Las prácticas agrícolas y todas las actividades que se derivan de ella, como la fabricación de herramientas, la cría de animales de granja (conejos, aves de corral, cría de peces, etc.) son aquellas que dieron origen a las aldeas y ciudades del mundo antiguo. Los agricultores tienen el mérito de ser los creadores de la civilización.
Por su parte, la agricultura es para aquellos hombres que la saben trabajar “duramente y con paciencia” (2Tim 2:6); sin embargo, requiere de la sensibilidad. La agricultura en la actualidad es vista como un proceso racional donde se exprime la tierra para sacar la mayor cantidad de frutos que brinde el mas alto valor comercial. Se piensa en la inmediatez y no en la perduración de aquello que Dios nos legó para nuestra supervivencia y enseñanza.
¿Por qué se requiere sensibilidad para trabajar la tierra?. Porque la misma posee una química divina, una alquimia que convierte los suelos en un lugar donde plantas, insectos, animales y hombres, viven en armonía. Se podrá tener todo escrito en un libro, acerca de cómo cultivar, en que fechas del año, que hacer para protegerlas de las plagas, cuando cosecharlas, ... pero nada de eso alcanza. Como un niño que nace, toda madre sabe que tiene que hacer para criarlo, pero entre ellos nace una relación invisible donde el niño sin saber hablar se comunica y solo sus padres entienden cuando tiene hambre, cuando siente algún dolor, cuando quiere que lo abrace y cuando quiere jugar. Con la agricultura es lo mismo: la planta es un ser vivo, un día puede estar caída por tener secas sus raíces o muy húmedas. Ella se comunica, y un agricultor que esté mas allá de la racionalidad de la producción ... la entiende y le brinda la atención que necesita.
También, la agricultura posee una magia divina en su interior, y nos enseña cosas que a veces los hombres olvidamos. Ya nuestro Señor JesúsCristo nos decía en sus parábolas (Mt 24:30):
“Un hombre sembró buena semilla en su campo, pero mientras la gente estaba durmiendo, vino su enemigo, sembró malas hierbas en medio del trigo y se fue.Entonces los trabajadores fueron a decirle al patrón: ¿señor, no sembraste buena semilla en tu campo? De donde pues viene esa maleza? Respondió el patrón: eso es obra de un enemigo. Los obreros le preguntaron: quieres que arranquemos la maleza? No, dijo el patrón pues al quitar la maleza podrían arrancar el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: corten primero las malas hierbas, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mi bodega".
La naturaleza nos enseña. Ella con su alquimia divina nos da ejemplos del correcto proceder. Con ella trabajamos, con ella soñamos. Contemplamos el trabajo realizado, festejamos en el día de la cosecha dando gracias a los Cielos. Aquel que posee el conocimiento de la Naturaleza posee uno de los caminos mas seguros hacia el Reino de los Cielos. Tertuliano decía: “..desde el principio del mundo Él derrama por igual el rocío de su luz sobre justos y pecadores. Estableció los beneficios de las estaciones, el servicio de los elementos y la rica fecundidad de la naturaleza tanto para los merecedores como para los indignos”. Los valores como la paciencia, el entendimiento, la perseverancia, son dones que se adquieren con el trabajo en la tierra. Los pecadores tienen la oportunidad de adquirirlos si logran vislumbrar la magia de Dios en el trabajo de la tierra. La posibilidad de realmente VER .. es lo no visible. Sólo con los ojos del corazón se puede ver el Reino de los Cielos.
Desde hace unos años, en mi preparación espiritual para CRISTOPOLIS, me dedique a incorporarme a programas de ayuda social donde se capacita a personas de escasos recursos a generar su propio proyecto productivo, y junto con amigos aprendemos y capacitamos en una Asociación Civil que es mi modelo productivo para CRISTOPOLIS. La práctica de la oración hesicasta, la ayuda materia y espiritual a los que se acercan es una práctica cotidiana que trato de brindar a todos aquellos que se acercan con preocupaciones.
Fr. Teofano preparando los tablones para trasplantar almágicos, ante la mirada atenta de "Oso" el longevo perro patriarca del lugar.
Fr. Teofano cosechando berenjenas
Fr. Teofano y nuestro colaborador Carlos de Colombia, reorganizando un tablón de berenjenas
Fr. Teofano, trabajando en el estanque para cría de peces
Sin embargo, lo mas importante fue el aprendizaje propio recibido. Todo lo que he plasmado aquí es fruto de ese conocimiento que he ido adquiriendo con el trabajo. Quien quiera un día enseñar, debe primero haber tenido la constancia y humildad de aprender.
Xristos Anesti!
Fr. Teofano +
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