los demás como Tú nos amas: Cristo, ten piedad.
- Por tantos pecados de omisión y de olvido al prójimo: Señor, ten piedad.
Donde la Cruz y la Luna se unieron
Todo el tiempo debemos recordar este acto penitencial, para que sepamos que nuestro Señor nos conoce a todos, nos ama, y nosotros todavía no hemos aprendido lo que ello tan profundamente significa. En nuestro individualismo, en nuestra mezquindad, nos olvidamos de lo esencial en la vida que es aprender a amar a quién tenemos a nuestro lado.
¿Y como se empieza a amar?. Pues .. conociendo a las personas.
Hoy les quiero hablar de una .. para que lo conozcan .. hasta aquellos que viven a miles de kilómetros de él. Su nombre es Juan Aguilera. Fue un suboficial del Ejército Argentino que hizo su carrera en tiempos difíciles de nuestra historia: golpes de estado, guerra subversiva, la batalla por las Malvinas, y .. luego, el olvido, el ostracismo. Esconder a nuestros Héroes fue lo que impuso la cultura “democrática” en nuestra tierra. Estas personas nos recuerdan lo traidores que hemos sido a los valores metafísicos de la Patria por la que muchos dieron su vida.
Dolorido porque su comunidad lo olvidó .. sólo con su familia apoyándolo y aquellos camaradas que una vez por año, un 2 de abril, se juntaban a hablar de los amigos .. aquellos que están, y aquellos que se fueron en las aguas del Atlántico Sur allá por 1982. Un día, recordando aquello que su padre le enseño, cayo en el Centro ALAS, que quedaba a tres cuadras de su humilde casa en Rafael Calzada, Provincia de Buenos Aires (Argentina). Ahí, se encontró con un gigante, Santiago Siciliano, una persona de mirada bondadosa y despierta, lleno de ideas y empuje; con una voluntad diría casi “divina” que lo envolvía. No tardo en convencer a Juan de que debía empezar a criar conejos en el Centro Agroecológico, y así colaborar con la creación de un centro multiplicador de conejos para toda la región de Almirante Brown que necesitaban para que otras familias humildes pudieran producir alimentos para sus familias y generar una renta.
Eran los años de la devaluación en la Argentina, donde de un día al otro, pasamos a valer 40% menos. La miseria se colaba en todos lados. La gente buscaba como sobrevivir a los desastres económicos a los que nuestra cleptocracia nos sometían.
Juan, solo conociendo escasamente como era la cría de conejos, gracias a que su Padre había criado hacia muchos años, emprendió la tarea. Un aliado tenia él para ello: su formación, aquella disciplina que heredó de su larga carrera militar. En el ALAS, era su “bunquer” el más ordenado. Cuando llegaba yo por las mañanas a trabajar a mi sector de huerta, él ya estaba ahí desde temprano. Retiraba las palas y layas que él tenia ahí ordenadas como todas sus herramientas para irme a trabajar. Me recibía con mate o ginebra si era invierno, mientras de fondo se escucha su vieja radio siempre sintonizada con algún chamamé. Esa radio acompaña a los conejos todo el día, hasta cuando él no está. Es posible que si los conejos hablaran, lo primero que harían es dar un zapucai.
¿Y como se empieza a amar?. Pues .. conociendo a las personas.
Hoy les quiero hablar de una .. para que lo conozcan .. hasta aquellos que viven a miles de kilómetros de él. Su nombre es Juan Aguilera. Fue un suboficial del Ejército Argentino que hizo su carrera en tiempos difíciles de nuestra historia: golpes de estado, guerra subversiva, la batalla por las Malvinas, y .. luego, el olvido, el ostracismo. Esconder a nuestros Héroes fue lo que impuso la cultura “democrática” en nuestra tierra. Estas personas nos recuerdan lo traidores que hemos sido a los valores metafísicos de la Patria por la que muchos dieron su vida.
Dolorido porque su comunidad lo olvidó .. sólo con su familia apoyándolo y aquellos camaradas que una vez por año, un 2 de abril, se juntaban a hablar de los amigos .. aquellos que están, y aquellos que se fueron en las aguas del Atlántico Sur allá por 1982. Un día, recordando aquello que su padre le enseño, cayo en el Centro ALAS, que quedaba a tres cuadras de su humilde casa en Rafael Calzada, Provincia de Buenos Aires (Argentina). Ahí, se encontró con un gigante, Santiago Siciliano, una persona de mirada bondadosa y despierta, lleno de ideas y empuje; con una voluntad diría casi “divina” que lo envolvía. No tardo en convencer a Juan de que debía empezar a criar conejos en el Centro Agroecológico, y así colaborar con la creación de un centro multiplicador de conejos para toda la región de Almirante Brown que necesitaban para que otras familias humildes pudieran producir alimentos para sus familias y generar una renta.
Eran los años de la devaluación en la Argentina, donde de un día al otro, pasamos a valer 40% menos. La miseria se colaba en todos lados. La gente buscaba como sobrevivir a los desastres económicos a los que nuestra cleptocracia nos sometían.
Juan, solo conociendo escasamente como era la cría de conejos, gracias a que su Padre había criado hacia muchos años, emprendió la tarea. Un aliado tenia él para ello: su formación, aquella disciplina que heredó de su larga carrera militar. En el ALAS, era su “bunquer” el más ordenado. Cuando llegaba yo por las mañanas a trabajar a mi sector de huerta, él ya estaba ahí desde temprano. Retiraba las palas y layas que él tenia ahí ordenadas como todas sus herramientas para irme a trabajar. Me recibía con mate o ginebra si era invierno, mientras de fondo se escucha su vieja radio siempre sintonizada con algún chamamé. Esa radio acompaña a los conejos todo el día, hasta cuando él no está. Es posible que si los conejos hablaran, lo primero que harían es dar un zapucai.
En las fotos, Juan en su "bunquer" criando conejos
Cuando llegaba al mediodía, era a su “bunker” donde voy a buscar los platos, sal, vasos, la tabla para poner la carne. Juan es insustituible en el ALAS. Aporta al lugar una presencia fuerte, y en los mediodías es aclamado por sus asados y casi deificado por sus guisos!.
Pero en la vida de este hombre nacido en la provincia de Corrientes hace ya unos 50 años, hay mas cosas bellas. Él, de tez trigueña, no tiene sangre india .. sino argelina. Si, su abuelo “Camilo” Ahguihl había nacido en Argelia y en España se casa con Transita Mallorca Delera que vivía en la vieja Castilla. Juntos, vienen a Buenos Aires. Ahora, una particularidad: él era musulmán, ella católica. Nada impidió que eso los uniera.
Juan además de la sangre argelina, castiza y correntina que corre por su sangre, también tiene un recuerdo de ambos: una pequeña Cruz de San Andrés y la Media Luna del Islam, que ambos abuelos le obsequiaron. Un día, con orgullo me mostró ambas reliquias .. y no pude evitar traer mi cámara y retratar ese momento.
En las fotos, Mons. Teofano aprendiendo de un maestro para hacer asados: Juan Aguilera
Hace pocos días, de visita Mar Valerian por el ALAS, se sentaron a conversar y entre vinos y abrazos, él le dijo que era un Caballero de la Cristiandad antes que cualquiera de nosotros, porque estaba en su sangre serlo. Emocionado en su humildad, estrecho un abrazo Monseñor Valerian.
* * *
Hoy todos los que han leído este escrito, conocen a Juan Aguilera, el “conejero” como le dicen aquí en Rafael Calzada.
Este hombre ya no puede ser indiferente para ustedes.
No es uno mas en la multitud;
el es portador de la Cruz y la Medialuna.
Es un Caballero de la Cristiandad.
Mons. ++Teofano
Iglesia Bielorrusa Eslava
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