PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA ORTODOXIA
Icono del "Triunfo de la Ortodoxia", donde se ve en primer plano un icono, nuevamente reinstaurado en las Iglesias y a su lado la Santa Emperatriz Teodora, con su joven hijo, Constantino. En el otro extremo, el Patriarca Metodio.
La Cuaresma como ceremonia y rito litúrgico cristiano nació en sus comienzos (siglo IV d.C.) como una forma donde aquellos que llegaban a iluminar sus corazones con la Luz del Evangelio, tuvieran su momento de arrepentimiento, de aceptar que eran pecadores, personas imperfectas ante los ojos y deseo de nuestro Creador.
Desde el inicio, en el Paraíso, la primera prueba fue precisamente la de no comer de aquella fruta que es hoy el símbolo de la desobediencia, el pecado original. Al comer de la fruta prohibida, pierde su condición divina y cae a los infiernos, a la mortalidad de la materia.
Una tradición instaurada por el Patriarcado de Roma en el siglo XI, es el miércoles de cenizas, momento de inicio de la Gran Cuaresma, el Gran Ayuno. Ese día se incineran los ramos bendecidos en el ciclo litúrgico anterior. Con las cenizas, el Presbítero traza sobre la frente de las personas la Cruz. El significado mas fuerte de este rito esta asociado directamente a la “caída”: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” (Mc: 1:15) dice el presbítero al trazar en la frente la cruz de cenizas, frase que recuerda el castigo de la mortalidad, para que el hombre deje de lado su orgullo y entienda que es criatura pecadora, condenada a no ser nada salvo que despierte su esencia divina. Debe recordar el Origen del cual procede y encuentre en la oración contemplativa y en las obras, el camino de regreso.
La Gran Cuaresma tiene como propósito enseñarnos algo de extrema profundidad: es una lucha contra aquello que nos arrastra a un bosque lleno de niebla que no posee salida, donde todo es oscuridad y el suelo sobre el que se camina es húmedo y en descomposición. Es el reflejo de la vida mortal del hombre.
-Hemos de pelear en la Gran Cuaresma contra aquello que nos aparta de la Luz del Evangelio, de Nuestro Señor Cristo.
-Hemos de encontrar la fuerza para vencer las tentaciones “del desierto” y aspirar a una vida mejor, lejos de la caída, cerca del Paraíso.
La Santa Emperatriz Teodora (829-867) que con su valor logro vencer a los iconoclastas y asídar vida al "Domingo de la Ortodoxia"
Lamentablemente la Cuaresma hoy se reduce a “no comer carne” y con mucho esfuerzo, a no poner música festiva el viernes y sábado santo en memoria del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo. Sabemos que hoy ni esos mínimos sacrificios hoy son respetados, puesto que la Semana Santa es una de las fechas ideales para la actividad turística, un fin de semana para el descontrol y los excesos.
Cada día, aquellos que nos decimos cristianos, nos hundimos en el fango de un pantano al que creemos una bella playa gracias al encantamiento de la Serpiente que se arrastra. De ahí, cuesta demasiado salir.
En la Era del Anticristo, los presbíteros deben ser fieles a la verdad que ven. Hay que advertir, y no aggiornarse a lo que parece mejor para la mayoría. Las personas se alejan de Dios, y se pierden en la niebla. Necesitamos de la ayuda divina para encontrar a las ovejas que están por ser devoradas en el pantano, y no terminar también perdiéndonos dentro del mismo.
No se puede construir sobre ruinas. Las bases están carcomidas por el pecado. Hemos de permanecer de pié y construir para el mundo venidero, y demoler piedra por piedra lo que ya no es de Dios.
El Icono de nuestra Teotokos en el "Domingo de la Ortodoxia"
En la foto: Arcipreste Arcadio, Diacono Juan Carlos y Mons. Franc.
Asimismo, tampoco se puede ser pesimista. Cada persona que encuentra su camino a Cristo es una luz en la noche, y ella encandila. La historia esta plagada de ejemplos que nos llevan a las lágrimas. Así, en este primer domingo de cuaresma, recordamos a la valiente Santa Emperatriz Teodora (829-867, celebración 11 de febrero), que logró salvar una de las tradiciones mas hermosas del mundo ortodoxo, como eran los Iconos, obras de arte creadas con una técnica especial, para ser venerados como testimonio de hombres y mujeres que lucharon por el Reino de los Cielos, y muchos de esos iconos, constituyen verdaderas imágenes de profundo contenido teológico que resumen libros de mil paginas.
Esta valiente mujer en secreto custodió antiguos iconos del mundo bizantino, cuando su marido, el Emperador iconoclasta Teófilo perseguía en todas las regiones de su imperio a aquellos que se atrevieran a tenerlos o fabricarlos. La herejía iconoclasta guardaba en su interior el rechazo a la Cristología, a la realidad de representar la Encarnación del Hijo de Dios como “icono de Dios invisible” (Col. 1, 15); asimismo, políticamente, se escondía una rivalidad entre el Emperador y el Patriarca de Constantinopla, queriendo el primero gobernar alejado del consejo espiritual de la casta sacerdotal.
Fallecido el Emperador , Teodora asumió la dirección del Imperio a causa de la joven edad de su hijo Constantino. Una de sus primera acciones fue la de permitir nuevamente a su pueblo la veneración de los iconos, siendo acompañada en ello por el Patriarca Metodio quien había sido perseguido y encarcelado por su defensa de la veneración de los iconos.
1er. Domingo de Cuaresma en la Proto-Catedral de San Jorge - San Vicente - Prov. de Buenos Aires (Argentina) - En la foto, el Arcipreste Arcadio celebrando la Divina Liturgia.
Para evocar el "Triunfo de la Ortodoxia" se realizó una procesión de la Santa Cruz y de iconos de nuestro Pantocrator, Teotokos y del santo de nuestra Comunidad, San Jorge.
En la foto: Nazareo Hermes, Nora, Clara y Pabla
Se recuerda el momento en que esta valiente regente salió en procesión por las calles de Constantinopla con cruces e iconos acompañada de su joven hijo, junto al Patriarca Metodio, monjes y clero a lo que se le fueron sumando personas de la ciudad en esa magnifica procesión. Ese día fue considerado como el del “Triunfo de la Ortodoxia”, y a partir de marzo de 843 en el primer domingo de cuaresma se conmemora la victoria sobre los iconoclastas, y el recuerdo de todos aquellos que siendo perseguidos defendieron el valor del icono, como manifestación y esplendor de lo sagrado.
Cuando su hijo Constantino cumplió la mayoría de edad, la emperatriz se retiró de la administración del Imperio y paso sus últimos ocho años de vida, hasta su fallecimiento en el año 867, dedicada a la lucha ascética y al estudio. Entre las cosas que se conservan de ella, es un Evangelio escrito con su propia mano. A su muerte, fue beatificada por la Iglesia Ortodoxa, y sus reliquias fueron trasladadas en 1460 a la isla griega de Kerkya (Corfú) en el mar Jónico.
En este Primer Domingo de Cuaresma, Domingo del Triunfo de la Ortodoxia, roguemos a Nuestro Señor JesuCristo que por intercesión del Espíritu Santo, nos de la fuerza que supo darle a la Santa Emperatriz Teodora en defender los tesoros de nuestra tradición religiosa; porque cuidar ello, es cuidar nuestro camino de retorno al regazo del Padre.
Xristos Anesti!
Mons. Teofano, Lic. Juan Manuel Garayalde
Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava
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